Sábado, 2 de noviembre de 2013 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Edward Snowden
Me dijeron que le escribiera a usted con respecto a su investigación sobre el espionaje masivo.
Soy Edward Joseph Snowden, ex empleado como experto técnico de la agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA), la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA).
En el curso de mi servicio a esas organizaciones, fui testigo de sistemáticas violaciones a la ley por parte de mi gobierno, lo que me creó el deber moral de actuar. Como resultado de las informaciones sobre esas preocupaciones, me enfrenté a una severa y sostenida campaña de persecución que me obligó a separarme de mi familia y mi hogar. Actualmente estoy viviendo en el exilio bajo el otorgamiento de un asilo temporario en la Federación Rusa de acuerdo con la ley internacional.
Estoy alentado por la respuesta a mi actuación de expresión política, tanto en Estados Unidos como en otros lugares. Los ciudadanos de todo el mundo, así como los altos funcionarios –incluyendo a los Estados Unidos– han juzgado la revelación de un inexplicable sistema de vigilancia total como un servicio a la opinión pública. Esas revelaciones sobre el espionaje han generado muchas propuestas de muchas leyes y políticas para dirigirlas a anteriores abusos ocultos a la confianza pública. Los beneficios a la sociedad de este creciente conocimiento son cada vez más claros, así como los supuestos riesgos se han mitigado.
Aunque el resultado de mis esfuerzos se ha demostrado positivo, mi gobierno continúa tratando el disenso como deserción y busca criminalizar el discurso político con cargos de delitos graves que no admiten defensa. Sin embargo, decir la verdad no es un crimen. Confío en que con el apoyo de la comunidad internacional, el gobierno de Estados Unidos abandonará esta conducta dañina. Espero que cuando las dificultades de esta situación humanitaria se hayan resuelto, podré cooperar en aclarar de manera adecuada y legal ese estado de cosas en relación con esas informaciones publicadas por la prensa, en especial en lo referente a la verdad y la autenticidad de los documentos, como apropiados y de acuerdo con la ley.
Espero poder hablar con usted en su país cuando se resuelva la situación y le agradezco sus esfuerzos en salvaguardar las leyes internacionales que nos protegen a todos.
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