EL MUNDO › BUSH PUEDE ANUNCIAR SUS NUEVOS PLANES EL 20 DE MAYO
Después de Irak, ¿viene Cuba?
Estados Unidos ha amenazado con “consecuencias” en caso de que el gobierno cubano no haga lo que quiere Washington. Y entre la guerra y las elecciones norteamericanas la tensión va en aumento.
Por Rosa Townsend *
Desde Miami
En el espacio político más importante de la televisión de Estados Unidos, “Meet the Press”, el presentador le preguntaba hace unos días al jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, si Cuba estaba “en la lista de países que pueden correr la misma suerte que Irak” y si, tras la ola de represión a disidentes políticos y ejecuciones sumarias, “EE.UU. tiene planes para liberar a Cuba”. Rumsfeld respondió que tal opción no está actualmente en el radar de Washington, pero matizó: “A menos que posean armas de destrucción masiva”. Y continuó: “Si nuestro país es amenazado, entonces la primera responsabilidad del gobierno es proteger la seguridad nacional”.
Ese tipo de preguntas eran impensables antes de la guerra de Irak, pero en el contexto actual son indicativas de la tensión entre EE.UU. y Cuba. La retórica de confrontación ha escalado a los niveles más altos de sus más de 40 años de Guerra Fría. Públicamente, casi todas las acusaciones han partido de La Habana, que después del aluvión internacional de críticas por los fusilamientos y la persecución de opositores culpó de ello a EE.UU. Fidel Castro acusó primero a George W. Bush de fomentar la subversión en Cuba a través de la sección de intereses –representación diplomática–, amenazando con cerrarla, y en su discurso del 1º de Mayo aseveró que Washington planea asesinarlo e invadir el país, en complicidad con el exilio de Miami.
Hasta el momento, EE.UU. ha respondido restringiendo los movimientos de diplomáticos cubanos en Washington y advirtiendo al gobierno cubano que los secuestros aéreos afectan la seguridad nacional y, si no actúan para evitarlos, podría haber consecuencias. También las habría si se produjera un éxodo marítimo hacia Florida. Lo que EE.UU. no ha especificado es qué tipo de consecuencias.
Kevin Whittaker, jefe de la Oficina de Cuba en el Departamento de Estado, afirma que si hubiera una “inmigración masiva, ilegal y desorganizada, sería nuestra responsabilidad responder”. El diplomático señala que “Cuba amenaza con una crisis migratoria en la que no estamos interesados”.
Whittaker se reunió el 25 de abril con el jefe de la sección de intereses de Cuba en Washington, Dagoberto Rodríguez, para trasmitirle “nuestra preocupación por los recientes secuestros”. Cuba inmediatamente interpretó la advertencia como una amenaza, que para Whittaker no es sino un intento de desviar la atención de lo que está pasando en Cuba. “Quieren sustituir los titulares con otras historias, en particular con una que se enfoque en las relaciones bilaterales.” Algunos observadores opinan, sin embargo, que EE.UU. está induciendo indirectamente un éxodo. Anya Landau, analista del Center for International Policy, señala que el Departamento de Estado “está incumpliendo su compromiso migratorio” de conceder 20 mil visas anuales. Desde octubre sólo ha emitido 670. La emigración ha sido una vía de escape para La Habana durante las peores crisis económicas, como la actual, subraya Landau. Y el cierre de esa salida aumentaría la asfixia económica, a la que ha contribuido la ilegalización de los viajes culturales a Cuba, impuesta por el Departamento del Tesoro el mes pasado (más de 25 mil norteamericanos viajaron bajo ese programa en el 2002).
Oficialmente, EE.UU. no ha elaborado una respuesta a la reciente represión política pero, de acuerdo con fuentes próximas a la Casa Blanca, lo hará en las próximas semanas, y girará en torno de un nuevo endurecimiento del embargo recortando las remesas familiares y los viajes. La tardanza se debe en parte a la disparidad de opiniones entre el exilio –con cuya opinión siempre ha contado el gobierno–, que ha dejado de ser un bloque monolítico. Sólo el sector más conservador y con más influencia, encabezado por los cuatro congresistas cubano-americanos, apoya otra vuelta de tuerca al bloqueo económico. “Castro tiene los días contados, pero hay que seguir reforzando el embargo y ayudando a los disidentes”, afirma el congresista Mario Díaz-Balart.
Otros grupos, como la Fundación Nacional Cubano-Americana –FNCA–, se han desplazado al centro político y creen que EE.UU. “no puede dejarse chantajear por Cuba”, puntualiza su director, Joe García. La FNCA está en contra de eliminar las remesas y los vuelos directos. Aún más lejos va el presidente de Cambio Cubano, Eloy Gutiérrez Menoyo, partidario de un diálogo “más que nunca necesario para conseguir cambios pacíficos”. El presidente Bush podría anunciar la nueva estrategia el 20 de mayo, fecha del aniversario de la independencia de Cuba, en que también se cumple un año del emplazamiento que hizo a Castro para celebrar elecciones y liberar a los presos políticos como “requisitos mínimos” para iniciar la normalización de relaciones.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.