Naciones Unidas denunció ayer que las desapariciones forzadas se han convertido en una táctica de combate en Siria, donde son perpetradas por las fuerzas gubernamentales como parte de “una campaña generalizada de terror contra la población civil”, lo que las convierte en un crimen de guerra. La comisión investigadora de la ONU sobre los crímenes en el conflicto sirio, presidida por el brasileño Paulo Sergio Pinheiro, publicó el resultado de las indagaciones centradas en el aumento de estas prácticas en Siria. Por la amplitud del número de casos y la diversidad de las víctimas, la investigación concluye que las desapariciones forzadas se convirtieron en una práctica habitual en todo el país. Sin embargo, el documento no ofrece cifras específicas de víctimas porque, aseguran las autoridades a cargo de su elaboración, “el clima de terror instaurado hace que sólo una fracción del número de desapariciones se reporte oficialmente”. Si en la primera etapa de la crisis siria estas desapariciones eran empleadas por el gobierno para silenciar a la oposición e infundir miedo entre familiares y amigos de manifestantes, activistas y blogueros, ahora alcanzan también a personal médico, disidentes, opositores heridos y a personas que buscan información sobre desaparecidos. “Las desapariciones forzadas han sido perpetradas por personal de inteligencia y de seguridad, así como por el ejército sirio”, afirma la comisión.