Martes, 11 de febrero de 2014 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA A GILBERTO CARVALHO, SECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA BRASILEñA
Carvalho, uno de los principales ministros de Rousseff, cuestiona el modelo de seguridad heredado de la dictadura. “La policía arrojó gasolina sobre el fuego de las manifestaciones.” El tiene la misión de dialogar con los protagonistas de los rolezinhos.
Por Darío Pignotti
“La policía fue formada ideológicamente para ver a los manifestantes que protestan contra la Copa como si fueran enemigos a los que deben disparar balas de goma; se trata de una concepción de la seguridad heredada de la dictadura que necesita ser superada.” La afirmación pertenece a uno de los ministros centrales del gobierno brasileño, el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, que recibió a Página/12 en su soleada oficina del Palacio del Planalto, a metros del despacho de Dilma Rousseff.
“Sabemos que, de hecho, la policía ha arrojado gasolina sobre el fuego de las manifestaciones, lo que aumentó la indignación de la población; eso pasó en junio del año pasado durante la Copa de las Confederaciones y este año en los rolezinhos de los adolescentes que llegaban en grandes grupos a los shoppings. Este modelo de seguridad necesita cambios, el Estado brasileño fue montado por las elites para proteger su acumulación y reproducción de la riqueza, y el aparato de seguridad fue creado para contener a los que se oponen a ese proceso de acumulación económica”, observa el funcionario.
Un dicho popular afirma que en Brasil el año recién empieza después del Carnaval, costumbre que no se aplica al agitado 2014, iniciado políticamente en la primera quincena de enero con las reuniones de gabinete citadas por una Dilma preocupada ante la recia respuesta policial contra la inundación de adolescentes pobres en los shoppings. En esos días la prensa divulgó un documento del Ministerio de Defensa contemplando la posibilidad de que las fuerzas armadas actúen contra movimientos sociales y organizaciones populares, mientras la policía de Brasilia declaraba una huelga blanca y amenazaba boicotear la Copa, y sectores de la policía federal declaraban su intención de ir al paro.
–Hay un proceso de politización de las policías provinciales, en donde el ejemplo más claro ahora es la huelga de la policía de Brasilia, pero es política menor, contra un gobernador (Agnelo Queiroz, del Partido de los Trabajadores), mientras en el resto del país veo las resistencias de las policías provinciales para cambiar sus antiguas estructuras. Y sumado a esto, tenemos la costumbre de los sindicatos policiales, que pueden querer aprovechar la Copa del Mundo, cuando la presencia de la policía es muy importante, para poner el cuchillo en el pescuezo de las autoridades para exigir aumento salarial. Pero esto no llega a configurar un partido policial.
–Sabemos que habrá manifestaciones, es natural que las haya en un país democrático, pero tienen que ser sin violencia; entre los manifestantes, hay grupos minoritarios que atacan a símbolos del capitalismo, incendian bancos, apedrean concesionarias de autos importados. Estamos preocupados, pero creemos que no habrá un incendio. El mes pasado fui al Foro Social Mundial en Porto Alegre, estábamos cenando, cuando el gobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, pidió disculpas para atender un problema entre manifestantes y policías. El gobernador ordenó no reprimir, pero no es fácil que el policía se quede inmóvil mientras unos muchachos lo insultan, lo escupen.
–Considero casi imposible que haya problemas graves, y si como esperamos, todo va bien en la Copa, todo es fiesta, incluso si Argentina sale campeón (risas), esto permitirá que la vida de la gente siga normal y esto no beneficiará especialmente la candidatura de Dilma. Pero si la Copa fuera afectada por hechos violentos, se suspendiera algún partido, o algo así, lo que me parece improbable, esto sí puede afectar a la presidenta; por eso estamos trabajando fuertemente para que todo salga bien, queremos que la población participe en atividades culturales, que haya grandes centros de recreación donde festejar, no sólo en los estadios, mostrar a la gente que la Copa es una gran oportunidad para el país, va a traer turistas, va a dejar obras para la gente, avenidas, aeropuertos, esperamos que haya un clima de movilización positiva.
Gilberto Carvalho es uno de los contados cuadros del PT que lleva once años en el Palacio del Planalto, durante los dos gobiernos de Lula y lo que va de la gestión dilmista: es un político atildado, capaz de sobrevivir en las alturas del poder sin descuidar su vínculo con los movimientos sociales, que lo tienen como el principal interlocutor del gobierno. A él le fue confiada la misión de dialogar con los jóvenes que protagonizaron los rolezinhos de enero pasado.
–Es muy difícil preverlo, creo que en esos jóvenes están en el centro de una disputa ideológica y política que plantea un desafío a nuestro proyecto, que fue exitoso al proporcionar un futuro a esos jóvenes, al derribar los muros que les permiten ir multitudinariamente a los shoppings, en haber generado nuevos consumidores, pero allí comienza la batalla cultural. Esos chicos están cautivados por los valores del consumo, del exhibicionismo, algunos entran a las tiendas de marcas caras no a comprar, sólo se prueban ropas y se fotografían para mostrarlas en Facebook. Sus valores son parecidos a los que divulga la televisión, y nuestro desafío es disputar esa hegemonía, proponiéndoles la solidaridad, la paz, el respeto a la mujer. Tenemos que ser capaces de ofrecerles un proyecto que les despierte nuevos sueños. Nosotros ganamos las elecciones de 2002, 2006 y 2010, ahora tenemos que revisar algún agotamiento de nuestras propuestas para hacerlas nuevamente atractivas a la población.
–Espero que Lula vuelva a la presidencia en 2018, creo que es posible que vuelva y pienso que hay que trabajar para ello. Si Lula retornara en 2018 no es sólo alguien que regresa al poder después de dos gobiernos (2003-2010): Lula es una expresión del pueblo brasileño, él es alguien que fortalece la autoestima del pueblo. Yo creo que con Lula en el gobierno de 2018 al 2022 cerraríamos un ciclo.
Hubo un tiempo en que los ministros brasileños comenzaban a carraspear cuando se los consultaba sobre la democratización de los medios. A Gilberto Carvalho no le tembló la voz, ni empleó eufemismos para tratar el tema. “Creo que el debate sobre la democratización es irreversible, y que ya comenzó a relativizarse el monopolio absoluto de la información, que está siendo quebrado a través de la contrainformación en las redes sociales, en los blogs. En Brasil, los medios tradicionales criminalizaron el debate sobre la democratización diciendo, astutamente, que el gobierno busca tener medios oficialistas para restringir la libertad, cuando lo que queremos es ampliar la libertad”, señaló Carvalho.
El ministro insistió con la idea de la desconcentración mediática, pero no enunció una ley de medios. “Queremos que más sujetos tengan acceso a los medios, que se puedan ver otros puntos de vista, nosotros queremos que la realidad no sea filtrada por los dueños de los medios. Pero la presidenta Dilma no enviará una ley al Congreso para que sea derrotada, es preciso que antes de proponer una legislación haya un trabajo de convencimiento de la población, que ya comenzó a relativizar lo que dice la prensa tradicional, cuya credibilidad está cayendo. Creo que antes de enviar una ley necesitamos que haya medios para que se dé un tratamiento democrático a la información; no hablo de medios oficialistas sino de medios que permitan al lector o al televidente acceder a varios puntos de vista.
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