Miércoles, 4 de abril de 2012 | Hoy
EL MUNDO › EN MEDIO DEL DESCONTENTO CALLEJERO EN ESPAñA, RECORTARá 27 MIL MILLONES DE EUROS
La ciencia pierde el 35 por ciento, el cine otro tanto, las becas pierden 166 millones de euros y el plan de drogas, 28 por ciento.
Por Oscar Guisoni
Lleva apenas cien días en el gobierno, pero ya se ha dado cuenta de que son los peores cien días que ha tenido que afrontar un presidente de gobierno desde el retorno de la democracia en 1977. En estos cien días, Mariano Rajoy ya ha tenido que afrontar una huelga general, el castigo insolente de unos mercados que no tienen ningún tipo de paciencia política, el desgaste inusitado en unas elecciones regionales en las que se dejó más de medio millón de votos, el tozudo aumento del desempleo al que supuestamente venía a domar, un enfrentamiento en puerta con sus aliados del nacionalismo centroderechista de Cataluña y hasta un tirón de orejas de sus socios europeos porque a su juicio no está haciendo bien los deberes, ya que no ha hecho todo el ajuste necesario en el presupuesto 2012 para poner fin a la crisis.
En este contexto desolador, en el que la conflictividad social y el descontento callejero crecen como la espuma, el Partido Popular presentó ayer el presupuesto para el presente año. El ajuste es brutal y supera con creces al primero que realizó José Luis Rodríguez Zapatero y que fue calificado en su momento como el “más contundente de la historia reciente”. 27 mil millones de euros menos que el pasado año, con el objetivo de reducir el déficit fiscal del 8,5 al 5,3 del Producto Bruto Interno.
Las prioridades del tijeretazo son toda una declaración de principios: la investigación científica pierde el 35 por ciento, las ayudas al cine otro tanto, habrá 166 millones de euros menos para becas, un 28 por ciento menos para el Plan Nacional de Drogas, un 39 por ciento menos para atender a personas mayores y 21 por ciento para destinar a prevenir la violencia de género, un 42 por ciento de recorte en atención a la infancia y un 43 por ciento en prestaciones sociales básicas. Eso sí: a la Casa del Rey sólo le han recortado el 2 por ciento y como si el pan y circo fuera parte de este insólito programa, sólo crece el gasto en el rubro deportivo, al tiempo que se anuncia una reducción en la partida para cubrir el seguro de desempleo, algo que nadie sabe muy bien cómo se logrará ya que la destrucción de empleo ha alcanzado un ritmo sin precedentes en los últimos meses y todo indica que no hará más que ir en aumento.
A las resistencias que despiertan los ajustes, Rajoy ha respondido con su parco estilo gallego: “Hay cosas que no nos gustan ni a los propios miembros del partido”. Pero no hay alternativas. Al menos ése es el latiguillo con el que la derecha, acompañada en su coro por la práctica totalidad de la prensa, intenta colar en una opinión pública cada día más escéptica y embroncada. La magnitud de los problemas políticos que trae aparejada esta tozuda política de corte neoliberal es difícil de cuantificar: a la huelga general más contundente en décadas hay que sumarle una conflictiva gremial por sectores que se ha disparado en los últimos meses.
Pero no son los trabajadores, ni los jóvenes entre los cuales el desempleo alcanza ya la cota del 50 por ciento, los únicos “indignados”. La magnitud de los recortes en infraestructuras y obra pública –este año se gastará la mitad de lo que se gastó en 2010, un año ya marcado por la crisis– ha puesto contra el gobierno incluso a los conservadores de Convergencia I Unió, que gobiernan Cataluña y que han sido los más duros profetas del ajuste regional en los últimos tiempos.
A todo esto los mercados responden como lo hacen siempre: pidiendo más. Ayer la Bolsa de Madrid se dejó un 2,71 por ciento en el camino y la prima de riesgo que mide la confiabilidad del país para honrar su deuda pública se disparó hasta los 364 puntos. Las plazas financieras fruncen el ceño ante la fuerte recesión que se avecina y que ellas mismas contribuyeron a crear y Berlín y París miran cada vez con más desconfianza a Madrid, en un año en el que deberán desembolsar cerca de 60 mil millones de euros para permitirle al país honrar su deuda. Eso sí, para completar el chiste macabro de esta crisis sin fin, ayer la canciller alemana Angela Merkel se permitió afirmar en un debate público que “si vemos que hace falta gente en Alemania, y en España hay un 40 por ciento de jóvenes sin trabajo, no vamos a traer inmigrantes de afuera”.
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