Sábado, 13 de octubre de 2012 | Hoy
EL PAíS › PEDRO ANDEREGGEN, EL ABOGADO QUE INTENTO IMPEDIR EL ABORTO NO PUNIBLE EN LA CIUDAD
Fue quien presentó el amparo que al final fulminó la Corte Suprema. Antes había buscado impedir los matrimonios igualitarios. Y protagonizó la agresión a una muestra de León Ferrari. En los ’80, operó para el Ejército en busca de la anulación del juicio a Camps.
Por Emilio Ruchansky
El abogado Pedro Javier María Andereggen protagonizó esta semana un raid jurídico y mediático al interferir, amparo mediante, un aborto no punible en la ciudad de Buenos Aires, programado para el martes pasado en el Hospital Ramos Mejía. Ese día se pavoneó en la entrada del hospital, discutió con periodistas y arguyó, sobre la mujer que pidió interrumpir un embarazo producto de una violación en el marco de la trata con fines de prostitución: “¿Cómo va a tener esa mujer libertad de matar a otra persona?”. Andereggen, un militante todo terreno contra el matrimonio igualitario y otras iniciativas que “ofenden” las convicciones de la cúpula de la Iglesia, empezó su carrera protagonizando una operación del Ejército para anular la causa Camps (ver aparte). “No tengo ideología, solo soy un defensor de los derechos naturales humanos”, aclaró Andereggen a este diario. A juzgar por su entorno y amistades, debe haber crecido en una burbuja.
La medida cautelar en cuestión, anulada por la Corte Suprema de la Nación, fue interpuesta el viernes de la semana pasada por Andereggen “a pedido” de la Asociación Civil para la Promoción y Defensa de los Derechos de la Familia. “No soy parte de la Comisión Directiva, solo los asesoro jurídicamente”, aseguró. Según él, esta Asociación no es “declamatoria”: tiene una casa de abrigo para mujeres violadas y también para embarazadas en situación de riesgo por su situación socioeconómica. “Está autorizada por el Estado de la Ciudad desde hace más de 10 años”, aclaró.
Ese hogar, con capacidad para quince personas, recibe a mujeres provenientes de distintos servicios de salud públicos. “Ahí los propios médicos y algunos voluntarios les dan la opción de utilizar este servicio. La mayoría de las chicas, cuando son asistidas y se les da contención, no abortan. Si están desprotegidas sí quieren abortar”, advirtió. La posibilidad de que una mujer que fue violada, quedó embarazada, tuvo contención, asistencia y quiere abortar, pueda hacerlo, no entra en los cálculos de Andereggen. Y cuando ocurre, él hace lo imposible para negar ese derecho.
“Nos trataron de fundamentalistas. Pero nosotros solo defendemos el derecho a la vida, que es preexistente al Estado. Es un derecho absoluto, como la prohibición de la tortura”, señaló. El martes pasado, en el Hospital Ramos Mejía, trató de “ignorante”, “maleducada” y “promotora ideológica” a una periodista del Canal C5N. Su furia provenía de una observación que hizo Débora Plager sobre los “derechos del niño por nacer” que mencionó este abogado. “¿De qué niño está hablando, doctor? Usted sabe que ni siquiera la ciencia tiene una posición uniforme respecto de que las primeras semanas de gestación eso se pueda considerar un niño y usted ya habló de homicidio.”
En 2007, Andereggen –recordó a este diario– enjuició a la administración de Jorge Telerman por una resolución que permitía algunos abortos no punibles, amparados por el Código Penal. Un año antes hizo lo propio en el caso de una joven de 19 años con padecimiento mental, violada por su padrastro. Esa práctica médica se realizó, finalmente, en una clínica privada gracias al aporte económica de una ONG defensora de los derechos humanos. Luego, este abogado demandó ante la Justicia a la madre de la joven, aunque la causa no prosperó.
“Me parece que es un profesional que defiende con coraje el primer derecho humano: el derecho a la vida”, comentó a Página/12 Mónica del Río, titular de la Red Federal de Familias, cercana a Andereggen y más afín a las cámaras que éste. Del Río suele llevar en su bolsillo una artesanía en miniatura, de apenas centímetros, que simula un embrión. Es su carta sorpresa si el debate que ella genera la sobrepasa. A esa Red Federal se suman otras asociaciones provida muy activas, como Fundación Argentina del Mañana y Acción por la Vida y la Familia.
“Son seres humanos inocentes, son personas desde la concepción. Y no intercedo porque soy católico. Hay muchos ateos, agnósticos y personas de otras religiones que piensan los mismo”, insistió Andereggen. Este letrado es socio de la Corporación de Abogados Católicos. Aunque afirmó que actualmente ya no trabaja con la cúpula de esta corporación, a quienes conoce y define como “personas excelentes”. En 2004 patrocinó a su titular, Alberto Solanet, en la avanzada judicial para cerrar una exposición de León Ferrari, que contenía una fuerte crítica a la Iglesia.
Andereggen viene nadando a contracorriente de las libertades individuales y de la ampliación de derechos y sacó la cabeza en 2009, por ejemplo, cuando participó del bombardeo de medidas cautelares, para frenar en la ciudad de Buenos Aires el primer matrimonio igualitario en Argentina. “Nos hizo la vida imposible. Nos fuimos a casar a Tierra del Fuego y nos la siguió, porque nos armó una causa penal por desobediencia. Que se la ganamos”, recordó José María Di Bello, uno de los integrantes de esa pareja. Y agregó: “Está al servicio de los sectores más políticos y jerárquicos de la Iglesia”.
Al ser consultado al respecto, este abogado negó cualquier vínculo con el fascismo local, sean falangistas o ultramontanos. Su hermano, Ignacio, es sacerdote y licenciado en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina y frecuente orador del Centro de Formación San Bernardo de Claraval. Otros disertantes son el ex teniente coronel Santiago Roque Alonso, propietario de la antisemita revista Patria Argentina; los hermanos Antonio y Mario Caponetto, de la revista falangista Cabildo, y Guillermo Rojas, autor del libro Treinta mil desaparecidos, realidad, mito o dogma.
Otro conferencista regular de las formaciones de San Bernardo de Claraval, financiadas por Cabildo y la editorial Santiago Apóstol, es el ex capellán militar Antonio Baseotto, el mismo que dijo que el entonces ministro de Salud nacional, Ginés González García, merecía que “le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar” por proponer legalizar el aborto. “No comparto la filosofía de los integrantes de Cabildo, sí estamos de acuerdo en rechazar el aborto y el matrimonio gay. Y nunca fui a los cursos de formación”, aseguró. Luego pidió a este cronista, lo que en su práctica jurídica él niega a los demás: “Por favor, sea justo y objetivo”.
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