Martes, 30 de septiembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › EN EL PENúLTIMO DEBATE, LA PRESIDENTA DE BRASIL INTERPELó A SU ADVERSARIA
Rousseff, favorita para las elecciones del domingo, lució segura ante las cámaras del mayor canal de televisión evangélico de Brasil y su rival Silva se mostró vacilante. La estrategia de la mandataria fue la de diferenciarse.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Dilma Rousseff lució segura ante las cámaras del mayor canal de televisión evangélico de Brasil y su adversaria Marina Silva se mostró vacilante en el debate concluido en la madrugada de ayer, el penúltimo antes de los comicios presidenciales del domingo próximo. “Candidata Marina, usted cambió de partido cuatro veces en los últimos tres años... dice una cosa un día y al día siguiente dice otra. Un país no se gobierna con alguien con posturas distintas a cada momento”, dijo Dilma, de tailleur rojo, dirigiéndose a su adversaria.
Marina, vistiendo saco verde, blusa crema y collar de motivos indígenas, la observaba con la mirada cansada antes de responderle que cada vez que abandonó una agrupación lo hizo para defender “ideas” y para mantener en alto “mis posiciones”. Y retomó su propuesta de construir una “nueva política... junto a la sociedad civil y sin los viejos dogmatismos”, un defecto que padecen por igual “la izquierda y la derecha”, postuló la ex ministra de medio ambiente durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, del PT, igual que Dilma Rousseff.
Así Marina insistió en un guión desgastado que supo ser eficaz hace un mes y medio, cuando alcanzó el 50 por ciento de intenciones de voto para el ballottage poco después de lanzar su candidatura por el Partido Socialista Brasileño en reemplazo de Eduardo Campos, fallecido en un accidente aéreo.
Durante el debate realizado en la TV Record, la candidata ambientalista se enredó nuevamente en sus explicaciones retóricas cada vez que fue indagada por Dilma.
La aspirante a la reelección aseveró que si su adversaria fuera electa favorecerá a la banca privada y desmontará los programas sociales sostenidos con recursos del Estado. “Candidata Marina, la verdad es que usted ni siquiera sabe” cuánto dinero prestan los bancos estatales para impulsar proyectos de viviendas populares, como el programa Mi Casa, Mi Vida que construyó más de 2 millones de unidades.
“Gobernar un país es algo serio... no se puede improvisar”, continuó Dilma, para quien un gobierno de Marina sería una “amenaza” para la banca pública y destacó que durante su mandato se fortaleció al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, “que es el tercer mayor banco de desarrollo del mundo”, subrayó.
Rousseff buscó diferenciarse de su rival al decir que si continúa en el gobierno no va a reformar las leyes laborales “ni que la vaca tosa”, una frase que el fin de semana había sido coreada por sindicalistas y militantes del PT en actos realizados en varias capitales brasileñas.
Luego de más de dos horas de confrontación televisiva, Dilma se afirma en su condición de favorita a vencer en el primer turno, que se disputará el próximo domingo, ante una Marina que pareció afectada por su tendencia a la baja en las recientes encuestas.
La última consulta de Datafo-lha, publicada el viernes pasado a la noche, indicó que Rousseff subió al 40 por ciento de las intenciones de voto para la primera ronda, Marina bajó al 27 y Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, suma el 18 por ciento con tendencia positiva.
Si hubiera ballottage, Dilma se impondría con el 47 por ciento frente al 43 de la evangélica Marina Silva.
De todos modos, el escenario de una campaña marcada por los cambios, continúa abierto: nada está decidido, ni siquiera si habrá segunda vuelta el 26 de octubre, porque no se descarta que la presidenta venza con más del 50 por ciento este domingo.
A partir de hoy, candidatos, asesores de imagen, medios de comunicación (ninguno de los grandes es afín al gobierno) moverán sus piezas con un objetivo excluyente: definir la suerte de cerca del 5 por ciento de los electores, de un universo de más de 142 millones.
Si Dilma logra cautivar a ese segmento de los votantes (tanto indecisos como emigrados de Marina o Aécio) saltaría al 45 por ciento del total y podría ser electa en la primera ronda. Esto porque en Brasil el conteo toma como base sólo los votos válidos, excluidos los nulos y blancos, por lo que el 45 por ciento de las boletas representa, grosso modo, más del 50 por ciento de los que valen.
Imperaba el optimismo el domingo por la noche en el equipo de Dilma en el estudio de la TV Record, donde alguien mencionó que las encuestas comienzan a adoptar la forma de la “boca abierta de un yacaré”.
Desde hace 15 días los sondeos de todas las consultoras indican que la popularidad de Dilma sube a ritmo constante, como la parte de la mandíbula superior del reptil, al tiempo que la aprobación de Marina va hacia abajo, en caída persistente.
El optimismo en el PT y el comportamiento apagado de Marina en el duelo televisivo fueron datos que no pasaron por alto en el mercado financiero, donde prefieren una victoria de la oposición para erradicar el “intervencionismo” de la presidenta.
Al igual que ocurrió cada vez que Silva retrocedió en los sondeos, ayer al mediodía la Bolsa de Valores de San Pablo negociaba con una baja del 5,23 por ciento, el dólar trepaba a 2,44 reales, su cotización más alta desde fines de 2008 y las acciones de Petrobras se replegaban el 9 por ciento al inicio de la ronda. “El dólar está operando en alta acentuada este lunes luego de que la encuesta de Datafolha (publicada el viernes por la noche) indicó que la presidenta Dilma Rousseff amplió su ventaja sobre Marina”, escribió ayer la agencia Globo.
“El mercado entró con todas sus fichas a favor de una victoria de la oposición y ahora está viendo la reversión del movimiento hacia arriba” de Marina, observó Reginaldo Galhardo, de la consultora Treviso. Para el mercado, la reelección de Dilma conduce a la continuidad de la actual política petrolera, “estatista y poco abierta a la inversión extranjera”.
En las primeras horas de ayer, la postulante del PT reivindicó lo hecho en materia petrolera por su gobierno y arremetió contra la gestión del ex mandatario Fernando Henrique Cardoso, cuando aseguró que intentó “privatizar” a Petrobras.
Para asfaltar el camino hacia la enajenación de la empresa “quisieron cambiarle el nombre Petrobras por Petrobrax... para atraer a los inversores extranjeros” abundó Rousseff, ex ministra de Minas y Energía, y mentora de la nueva legislación petrolera que concede más competencias a la compañía en la explotación de los gigantescos recursos descubiertos en aguas ultraprofundas.
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