Desde Danville, Kentucky

Paul Ryan y Joe Biden se desplegaron en el vital campo de batalla del estado de Ohio, cada uno buscando capitalizar su bravucón y persuasivo debate vicepresidencial generalmente considerado aquí, en la jerga futbolera, como un empate con muchos goles. En su encuentro de 90 minutos, cada uno hizo lo que debía hacer.

Biden fascinó a los demócratas haciendo lo que Obama tan conspicuamente dejó de hacer en su debate con Mitt Romney la semana pasada. Llevó la batalla al campo de los republicanos, desafiando a Ryan cada vez que pudo, desde política exterior hasta salud y economía, aun en el delicado y altamente sensible tema del aborto. Pero el republicano, que es 27 años menor que Biden, no se dejó intimidar, dando varios golpes fuertes en su primera aparición en un escenario nacional tan sobrecogedor. También evitó importantes errores que podrían haberle quitado fuerzas a Romney, cuando éste está empatando en las encuestas nacionales y estatales, incluso con algo de ventaja en algunas.

Sobre los temas, tanto Ryan como el vicepresidente establecieron las posiciones de sus respectivas campañas que ofrecen a los votantes estadounidenses una de las opciones más difíciles de las últimas elecciones. Pero sus estilos eran muy distintos. Ryan era más medido y analítico, como corresponde a un experto fiscal y presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara; Biden surgió como una mezcla de erosionado viejo estadista y campechano perro de presa.

Interrumpiendo frecuentemente a su oponente, se sonreía, a veces rompiendo en una risa sarcástica para enfatizar su desdén por lo que estaba diciendo su oponente. “Con el debido respeto, eso es un montón de tonterías”, fue la respuesta de Biden cuando Ryan condenó “el desa-rrollo de la política exterior de Obama” expuesto por los hechos recientes en Medio Oriente.

Las reacciones post-debate reflejaban ese contraste. “Estos tipos han estado vendiendo chicanas y mentiras”, dijo el gobernador demócrata de Maryland, Martin O’Malley, de los candidatos republicanos, “y Biden les sacó la careta”. Los republicanos se enfocaron más en la conducta de Biden, sosteniendo que había dañado a su propio partido. Karl Rove, el ex estratega de George W. Bush, comparó la risa del vicepresidente con los suspiros de Al Gore durante su debate contra Bush en 2008, por el cual fue ampliamente criticado.

Minutos después de que terminara el debate, el Comité Nacional Republicano emitió un video en Internet, Riéndose de los temas. En una de las cosas en que la mayoría de los comentaristas estaba de acuerdo fue que el escandaloso encuentro fue un gran entretenimiento. Cuántas opiniones puede haber cambiado, es otro asunto.

Históricamente, los debates vicepresidenciales han sido un tema secundario. Los veredictos estaban divididos. Una encuesta al instante de CNN registró que los votantes tenían a Ryan por ganador por un escaso margen de 48 a 44 por ciento, pero un ejercicio similar de la red CBS lo daba a Biden como ganador convincente. Las últimas encuestas confirman que la carrera presidencial está cabeza a cabeza, no sólo a nivel nacional, sino en un puñado de estados oscilantes, sobre todo Ohio, Florida y Virginia, donde el resultado del 6 de noviembre será determinante.

Intrade, el mercado de predicciones que tiene un record impresionante siguiendo elecciones estadounidenses, lo dio ganador a Obama por un 63 por ciento, menos que el 80 por ciento que tenía el presidente antes de su pobre actuación en el primer debate y el alza en las encuestas para Mitt Romney.

El foco ahora se vuelca al próximo debate presidencial, en la Universidad de Hofstra, en Long Island, Nueva York, el próximo martes. Obama se tomó el día libre ayer de la campaña para poner a punto lo que seguramente será una actuación más agresiva que la de la semana pasada, cuando dejó pasar a Romney muchas afirmaciones sin objetar, para consternación de sus partidarios. Por unos días, ese vacío se llenó aquí con la actuación batalladora de Biden.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.