EL MUNDO › REPORTAJES: ORAID AL-RANTAWI, POLITOLOGO JORDANO
“EE.UU. compró mentiras de la oposición iraquí”
Para el director del centro jordano de estudios políticos Al-Quds, Estados Unidos está detrás de todas las tensiones acumuladas en Medio Oriente y su intervención en Irak no hará más que agregar nafta al incendio regional.
Página/12 en Jordania
Por Eduardo Febbro, desde Ammán
Guerra en Irak, temores de una nueva rebelión kurda, camino sin salida en la crisis palestina, promesas de una nueva configuración para Medio Oriente, petróleo, monarquías autoritarias, terrorismo, fundamentalismo: nunca como hoy la región de Medio Oriente había contenido tantos focos de tensión. Oraib Al-Rantawi, director del centro Al-Quds de estudios políticos, sostiene que ninguna de estas crisis es ajena a las nefastas influencias de las sucesivas administraciones norteamericanas. Para este especialista jordano de la geopolítica regional, el último terremoto simbolizado por la segunda Guerra del Golfo deja a esta zona del mundo ante dos alternativas. El caos o el progreso. El caos no es sin embargo únicamente Saddam Hussein y el progreso los norteamericanos. En esta entrevista exclusiva con Página/12, Oraib Al-Rantawi desarma la trama de una compleja madeja que concierne al mundo entero.
–Irak parece haberse convertido en un problema real para el mundo árabe y particularmente para Jordania. ¿Por qué se nota el resentimiento de los gobiernos de Medio Oriente cuando, en realidad, las sociedades civiles apoyan a Bagdad?
–En el mundo hay más de cinco millones de refugiados iraquíes, de los cuales 400 mil están en Jordania. Una quinta parte de la población iraquí se encuentra fuera del país. A su vez, la oposición contra el régimen está presente en el norte, en el sur y también fuera de Irak. Bagdad tiene pésimas relaciones con casi todos los países vecinos. El panorama es inextricable. Irak quiere sacar provecho de todas las situaciones. Para el régimen se trata de la última batalla y quiere ampliar el conflicto y propagar la inestabilidad a toda la región con el solo objetivo de presionar a los Estados Unidos y Gran Bretaña. Para nosotros, la crisis iraquí se viene a sumar a las tensiones israelo-palestinas. Irak se sirve de todas estas crisis para provocar un gran incendio. Nos encontramos entre la espada y la pared: por un lado nuestros intereses con los norteamericanos, por el otro con los iraquíes. Nosotros no podemos oponernos a los Estados Unidos, y no solamente porque nuestros intereses están en juego, sino también porque tenemos sobre nuestras espaldas el conflicto en Palestina. Ese problema es un desafío para nuestra propia existencia.
–Usted considera que la caída del régimen de Saddam Hussein es una garantía de estabilidad para la región.
–Todo depende de cómo sea la guerra y de qué ocurra al final, es decir, de la manera en que las opiniones públicas considerarán a las tropas norteamericanas y británicas: pueden aparecer como liberadores o como invasores. Pero la gran incógnita reside en saber qué hará Washington. ¿Acaso la administración norteamericana se contentará con robar el petróleo o buscará construir una auténtica nación? Si Washington viene con un proyecto constructivo, federador, con un modelo de democracia participativa, ello no puede más que aportar estabilidad a la región. Un modelo semejante aplicado a Irak sería un antídoto ideal contra el conservadurismo y el fundamentalismo. Si, por el contrario, los Estados Unidos consideran a Irak como una colonia, esto equivaldría a dejar la puerta abierta a todas las inestabilidades regionales. En este sentido, si Irak es tratado como una colonia, si Washington tiene una actitud colonizadora, ello acarreará un incremento del fundamentalismo religioso y de su influencia, la existencia de regímenes corruptos y ultraconservadores. Quiero igualmente resaltar que sería muy peligroso que Washington se consagrara exclusivamente a Irak olvidando la problemática palestina. Si los norteamericanos pretenden democratizar Medio Oriente,darle una nueva forma, es imperativo que antes pongan término al conflicto israelo-palestino. Hay demasiadas cosas contra los árabes, la guerra contra Irak, las agresiones contra los palestinos. En un contexto semejante no se puede pensar en la existencia de un Estado palestino. Todo depende de cómo será la política norteamericana en la región. Desde ya, podemos estar seguros de que tropezarán con muchos problemas. En primer lugar, vamos a asistir a una nueva ola de atentados. Comparado con lo que ocurrirá, lo que pasó el 11 de setiembre es apenas una broma. Hoy el terrorismo utiliza la alta tecnología con mucha facilidad.
–¿Acaso los norteamericanos no cometieron un error en apostar por la oposición iraquí del exterior como una carta segura?
–Me parece que los norteamericanos están pagando el precio de haber aceptado o creído en la historia que les contaron los supuestos opositores al régimen de Saddam. La oposición los convenció de que si atacaban el régimen serían recibidos con flores, que habría una rebelión interna lanzada por los chiítas, que en un par de días el régimen se derrumbaría. La oposición viene desplegando estos argumentos desde hace varios años y llegaron a convencer a los Estados Unidos de que eran ciertos. En vez de golpear al régimen iraquí, Washington terminó recibiendo los golpes que quería dar. Ninguna de las historias que cuenta la oposición son ciertas. Vemos que Irak resiste, que la población no aclama a los norteamericanos, que la gente no aprovecha la situación actual y tampoco se produjo la tan anunciada rebelión chiíta. En 1991, los chiítas consideraban que el invasor era Saddam Hussein. Ahora piensan exactamente lo contrario: los invasores son los soldados enviados por la administración Bush. En este contexto, la ciudad de Basora es el primer test revelador de lo que puede ocurrir en el resto del país. Con todo, estoy persuadido de que existe una fuerte oposición interna. El dilema de los iraquíes es que hoy se les pide que elijan entre un dictador y una fuerza de ocupación extranjera. Pero para Irak la ocupación no puede ser una alternativa, la auténtica alternativa es la transición. Si Estados Unidos demuestra que es capaz de democratizar y desarrollar Irak, el país soportará el período de transición. Desde luego, Washington no ignora que, encima de los problemas internos de Irak, también se las verá con Turquía e Irán. Si se les ocurre querer administrar Irak sin la ayuda de Francia, Rusia o Alemania, enfrentarán enormes problemas. Europa tiene que jugar un papel importante en el futuro. No sé si los norteamericanos se han dado cuenta, pero el mundo ya ha celebrado el fin del colonialismo, el colonialismo no es una cuestión de actualidad.
–El otro elemento que pesa sobre la situación del régimen es el norte de Irak, es decir, los kurdos.
–Lo que ocurra en el norte del país también será decisivo. De todas formas, pienso que el Kurdistán terminará formando parte íntegra de Irak. Ni a Irán, ni a Turquía, ni a los países aledaños les conviene que Irak sea dividido. Al único país que le conviene es a Israel. Pienso que después de la guerra existe la posibilidad de que el Kurdistán siga formando parte de Irak al mismo tiempo que puede obtener una autonomía mayor, real. La mejor solución sería tener un Kurdistán autónomo y un Irak federal. Un Kurdistán libre acarrearía una guerra con Turquía. Estamos frente a una línea roja y los turcos, por una cuestión de integridad territorial, nunca permitirán la existencia de un Kurdistán libre, ni tampoco que los kurdos controlen las regiones petrolíferas. En el norte de Irak existen tres incendios permanentes: entre los kurdos y los turcos, entre los kurdos y los fundamentalistas, entre los kurdos y los iraquíes.
–¿Es posible que en Irak asistamos a un nuevo Afganistán?
–No, en primer lugar porque en Irak no hay una guerra civil. La oposición está contra el régimen, el cual tiene problemas con cada uno de los componentes de la población iraquí, particularmente los chiítas y loskurdos. Pero, a diferencia de Afganistán, la población no tiene problemas entre sí, no existen los antagonismos comunitarios que se encuentran en Afganistán, donde las tribus combaten unas contra otras. Irak es un país civilizado. Estamos hablando de una civilización de siete mil años y no de zonas tribales. Los problemas de Irak comenzaron hace poco. Saddam Hussein marca el inicio de la crisis, fue su régimen el que dividió el país. ¿Por qué la sociedad iraquí no podría convertirse en un modelo para todos? La semillas están. Esta guerra es inútil, sólo servirá los intereses electorales de Bush y también para rehacer el mapa de Medio Oriente, una región a la que, desde los atentados del 11 de setiembre, convergen todas las miradas. En Medio Oriente tenemos monarquías teocráticas y repúblicas autoritarias con sus males eternos: corrupción, atropellos, no respeto de los derechos humanos. Es una tierra fértil para los extremismos. La ausencia de democracia y de participación es una traba para el desarrollo. Pero los responsables de todo esto son los norteamericanos, ellos tienen una enorme responsabilidad. Todos estos regímenes autoritarios y corruptos cuentan con el apoyo de Washington desde hace décadas. ¡Mire lo que ocurrió con Bin Laden!