Miércoles, 19 de octubre de 2011 | Hoy
ECONOMíA › LA MIRADA DEL ECONOMISTA EDUARDO BASUALDO SOBRE EL PERíODO 1976-2011
Tres economistas –Arceo, Viguera y Zaiat– analizaron el último trabajo del investigador de Flacso sobre los cambios políticos y económicos de los últimos 35 años. Qué se transformó y qué prevalece del anterior modelo.
Por Tomás Lukin
La estructura del poder económico local e internacional suele ser relegada a un segundo plano en las publicaciones de los analistas ortodoxos y también heterodoxos. El nuevo libro del prestigioso investigador de Flacso Eduardo Basualdo, Sistema político y modelo de acumulación, apunta a cubrir ese espacio vacío al ofrecer las categorías para discutir la coyuntura. Durante la presentación de la publicación realizada el lunes el economista Enrique Arceo, el sociólogo Aníbal Viguera y el periodista especializado y editor de Página/12 Alfredo Zaiat, coincidieron al enfatizar la relevancia de los textos de Basualdo para comprender e interpretar el período histórico de profundas transformaciones estructurales que transcurre entre 1976 y 2011. “El kirchnerismo actual se ubica en los antípodas del menemismo, ya que enfrenta al bloque de poder que sustentaba a los gobiernos de la década de 1990”, sostiene Basualdo, aunque advierte que esa ruptura “expresa ambigüedades y enfrenta restricciones estructurales que se enclavan en el pasado y se mantienen en la actualidad”.
A lo largo de los tres ensayos que componen el volumen, el economista busca explicar cómo fue posible la instalación del modelo neoliberal a partir de 1976, su continuidad durante el período democrático y las características del proceso abierto a partir de 2001. “La respuesta a esos interrogantes no se puede encontrar en el análisis de la estructura económica, sino que implican incursionar en la temática de la hegemonía política y, más precisamente, en la relación que la misma mantiene con el patrón de acumulación de capital”, explica Basualdo.
En ese sentido, Arceo y Zaiat destacaron que el análisis del coordinador del Area de Economía y Tecnología de Flacso posibilita comprender la instalación del modelo neoliberal “no como una imposición externa digitada desde los países centrales y los organismos multilaterales de crédito, sino como un proceso impulsado por las fracciones internas del capital internas, aspecto que ciertos análisis críticos omiten”.
El último capítulo del libro ofrece la visión de Basualdo sobre los gobiernos kirchneristas para dilucidar si “encarnan un intento gatopardista que impone las mismas inequidades que durante la valorización financiera pero bajo otras formas o, por el contrario, implican una ruptura con el orden establecido que se inscribe en las tradiciones latinoamericanas”.
Basualdo considera que el kirchnerismo se estructuró a partir de dos líneas de acción. Por un lado, lograr el mayor crecimiento posible así como la disminución del desempleo para mejorar la distribución del ingreso. Por el otro, busca articular una “hegemonía clásica” en contraposición al transformismo argentino de los años ’90 que construía poder sin necesidad de realizar concesiones a los sectores populares y, en cambio, los disciplinaba. El autor advierte que no se trata de un proceso exento de contradicciones y limitaciones pero considera que la derrota legislativa por la resolución 125 marcó “una divisoria de aguas”. Según explica Basualdo, “el Gobierno no sólo resistió la tentación de claudicar frente a la ofensiva de las entidades agropecuarias sino que enfrentó la agresión del establishment local acentuando el carácter popular de su gestión”. A partir de ese momento “el Gobierno busca su consolidación social y política a través de la hegemonía clásica, y en términos más específicos encuadrándose dentro de la tradición de los gobiernos nacionales y populares”.
En ese sentido, Viguera destacó que “la recuperación y reivindicación de los espacios analíticos nacional y popular para caracterizar a un gobierno cuando el populismo es utilizado por la oposición negativamente y se lleva puesta así toda pretensión de un Estado interventor que genere un desarrollo industrial e inclusión”. A pesar del cambio de paradigma, Basualdo identifica en el proceso de concentración y extranjerización, la regresiva distribución del ingreso y la intervención del Indec limitantes para las reivindicaciones populares. Por eso, reclama “redefinir el papel del Estado”, en términos productivos, de política impositiva y en su relación con el sistema financiero.
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