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El Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST) y la Central Unica de los Trabajadores (CUT), dos de los más antiguos aliados del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se distancian del gobierno. La CUT, la mayor central sindical del país, que Lula ayudó a fundar en 1980, concluyó ayer una congreso nacional en el que desaprobó la reforma al sistema de seguridad social presentada por Lula a consideración del Congreso y que afecta principalmente a los empleados públicos. La central sindical presentará una propuesta alternativa el miércoles, cuando promete realizar una gigantesca protesta en Brasilia. El MST suspendió la tregua que había concedido al gobierno para que pusiera en marcha la reforma agraria.
“Tenemos una historia de más de 20 años de autonomía total en relación a los gobiernos, a los partidos y a las religiones y vamos a mantenerla”, advirtió el dirigente sindical Luiz Marinho, un amigo de Lula que fue elegido ayer como nuevo presidente de la CUT. “No vamos a colocarnos a favor del gobierno, vamos a colocarnos a favor de los trabajadores”, agregó. Las advertencias fueron hechas tres días después de que Lula, que participó en la ceremonia de apertura del Octavo Congreso Nacional de la CUT, en San Pablo, fuera abucheado por varios sindicalistas.
En una demostración de esa independencia, cerca del 75 por ciento de los 2735 delegados que participan en el congreso de la CUT aprobó un documento con críticas a varias de las medidas de la reforma del gobierno al sistema de pensiones. Los sindicalistas rechazaron las medidas que reducen el valor de las pensiones, aumentan la edad de jubilación de los empleados públicos y obligan a ex funcionarios del Estado ya jubilados a seguir contribuyendo con el sistema de seguridad social. “Vamos a reformar esa reforma”, aseguró Marinho.
Otro viejo aliado del socialista Partido de los Trabajadores (PT) de Lula que dio muestras de alejamiento del gobierno fue el Movimiento de los Sin Tierra (MST), el combativo movimiento campesino que lucha por la reforma agraria. El grupo, que dice representar a cinco millones de campesinos que buscan tierras para cultivar, intensificó en las últimas semanas las ocupaciones de haciendas y las manifestaciones de protesta.