Jueves, 13 de septiembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › LA INVESTIGACIóN POR LA DESAPARICIóN DEL TESTIGO JORGE JULIO LóPEZ EN 2006
Ante el pedido de la fiscalía, el Ministerio de Seguridad dispuso que agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria vuelvan a la pesquisa para revisar llamadas telefónicas de posibles sospechosos. Además, se sigue la pista de un ex espía.
Por Adriana Meyer
La causa que investiga la de-saparición de Jorge Julio López parecía estar en coma irreversible. Sin embargo, sus impulsores no se resignan y lograron una leve reanimación: el Ministerio de Seguridad de la Nación accedió al pedido de la fiscalía para que regresen a la investigación los funcionarios de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) con el objetivo de completar el entrecruzamiento de llamadas telefónicas del caso. Además, a instancias de los querellantes, fue localizado un ex agente de Inteligencia sobre quien se basa la pista más activa en este momento del expediente. De todos modos, a casi seis años del hecho nada se sabe del albañil que aportó su testimonio para condenar al genocida Miguel Etchecolatz ni sobre quiénes lo hicieron desaparecer.
El fiscal Marcelo Molina había enviado a la ministra de Seguridad, Nilda Garré, un oficio con el detalle de los “inconvenientes” que tuvo desde que se hizo cargo de la causa, una reseña en la que queda muy mal parada la Policía Federal por el desempeño de su “comisión López”. A modo de ejemplo, mencionó que los federales jamás tuvieron la base de datos completa para hacer los cruces de llamadas. La semana pasada, el fiscal fue convocado por la secretaria de Cooperación con los Poderes Judiciales, Cristina Caamaño, y dijo que tuvo “muy buena receptividad” porque le prometieron que la PSA retomaría la tarea que quedó inconclusa cuando esa fuerza se retiró del expediente por falta de fondos, incluso con un sistema más moderno, según comentó Molina a Página/12.
Quienes conocen el errático de-sarrollo de la investigación no se sorprenden, pero el sentido común lleva a preguntarse cómo es posible que a seis años todavía no se hayan realizado los cruces de las comunicaciones telefónicas de Los Hornos el 18 de septiembre de 2006. En rigor, la tarea la había comenzado la Policía Bonaerense, que la abandonó cuando fue apartada del caso por las sospechas de que alguno de sus miembros haya sido partícipe del secuestro del testigo. La PSA abordó el cruce con un sistema denominado I-2, pero sus agentes también se fueron del expediente. Desde entonces, poco o nada hizo la fuerza que quedó a cargo, la Federal. “Nos tomaron el pelo a la Justicia y a los querellantes. Nos cansamos”, dijo indignado a este diario el querellante Aníbal Hnatiuk. “Es cierto que los pedidos que hicimos son complejos, necesitás un pizarrón para explicarlos, pero no nos pueden decir luego de dos meses que no pudieron abrir un CD o que está todo listo y en sus propios listados hay un nombre que ‘no está’”, describió con bronca.
Por eso, piensan expresar al juez federal Manuel Blanco “a 70 meses del secuestro y la desaparición de Jorge Julio López” su “profunda preocupación por la forma en que se está llevando adelante la investigación”. Hnatiuk y Justicia Ya! tienen en claro que algunas pruebas ya se perdieron o serían de resultado nulo, como si se pretendiera rastrear con perros la zona donde el testigo fue visto por última vez. Pero otras, muy pocas por cierto, no se alteran con el paso del tiempo, entre ellas los entrecruzamientos de llamadas telefónicas. El abogado concluyó que lo que hicieron fue una “burla”, que no estuvieron a la altura de las circunstancias y de la trascendencia histórica de resolver qué pasó con López. Y recordó que en abril de 2008, cuando fue apartada la Bonaerense, la Cámara Federal ordenó la creación de la Unidad Especial para esclarecer la de-saparición del “ciudadano López”, que debía tener tecnología adecuada y dar cuenta cada tres días de sus avances.
Ahora bien, ¿estos cruces son al azar o los investigadores están buscando a alguien? De las tres o cuatro hipótesis más fuertes, hay “una línea interesante” que les genera cierta “expectativa y especial interés”, dijo a Página/12 uno de ellos. Se trata de una persona que fue parte del aparato de inteligencia durante la dictadura, que tenían identificado pero durante meses no podían ubicar hasta que la querella aportó datos. Entonces serán analizadas las comunicaciones de quienes podrían tener una motivación para atentar contra López, personas involucradas en alguna parte de la maquinaria del terrorismo de Estado.
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