EL MUNDO › COMO MINIMO DOS MUERTOS Y 50 HERIDOS EN ATENTADO EN ARABIA SAUDITA
Otro golpe al corazón del petróleo
Un complejo residencial habitado por extranjeros en Riad fue blanco ayer de tres explosiones que dejaron al menos dos muertos y 50 heridos, aunque hay versiones de por lo menos 30. Ocurrió un día después de que EE.UU. decidiera cerrar sus consulados en el reino alegando razones de seguridad.
El balance de víctimas era anoche variable, pero algo parecía claro: un complejo residencial mayormente habitado por extranjeros fue atacado en Riad, la capital del hermético régimen petrolero de Arabia Saudita. Hamad bin Abdullah al-Manei, ministro saudita de Salud, dijo que dos personas murieron y más de 50 resultaron heridas de diversa consideración en las tres explosiones que sacudieron en la madrugada de ayer un área residencial situada en el oeste de Riad. Otras fuentes hablaron de 100 heridos, la mayoría niños, y la televisora árabe Al-Arabiya dijo que hubo 30 muertos y 50 heridos. La monarquía saudita, uno de cuyos principales clientes es Estados Unidos, es uno de los regímenes menos transparentes del mundo, por lo cual la información anoche era necesariamente fragmentaria.
Al filo de la medianoche, tres fuertes explosiones destrozaron la fachada principal del acceso al complejo residencial Al-Muhyia, habitado principalmente por extranjeros árabes y occidentales y parte del barrio de Wadi Laban, una exclusiva zona de embajadas en el oeste de la capital.
Según el relato de algunos testigos, varios individuos hicieron explotar un coche bomba a la entrada del complejo, a unos cinco kilómetros de donde se encuentra la embajada norteamericana y otras sedes diplomáticas.
La directora general del complejo, Hamadi al-Gamdably, aventuró que el número de víctimas, entre muertos y heridos “podría superar el centenar”. En declaraciones a la televisión nacional, el ministro de Salud indicó que era muy difícil saber el número exacto de heridos y muertos, ya que los afectados habían sido traslados a los principales hospitales de la ciudad. Una de las víctimas, una mujer herida en un ojo, explicó que las deflagraciones “hicieron temblar las paredes de los edificios cercanos y fragmentaron vidrios y cristales”. “Fue horrible”, indicó a la cadena de televisión por satélite árabe Al-Arabiya desde su lecho en el hospital rey Fahd, de Riad. La televisión saudita también informó que instantes después del aparente atentado se entabló un tiroteo, al parecer entre los terroristas y las fuerzas de seguridad, que habían acordonado la zona e impedido el paso a los periodistas. Efectivos del cuerpo de bomberos trataban de apagar el fuego que se extendió hasta un generador de electricidad vecino, mientras que en los hospitales de la capital se decretó el “estado de emergencia”. Helicópteros del ejército saudita sobrevolaban el complejo, al tiempo que el ejército rodeaba la zona.
Las explosiones se producen un día después de que EE.UU. decidiera cerrar temporalmente sus consulados en Arabia Saudita tras advertir que existía “un alto riesgo” de atentados. Esa advertencia se produjo al mismo tiempo que se multiplicaban las alertas de posibles ataques, desde un grupo afiliado a la red Al-Qaida que exhortó a los musulmanes a abandonar las ciudades norteamericanas de Washington, Nueva York y Los Angeles en previsión de atentados inminentes hasta un nuevo alerta de ántrax en la capital estadounidense –que ayer se probó falsa– y una advertencia del Departamento de Estado norteamericano de que los talibanes de Afganistán se proponían secuestrar a periodistas estadounidenses para canjearlos luego por algunos de sus milicianos que están presos en Guantánamo. Este tipo de “ruido informativo” es usual en las operaciones de inteligencia, y ha ocurrido muchas veces desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. A veces, los grupos atacantes filtran deliberadamente información falsa para confundir a sus enemigos sobre el blanco real.
Las declaraciones del Departamento de Estado anoche eran prudentes, y seguían las informaciones oficiales sauditas. En todo caso, el atentado es un hecho embarazoso para la administración estadounidense: la mayoría de los secuestradores del 11 de septiembre eran sauditas, y se denunció que figuras prominentes del régimen habían contribuido previamente a organizaciones de caridad que entregaron fondos a los terroristas. Pero EE.UU., por el petróleo, mantiene relaciones privilegiadas con Riad.