Viernes, 25 de julio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › DOLOR EN EL FUNERAL DE LOS CINCO HERMANOS Y PRIMOS DE LA FAMILIA DAQQA EN LA FRANJA DE GAZA
Ahmed Abu Daqqa, de 65 años, padre de dos de las víctimas mortales, se lamentó durante un breve alto el fuego humanitario: “¿Por qué los eligieron como objetivos? Nunca vamos a saberlo. No estamos involucrados en la lucha”.
El funeral de cinco hermanos y primos de la familia Da-
qqa tuvo lugar a toda prisa durante un alto el fuego humanitario. Había incertidumbre sobre cuánto tiempo duraría el breve respiro; se podían escuchar a la distancia los esporádicos disparos y los ataques aéreos. Los parientes salieron apresuradamente mientras un avión de combate pasó dos veces por encima de sus cabezas. Uno de los supuestos objetivos del gobierno de Benjamin Netanyahu es el regreso de Al Fatah a Gaza, debilitando el dominio de Hamas para cuando termine la ofensiva. Los cinco muertos de ayer eran miembros de Fatah; Akram Ibrahim Abu Daqqa había trabajado en la oficina de Mahmud Abbas, el líder de Fatah y el presidente del gobierno palestino; su hermano Adli había sido contratado por el Ministerio del Interior, también de Fatah.
“No hay nadie de Hamas en esta familia, no hay nadie de Hamas aquí”, dijo Abdul Raif, uno de los hermanos sobrevivientes, saludando con su brazo a los que habían llegado al entierro en Aba-ssan. “Nosotros no estamos involucrados en la lucha; algunas personas en nuestra familia están interesadas en política, ¿significa que se convertirán en blancos para los israelíes? ¿Los israelíes creen que pueden trabajar con Fatah en esta área después de esto?”
Ahmed Abu Daqqa, de 65 años, padre de dos de las víctimas, quería hablar de asuntos personales, más que de política. Había salido de la casa con gran parte de la familia para ir al centro de la ciudad de Khan Younis. Escuchó lo que había pasado con su hijo de 47 años, Tawfiq. “Por supuesto que estoy muy molesto, por mis hijos y mis sobrinos y por sus esposas y sus hijos. Hay más de 30 miembros de la familia. ¿Quién va a cuidar de ellos ahora?”, se preguntó. “Era arriesgado que se quedaran aquí, pero ¿por qué los eligieron como blanco? Nunca vamos a saberlo.”
A 500 metros de distancia, en la ruta fuera del distrito de Jozaa, un coche maltrecho llevó a Foulla Sabaan a una ambulancia. Ella se aferraba a su hija, Raghda, de 10 meses, envuelta en una manta color crema empapada en sangre mientras lloraba. “Los israelíes nos dijeron que evacuáramos nuestras casas o tendríamos muertos en los combates. Empezamos a caminar con una bandera blanca cuando los tanques comenzaron a disparar. Fue entonces cuando mi bebé fue herido”, contó. Un auto que pasaba llevó a la señora Sabaan, de 31 años. “Mi marido está caminando con los otros niños. Estoy tan preocupada por ellos. Les están disparando a todo el mundo, nadie está a salvo aquí.”
La política de elegir objetivos de los militares israelíes estuvo una vez más bajo escrutinio, cuando más tarde una escuela de la ONU en la ciudad de Beit Hanoun, que estaba siendo utilizada como refugio por los cientos que huyen de los combates, fue alcanzada por proyectiles de tanque matando a 17 personas, entre ellas niños (ver página 21). Los paramédicos acusaron a las fuerzas israelíes de disparar deliberadamente contra ambulancias que intentaban llevar a los heridos de Jozaa y Abassan. “Los tanques estaban disparando y las esquirlas aterrizaban justo al lado nuestro. No hay duda de que estaban disparando contra nosotros; no era un fuego cruzado”, insistió Wissan Nabhan. “Habíamos estado tratando de obtener el permiso desde hace un largo tiempo para llegar a esta gente, gente que moría atrapada en sus casas porque no podían recibir tratamiento médico. Entonces, cuando nos permitieron, empezaron a disparar.”
Kamel Mohammed Qudaieh, que trataba a los heridos en Jozaa, resultó gravemente herido y su casa destruida cuando fue blanco del fuego de artillería. Su hermano de 20 años, Ahmed, había muerto el día anterior, dijo un grupo que había salido de la ciudad. “El médico estaba haciendo todo lo posible con los que lograron llegar a él y él también estaba visitando hogares. El era el único con quien uno podría recibir tratamiento”, dijo Abdurrahman Qudaieh. “Los israelíes sabían esto: un tanque disparó contra la casa; estamos seguros de que lo hicieron deliberadamente. En la actualidad no hay nadie para ayudar a los heridos; vimos gente sangrando en las puertas de sus casas cuando nos fuimos. Ellos lloraban y nos pedían que les consiguiésemos ayuda, pero este alto el fuego termina ahora, no sé cuántos se salvarán mañana.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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