Sábado, 21 de septiembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Robert Fisk *
Khaled Erksoussi tiene previsto abandonar Siria. El secretario general de Damasco de la Media Luna Roja Siria, 22 de cuyos voluntarios ya se han muerto en la guerra, fue despedido esta semana de su trabajo a tiempo completo en una empresa de telecomunicaciones de Damasco, probablemente porque pasa demasiado tiempo en el trabajo humanitario. La Media Luna Roja no puede pagarle su antiguo salario. Además, el dinero de los donantes se está acabando, los voluntarios capaces ya están siendo contratados furtivamente en el extranjero. ¿Y quién quiere pasar su tiempo llenando bolsas con cadáveres que ya tienen tres días y negociando con hasta 12 grupos diferentes en las líneas del frente? Porque esto también es una historia horripilante. Lector, esté atento.
“Parece que no hay más dinero de donde provenía el dinero donado”, dice. “Todos nuestros socios están sufriendo. Quizá la política está tomando nota ahora.” Notaron que cuando sucedió la cuestión de las armas químicas, en el Consejo de Seguridad de la ONU, la primera decisión fue ir e investigar, pero ¿qué sucede con la parte médica? “El informe muestra lo que es importante: encontrar a los culpables. La víctima no importa.”
Erksoussi es un hombre difícil de disuadir. Los inspectores de la ONU no fueron enviados a señalar con el dedo a los culpables, pero él tiene un argumento difícil de rebatir. Señalando con el dedo se obtiene más crédito que comprendiendo la tragedia por la que pasan los compañeros de trabajo de Erksoussi.
Tomemos las recuperaciones de los cuerpos. La mayoría de ellos son soldados muertos por los rebeldes, docenas de ellos. A menudo traídos a la casa de Erksoussi de a tres por vez. “A veces los insurgentes juegan sucio. No hace mucho tiempo, fuimos a recoger los cadáveres de tres soldados. Pero con el último cuerpo que llevábamos, nuestra gente pensó que algo andaba mal. Uno de los cuerpos parecía tener cables. Lo dejamos en su lugar. Ahora hemos exigido que todos los cuerpos que nos traen deben ser examinados antes de sacarlos. Ambas partes deben sacar lo que sea que tienen los cadáveres, incluso municiones. Yo no quiero tener una granada de mano en una ambulancia... ”
Más recientemente, la Media Luna Roja ha estado transportando alimentos ya cocinados a Raqaa, la prisión de Alepo, un gran bloque ocupado por las fuerzas del gobierno y los guardias, pero totalmente rodeado por los rebeldes, en la que cientos de prisioneros –criminales comunes, detenidos e insurgentes enemigos del gobierno– están presos en medio de la suciedad y la falta de elementos sanitarios y de artillería.
“Logramos sacar a decenas de presos que oficialmente habían terminado sus sentencias y que sólo necesitaban una salida segura. Pero la primera vez que fuimos allí, uno de los grupos rebeldes disparó una granada propulsada por cohete a uno de nuestros coches. Le erraron. Todo estaba en su lugar y listo con todos los grupos, pero uno de este grupo dijo: ‘Estamos molestos porque ustedes no hablaron con nosotros’. Nosotros dijimos: ‘Bueno, vamos a gritar la próxima vez. Pero simplemente no disparen’. Pero más tarde los insurgentes hirieron a un voluntario y mataron a un juez del gobierno que estaba con nosotros. La última vez, tuvimos un equipo en Deir el-Zour y ellos fueron detenidos por las fuerzas de al-Nusra durante siete horas. Estábamos con un equipo de la Cruz Roja Internacional y al-Nusra odia lo que ellos llaman ‘la maldita Cruz Roja’. Dijimos, bueno, ‘usted ha estado comiendo alimentos con cruces rojas de la CICR sin preocuparse demasiado’.”
Erksoussi cree que la lucha en torno de Damasco se ha vuelto más feroz, pero “no se puede ganar con la fuerza –esto es lo que ambos lados creen ahora–. Lo que les impide a ambos lados detenerse es el ‘ego’. No es como si fueran iguales. Cuando un gobierno cree que lucha contra los terroristas o contra el ‘mal’, igual tiene que ser responsable de los civiles. Pero a menos que se detenga la entrada de armas y dinero, la lucha continuará para siempre. No puedo decir que este lugar se va al infierno, porque ya está ahí”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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