Miércoles, 22 de abril de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OSKAR GRöNING, 93 AñOS, ADMITIó COMPLICIDAD MORAL
Por Tony Paterson
Desde Lüneburg
Un frágil y canoso ex guardia SS nazi describió ayer con desgarradores detalles cómo vio a uno de sus camaradas golpear hasta la muerte al bebé de un prisionero judío en el campo de exterminio de Auschwitz y admitió que era “moralmente cómplice” de los crímenes contra la humanidad cometidos durante el Holocausto.
Oskar Gröning, de 93 años, que sirvió en las SS en Auschwitz desde 1942 hasta 1944, tembló visiblemente cuando le dijo a un tribunal de la ciudad alemana de Lüneburg que, poco después de su llegada al campo de concentración nazi, fue enviado a la llamada “rampa” donde se seleccionaban los prisioneros, o bien para trabajar o para morir inmediatamente en las cámaras de gas. “Un pequeño bebé quedó tumbado en la rampa, después de que el grupo principal se fue, y estaba llorando”, le dijo Gröning a la corte. “Me di vuelta y vi a uno de mis compañeros recoger al niño. El lo agarró por las piernas y lo estrelló una y otra vez contra el lateral de hierro de un camión hasta que se quedó en silencio; cuando vi eso mi mundo se vino abajo.”
Gröning, vestido con una camisa a rayas y pulóver beige, entró con dificultad a la corte, con la ayuda de un andador y dos celadores. Enfrenta cargos de complicidad por los asesinatos de 300.000 prisioneros judíos húngaros en Auschwitz durante el verano de 1944. Forma parte de un grupo de ancianos ex guardias de Auschwitz a quienes las autoridades de la Justicia alemana esperan procesar antes de que mueran.
Hasta ahora, sin embargo, sólo Gröning –quien se unió a las SS a los 20 años, durante las etapas iniciales de la Segunda Guerra Mundial– fue declarado estar capacitado suficientemente para enfrentar un juicio. Los expertos legales lo describieron como “probablemente el último guardia de Auschwitz que se enfrente a la Justicia”.
Afuera del cine reciclado en donde se celebró el juicio, un puñado de manifestantes neonazis se enfrentó con manifestantes antifascistas que habían hecho cola desde temprano a la mañana para asegurarse de que no había espacio para los simpatizantes de los nazis en la galería del público en el interior.
Al comenzar el juicio, Gröning se desplomó ante dos mujeres de edad, ambas sobrevivientes de Auschwitz, y veinte familiares del aproximadamente 1,1 millón de judíos asesinados en el campo. Miraban el acusado casi con incredulidad. Varios habían volado desde Estados Unidos y Canadá para asistir al juicio. Gröning se describió a sí mismo ante el presidente del jurado, Franz Kompisch, como un inexperimentado guardia SS y afirmó que no sabía nada de lo que pasaba en Auschwitz hasta que él llegó allí en 1942. Dijo que se había unido a las SS cuando era joven porque quería ser miembro de una unidad de “elite inteligente” que “miraba despreciativamente a los soldados comunes”. Le explicó a la corte: “Estaban cubiertos de gloria y yo quería ser uno de ellos”.
Dijo que se dio cuenta de que las cosas eran diferentes en Auschwitz poco después de llegar, ya que a todos los guardias les daban raciones extra de vodka y sardinas. “Cuando nos emborrachábamos a la noche, los otros guardias me dijeron que ése era el lugar donde se ‘dese-chaba’ a los enemigos del pueblo alemán”, recordó.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambé-hère
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