Martes, 8 de julio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › NICOLAS SARKOZY Y SU PARTIDO UMP
El ex mandatario conservador francés enfrenta siete investigaciones judiciales, mientras que la UMP remolca un tendal de deudas, escándalos de corrupción, peleas de liderazgo y vacío político.
Por Eduardo Febbro
Los días parecen contados, para lo mejor o lo peor. No se sabe quién salvará a quién o tal vez quién termine por hundir al otro: si el ex presidente Nicolas Sarkozy acabará por hundir al partido que él mismo fundó, la UMP, o si la Unión por un Movimiento Popular arrastrará al ex mandatario a la ruina política. Ambos están al borde de un colapso. La UMP remolca un tendal de deudas, escándalos de corrupción, grescas de liderazgo y vacío político que la han conducido al peor momento de su historia después de haber gobernado el país durante muchos años. En medio de siete investigaciones judiciales en curso, un arresto y la posterior inculpación por “corrupción activa”, “tráfico de influencia” y “violación del secreto de instrucción”, Sarkozy activó el cronómetro de su retorno al primer plano luego de dos años de relativa discreción. El ex mandatario sueña con volver, liderar a la derecha y ganar las elecciones presidenciales de 2017. Pero tiene muchos problemas judiciales y adversarios. El primero es su propia formación, la UMP, que está en la quiebra económica y asediada por las investigaciones policiales. Los segundos, sus adversarios, también están en su partido: el ex primer ministro y también ex canciller Alain Juppé, o el ex jefe del Ejecutivo de Sarkozy François Fillon. Ambos le disputan a Sarkozy el sueño presidencial mientras el partido no llega a sacarse de encima la herencia de deudas y artimañas que Sarkozy dejó como regalo luego de la infructuosa campaña para su reelección, en 2012.
Hay un clima global de fin de etapa, un rumor de sentencia final. Por un lado, el actual primer ministro, Manuel Valls, advierte que “sí, la izquierda puede morir”, por el otro, la derecha se desgarra entre escándalos, pasivos financieros y arreglos de cuentas. Una auditoría interna adelantada por la prensa reveló que el partido sarkozista tiene una deuda de 80 millones de euros y que, otra vez, no podrá hacer frente a sus compromisos bancarios. El remolino gira en torno de la misma figura: Nicolas Sarkozy y los gastos de la campaña para su reelección. A principios de 2012, el banco Société Générale le prestó 55 millones de euros a la Unión por un Movimiento Popular. Pero Sarkozy perdió la presidencia ante François Hollande. Luego, la comisión que se encarga de verificar las cuentas de las campañas electorales rehusó reembolsar los gastos (11 millones de euros) al derrotado presidente porque había sobrepasado los límites autorizados (23 millones de euros contra los 21,3 millones de euros que fija la ley). Su partido no recuperó el dinero y, encima, se está descubriendo que la multa de 363.615 euros que el Estado le reclama a Sarkozy por los gastos excesivos de su campaña fue abonada por la UMP, cosa que la ley no permite. Fue el primer acto. Según las cuentas publicadas por el portal Mediapart, Sarkozy gastó 39 millones de euros. El segundo intervino hace unas semanas, cuando se descubrió que, para financiar la lujosa campaña electoral de Sarkozy fuera de lo permitido, la UMP recurrió a un sistema de falsas facturas y prestaciones inexistentes montado a través de la empresa Bygmalion y sus filiales. Un total de cerca de 20 millones de euros suplementarios asumidos por el partido mediante una batería de contratos de dudoso corte.
Según el matutino Libération, Sarkozy gastó 1200 euros en la instalación de un baño privado durante un mitin electoral realizado en la localidad de Burdeos y otros 3400 en el montaje de un camarín personal. Otras cifras alucinantes: 3400 euros mensuales por el simple hosting de un portal de Internet (cuesta por lo general entre 5 y 40 euros): 172.415 euros pagados a Bygmalion por el envío mensual de un folleto de información vía Internet: 680 mil euros abonados por el grupo UMP en la Asamblea Nacional por la concepción y el mantenimiento del portal de Internet. A esto se le agregan salarios de ejecutivos, pasajes de avión de la esposa del ex jefe de la UMP Jean-François Copé y un sinfín de contratos pactados con la empresa Bygmalion cuyos dirigentes son allegados a Copé (el dirigente tuvo que renunciar debido a este escándalo).
Un enorme agujero negro que se hace extensivo a lo político. La UMP carece de jefe, de ideas, de plataforma y de credibilidad. Conserva sus militantes, convencidos de que las tribulaciones judiciales de Nicolas Sarkozy son el resultado de un complot orquestado por los jueces rojos y los socialistas vengativos. Luego de que fuera detenido durante quince horas y después imputado, el ex presidente se presentó en la televisión para hilar en las pantallas ese argumento: el de una víctima inocente que cayó en las garras de “la instrumentalización política de una parte de la Justicia”. Sus electores le creyeron. Marc Lazar, historiador y profesor en Ciencias Políticas, comentó al semanario Le Nouvel Observateur que el ex jefe del Estado “transforma las acciones judiciales contra él en un recurso político”. Muy hábil. Lo mismo hizo Silvio Berlusconi en Italia. Sin embargo, lo que sale de los tribunales es un prontuario denso: siete casos que van desde irregularidades en la financiación de su campaña electoral de 2007 y 2012, pasando por contratos sospechosos con empresas que efectúan sondeos de opinión, hasta el supuesto arreglito de un arbitraje privado que obligó al Estado a indemnizar con 400 millones de euros al empresario Bernard Tapie.
Lo que le costó la imputación por “corrupción activa”, “tráfico de influencia” y “violación del secreto de instrucción” es el caso de los fondos con que el desaparecido líder libio Muammar Khadafi habría contribuido a su campaña de 2007. En las investigaciones sobre este legajo, la Justicia interceptó las comunicaciones telefónicas de Sarkozy. La policía tiene la certeza de que el abogado de Sarkozy, Thierry Herzog, montó una red de gargantas profundas en los tribunales para obtener información de primera mano sobre la evolución de las causas en las que el dirigente político estaba siendo investigado.
Pero nada parece detener las ambiciones del hombre veloz. Sus argumentos sobre una conspiración contra él cayeron como palabras santas en los oídos de parte del electorado. De imputado por la Justicia salió con el traje de víctima, empeñado en reconquistar el trono perdido. Puede ser ilusorio o una aventura fantástica en un teatro que se presta a todo: un partido al que Sarkozy dejó en la ruina, sin rumbo ideológico, la Justicia husmeando sus pasos, una izquierda que desaparece y una ultraderecha que crece y crece con la brisa de la crisis de confianza hacia los partidos y las instituciones, el desempleo y el miedo que siempre acompaña estos momentos de final del juego.
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