Miércoles, 10 de abril de 2013 | Hoy
EL MUNDO › MARK WEISBROT, CODIRECTOR DEL HETERODOXO CENTER FOR ECONOMIC AND POLICY RESEARCH DE WASHINGTON
El analista Weisbrot descarta la posibilidad de una hecatombe, a la vez que explica que las dos devaluaciones eran necesarias en un régimen de tipo de cambio fijo “porque su inflación era mayor que la de sus socios comerciales”.
Por Marcelo Justo
Los vaticinios apocalípticos sobre la economía venezolana abundan tanto en el propio país como en el extranjero. Las dos devaluaciones del presidente en funciones Nicolás Maduro en los últimos dos meses sirvieron para abonar las tesis de los que predicen el colapso de la economía y aseguran que el modelo chavista es insostenible. Si la tasa de pobreza cayó en un 37,6 por ciento y la de pobreza absoluta en un 57,8 por ciento desde 1999, sus críticos aseguran que fue a costa de la salud de la economía misma. El año pasado Venezuela creció más de un 5 por ciento, pero según la proyección del Banco Mundial este año lo hará a sólo un 1,8 por ciento. Página/12 dialogó con el codirector del heterodoxo Center for Economic and Policy Research de Washington, Mark Weisbrot, quien publicó poco antes de las elecciones del año pasado un informe sobre la economía venezolana en el que descartaba la posibilidad de una hecatombe.
–Desde aquel informe ha habido dos fuertes devaluaciones. ¿No ha cambiado de opinión?
–Venezuela tiene problemas económicos, pero todos son perfectamente solucionables. En otras palabras, la economía venezolana no tiene un problema de sostenibilidad. En 2006 en Estados Unidos hubo una burbuja inmobiliaria que inevitablemente iba a terminar en desastre. Era un desequilibrio insostenible. En Venezuela las devaluaciones se deben a que eran necesarias en un régimen de tipo de cambio fijo porque su inflación era mayor que la de sus socios comerciales. En los ’70 esto no habría importado porque una inflación del 20 por ciento era común. Ahora, como las otras economías tienen una inflación más baja, la moneda venezolana termina apreciándose. Las devaluaciones sirvieron para corregir este desequilibrio.
–Sin embargo, el gasto fiscal creció en un 30 por ciento el año pasado y el déficit fiscal es de alrededor de un 12 por ciento. ¿Es esto sostenible o el gobierno tendrá que achicar inevitablemente el gasto?
–No creo que un gasto de esa magnitud se pueda sostener durante 10 años, pero sí por un tiempo considerable si uno tiene una estructura de deuda como la que tiene Venezuela. En un país exportador de petróleo hay que fijarse en dos cosas para analizar la estructura de su deuda. Está la deuda externa y la interna. La interna es en bolívares y a una tasa de interés cero o negativa si se toma en cuenta la inflación, de manera que no afecta al gobierno. En cuando a la deuda externa, cuando uno la analiza en términos de las exportaciones, que es el patrón de medida más estricto, ve que es perfectamente sostenible. Los intereses constituyen entre un 3 y un 4 por ciento de sus exportaciones. Medido en relación al Producto Interno Bruto, la deuda pública venezolana no llega al 50 por ciento. En comparación, la Unión Europea tiene una deuda del 82 por ciento y países en crisis como Grecia o Italia superan generosamente el ciento por ciento.
–De manera que hay espacio para que el Estado estimule la economía.
–Con estas cifras de fondo tendrían que hacer más e invertir en infraestructura, en lo posible siguiendo el modelo chino en el que no se importa todo lo que se necesita, sino que se activa la propia industria. Lo que está claro es que la solución no es la austeridad. Si uno mira lo que sucedió después de 2002, la economía se duplicó en los siguientes cinco años en términos reales, es decir, una vez tomada en cuenta la inflación. El sector privado respondió a esto y fue un gran creador de empleo.
–En su análisis del año pasado usted criticaba al gobierno por no haber invertido de manera contracíclica, es decir, aumentando el gasto en un momento de desaceleración económica.
–En el último trimestre de 2008 y en 2009 no lo hicieron y por eso tuvieron una recesión por un año y medio. Lo podrían haber evitado. No creo que vuelvan a cometer el mismo error. Venezuela no tiene el problema del euro. Tiene su propia moneda, de manera que su vulnerabilidad está por el sector externo, es decir, por la posibilidad de una crisis en la balanza de pagos. La mayoría de los comentaristas contrarios al chavismo, es decir, la gran mayoría de lo que se lee en el extranjero, apuntan a esto porque es la única vía por la que podría haber una crisis terminal. Esta crisis no se va a producir por tener una inflación del 20 o el 30 por ciento. Es un problema, sería mejor que estuviera más baja, pero no es una hiperinflación. Corea del Sur tuvo más del 20 por ciento de inflación durante los ’70 cuando eran la economía que más crecía en todo el mundo. De manera que la única esperanza para los que quieren ver el fin del actual gobierno es una crisis de la balanza de pagos. Dada la estructura de la economía venezolana, no creo que esto sea posible.
–Usted dijo que convendría que la inversión en infraestructura se hiciera con empresas venezolanas. Este ha sido un problema que Hugo Chávez no pudo resolver, el de la diversificación económica respecto del petróleo.
–Los primeros cuatro años Chávez tuvo que concentrarse en la mera supervivencia por los ataques de la oposición que llevaron al golpe militar de 2002. Una vez pasado esto se concentró en los programas de salud y educación. Diversificar una economía es una cosa muy difícil. El gobierno de Ecuador es uno de los mejores que he conocido, pero no pudo diversificar la economía. Es difícil, toma mucho tiempo. El gobierno de Chávez lo intentó, pero podría haber hecho más. Podría haber tenido una política industrial eligiendo un sector para desarrollar con incentivos tal como hicieron Corea del Sur o China o Japón. Este proceso tiene que ser liderado por el Estado en los países en desarrollo. Pero es difícil. Creo que Venezuela no tenía la capacidad administrativa para un programa de esta naturaleza y por eso Chávez no lo hizo.
–Con la muerte de Chávez, ¿cómo va a ser el poschavismo a nivel económico?
–Es difícil de prever porque dependerá de las medidas que se adopten. El escenario catastrófico ha sido muy exagerado: no va a suceder. Si lanzan un buen programa de inversión en infraestructura, la economía va a crecer nuevamente y el crecimiento tiene su propia dinámica al reducir la pobreza, incrementar el empleo y estimular al sector privado. Es lo que pasó después de 2002 y volvió a suceder en los dos últimos años.
–¿Hay posibilidad de que restrinjan lo que se ha llamado la petrodiplomacia, la venta de petróleo a precios preferenciales?
–No creo porque es muy importante para ellos. Una cosa de la cual no se escribe en la prensa internacional es que Venezuela es probablemente el principal objetivo de Estados Unidos después de Irán. Han invertido mucho dinero en desestabilizar a Venezuela. Acaba de salir un nuevo memo de Wikileaks sobre los planes del ex embajador en Caracas William Brownfield para desestabilizar al gobierno de Hugo Chávez. El plan era muy claro: sacarlo a Chávez. De manera que es posible que hagan algún recorte, pero nada sustancial, porque es muy importante para ellos y tienen una visión de una integración profunda de América latina y el Caribe.
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