Jueves, 13 de septiembre de 2012 | Hoy
EL MUNDO › ROMNEY CRITICó A OBAMA POR CENSURAR LA INTOLERANCIA RELIGIOSA
Mientras Obama y su canciller Clinton prometieron encontrar a los culpables del ataque al consulado de Benghazi y llevarlos ante la Justicia, Romney criticó un comunicado de la Cancillería emitido antes del asalto que criticaba la intolerancia religiosa.
Por David Usborne y Kim Sengupta *
En una sobria aparición en el Jardín de las Rosas con la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, a su lado, el presidente Barack Obama prometió ayer buscar y castigar a los responsables de las muertes de cuatro funcionarios estadounidenses, incluyendo al embajador Christopher Stevens, en Benghazi el martes a la noche. Condenando los ataques de una muchedumbre indignada por una película hecha en Estados Unidos en la que se burlan del islamismo, Obama dijo: “No se equivoquen. Trabajaremos con el gobierno libio para llevar a la Justicia a aquellos que atacaron a nuestra gente”. Pero la implicación era clara: si las autoridades libias no encuentran a los culpables, Estados Unidos sí lo hará.
Anteriormente, Hillary Clinton dijo que el ataque debería “sacudir la conciencia de la gente de todas las creencias en el mundo”, añadiendo que había sido llevado a cabo por un “pequeño y salvaje grupo de militantes” y no por la gente o el gobierno de Libia.
Las matanzas y un ataque anterior en la embajada estadounidense en El Cairo catapultará la política exterior nuevamente al centro de la escena en las elecciones, hasta ahora dominadas por temas domésticos. Mitt Romney abandonó una planeada aparición de campaña en Florida y dio una conferencia de prensa durante la cual mantuvo la crítica que había hecho a la noche, emitida por la Embajada de Estados Unidos en El Cairo, que parecía condenar tanto a los que hicieron la película como a los atacantes.
“Creo que es un camino terrible para Estados Unidos disculparse por nuestros valores. Cuando nuestras tierras son atacadas, la primera respuesta de Estados Unidos es estar indignados”, dijo Romney. El equipo de campaña de Obama no tardó en responder. “Resulta lamentable que el señor Romney utilice esta tragedia con fines electorales”, señalaron en un comunicado.
Que Romney eligiera responder a la tragedia reprochando aún más a Obama sobre lo que él llamó su política exterior de “pegue o yerre” puede o no darle dividendos. Lo que es seguro, sin embargo, es que él y su equipo no quieren que el foco salga de su tema preferido, la economía de Estados Unidos. Al mismo tiempo, Obama enfrenta enormes riesgos propios mientras sopesa la respuesta de Estados Unidos. Como primer paso, Obama ordenó aumentar la seguridad para los puestos diplomáticos. Minutos más tarde, el Pentágono dijo que estaba enviando un cuerpo de elite de marines antiterrorismo a Libia. Su tarea más urgente probablemente sea buscar a los asesinos de Stevens de manera que la promesa de Obama de traerlos ante la Justicia pueda ser cumplida rápidamente.
Stevens encontró la muerte en la ciudad a la que había llegado poco después del comienzo de la revolución libia, cuando era muy incierto que Muammar Khadafi dejara el poder. En los meses siguientes ayudó a que la revolución sobreviviera y finalmente triunfara. No hay duda de que su presencia, con un pequeño equipo de diplomáticos occidentales, ayudó a respaldar la moral del Consejo Nacional Transicional de la oposición, que tenía dudas y divisiones y estaba desencantado por no poder quebrar las defensas del régimen a pesar de la ayuda de los bombardeos de la OTAN.
Mientras asistía a las largas reuniones con los líderes de la oposición en Benghazi, el representante de Estados Unidos, urbano y de suave hablar, expresaría su frustración de no poder ver por sí mismo lo que sucedía en el frente. Algunos de nosotros cubriendo la lucha lo encontrábamos en nuestras breves visitas a la capital de Libia Libre y nos preguntaba sobre la actuación de las fuerzas rebeldes, su abastecimiento de armas y el apoyo que estaban recibiendo de la población en las ciudades y pueblos alrededor de Trípoli.
A diferencia de algunos de sus colegas británicos y franceses, Stevens y su equipo eran más cautos sobre lo que sucedería en Libia post-Khadafi. El sostenía que era vital que Occidente se mantuviera comprometido como un contrapeso para los islamistas de línea dura que se habían unido a los rebeldes.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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