SOCIEDAD › A SEIS AñOS DEL FALLO DE LA CORTE SUPREMA QUE ORDENó EL SANEAMIENTO DEL MATANZA-RIACHUELO

La dura batalla contra la contaminación

Acumar acaba de instalar una boya equipada para medir la calidad del agua en tiempo real. El instrumento se suma a otros 69 puntos de monitoreo. Las organizaciones reconocen mejoras, pero reclaman mayores límites a las industrias.

 Por Eduardo Videla

Desde un mismo punto de la ribera del Riachuelo, a la altura de Avellaneda, se ven las dos caras de esa moneda que es el proceso de saneamiento del río: en el agua, una enorme boya destinada a monitorear la calidad del agua representa un capítulo más en los trabajos de limpieza. En la orilla de enfrente, las casitas de la Villa 26, de Barracas, parecen emerger del agua misma, y son el testimonio de una de las principales deudas: la relocalización de quienes habitan sobre la margen del Riachuelo. Hoy, cuando se cumplen seis años de la sentencia de la Corte Suprema que ordenó sanear la cuenca, desde Acumar destacan los avances, que están a la vista, pero advierten que la mejora en la calidad del agua será el último resultado visible. Desde las organizaciones que participan del Consejo Consultivo para el control del cumplimiento del fallo, también reconocen las mejoras, pero reclaman parámetros más ambiciosos que los actuales para los límites a la contaminación y un plan de ordenamiento ambiental para toda la cuenca.

La boya, de ocho toneladas, flota frente al Club de Regatas de Avellaneda. Fue construida en los astilleros estatales Tandanor, y en su estructura se plasman las necesidades y propuestas de los técnicos de Acumar, para hacer monitoreos permanentes, en tiempo real, tanto de la calidad del agua como del cauce y la profundidad del río. Unas mangueras la conectan a tierra, con el edificio del Centro de Monitoreo, ubicado justo enfrente, en un predio que fue cedido por el Club de Regatas. Esta entidad barrial –uno de los escenarios donde Juan José Campanella filmó Luna de Avellaneda– llegaba hasta la orilla misma del Riachuelo, pero tuvo que retroceder para dejar lugar a una calle ribereña, parquizada y arbolada, con un muro de un metro de alto cuya misión principal es que los camiones con escombros o basura no hagan sus vertidos en el río, como ocurría hace apenas seis años. “Por este camino de la ribera viene la gente a correr los fines de semana”, cuenta Antolín Magallanes, director de Relaciones Institucionales de Acumar. Luego de la relocalización de un asentamiento, en Lomas de Zamora, el camino ribereño unirá Avellaneda hasta el Camino Negro.

Cuando los sensores de la boya comiencen a aportar datos sobre el estado del río, en un mes, se sumará a otras tres estaciones de monitoreo continuo, ubicadas en Puente La Noria, Autopista Riccheri y arroyo Cañuelas. “Los resultados serán enviados en tiempo real a las oficinas de Acumar, donde los técnicos pueden observar al instante cualquier variación brusca en los valores y tomar medidas para intervenir sobre las posibles fuentes de contaminación”, explicó a Página/12 Andrés Carsen, coordinador del área de Calidad Ambiental de Acumar.

Esta red de monitoreo continuo complementa las mediciones puntuales que el organismo hace en distintos puntos de la cuenca. Hasta el año pasado eran 38 lugares. A partir de este año se ampliaron a 70. Allí se toman muestras cada tres meses para ser analizadas en laboratorios. “Estas mediciones son distintas de las inspecciones que se hacen periódicamente a las industrias”, explicó Carsen, ante una consulta de este diario.

La Villa 26, de Barracas, comenzará a relocalizarse en unos meses y se prevé que el año próximo no quedará ninguna de esas viviendas precarias. La construcción de las nuevas casas está a cargo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Más expeditiva fue la recuperación del puente Bosch –donde en 1930 un tranvía cayó al Riachuelo– que ahora puede volver a elevarse para dejar paso a una embarcación el día en que las aguas permitan la navegación del río.

En el Riachuelo no hay basura flotante, como hasta no hace mucho, ni esa apariencia grasa y viscosa en su superficie. Pero la calidad del agua dista mucho de ser la deseable. “La reconversión industrial va muy lenta y el colector cloacal a construir en la margen porteña tiene mucha demora”, señaló Eduardo Resse, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

“Los retrasos se dan también en la relocalización de viviendas: sobre 17.700 previstas, se terminaron 2100”, advierte Resse. Las más importantes a reubicar son las de la Villa 21-24, en la Ciudad de Buenos Aires, y la llamada Villa Inflamable, en Dock Sud, partido de Avellaneda, donde se está negociando con una empresa privada un canje de tierras. Allí, el polo petroquímico hoy sólo es petrolero: las empresas químicas se relocalizaron (todas menos una), mientras que las destilerías permanecerán en ese lugar. “Deberían tomarse medidas de protección para actuar ante cualquier contingencia”, sugiere el representante del CELS.

Para Lorena Pujó, coordinadora de la Campaña contra la Contaminación, de Greenpeace, “la cuenta pendiente para el saneamiento es la modificación de la resolución de Acumar que pone límites muy laxos a las empresas”. “Son límites muy permisivos, y los estándares a corto, mediano y largo son muy pobres al punto que si las empresas se reconvierten, igual van a seguir contaminando”. Desde Acumar advierten que se está discutiendo con los organismos la modificación de esos parámetros. En Greenpeace reconocen, sin embargo, que “con la remoción de residuos y el retiro de barcos hundidos se ha avanzado”. Todos los días, una embarcación recoge la basura flotante y llena hasta dos o tres camiones, en el muelle que también construyó Tandanor, frente al predio donde hace décadas estaba el frigorífico La Negra.

El CELS reclama “un plan para el ordenamiento ambiental de la cuenca”. ¿Qué significa esto? “Se está implementando un plan integral de saneamiento, pero no hay un plan de desarrollo sustentable de la cuenca, que determine cuáles van a ser los usos de ese espacio en el futuro, cuando el río esté más limpio, para que no se vuelva a contaminar”, reseña Resse.

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La boya construida por Tandanor está ubicada frente al Club de Regatas de Avellaneda.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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