El líder del Partido Socialista (PS) portugués, António Costa, dijo al líder del Partido Social Demócrata (PSD), Pedro Passos Coelho, que insistirá en formar un gobierno de izquierda para “dar voz a la nueva representación parlamentaria” surgida en las legislativas lusitanas del 4 de octubre. Costa, quien quedó segundo en las elecciones, dijo que está en condiciones de gobernar con el apoyo de los comunistas y el Bloque de Izquierda. La decisión final acerca de si prospera o no su propuesta depende del presidente Aníbal Cavaco Silva.

En una carta dirigida a Passos Coelho, Costa enfatizó que el PS pone fin a las tratativas con su partido para responder a la “imperiosa necesidad del país y de la voluntad soberana de los portugueses de una reorientación de políticas” que expresaron los comicios. Passos Coelho, el candidato más votado en los últimos comicios, dijo ayer que espera ser nombrado primer ministro por el presidente, a pesar del riesgo de no contar con el imprescindible apoyo del opositor PS. Los conservadores de Passos Coelho, que obtuvieron el 39 por ciento de los votos, buscaron por semanas integrar gabinete con los socialistas, que alcanzaron el 32 por ciento en medio de una creciente desazón popular ante las medidas de ajuste impulsadas por la derecha en el poder.

Las conversaciones quedaron suspendidas desde el martes pasado, lo que dejó a los conservadores sin socios para integrar una coalición parlamentaria y reducidos a un intercambio de reproches con el socialismo que terminó en la declaración de Costa del día de ayer.

Tales declaraciones del líder socialista se produjeron después de la reunión que celebró ayer con el presidente Cavaco Silva, quien, constitucionalmente, es el encargado de decidir quién será el próximo primer ministro. Se espera que él nombre primer ministro a Passos Coelho por ser líder de la formación política más votada, en detrimento de un tripartito de izquierda, aún a riesgo de que los conservadores no consigan el acuerdo de amplia mayoría del Parlamento que necesitan para empezar a funcionar.

Passos Coelho lamentó que el PS prefiera a negociar con la extrema izquierda en lugar de acercarse a partidos europeístas, y que haya cambiado la racionalidad que lo ha caracterizado históricamente por lo que definió como un radicalismo que el país no entiende. “Es cierto que no hay garantía, a priori, por la que el PS vaya a brindar condiciones para que el gobierno tenga luz verde en el Parlamento”, admitió el referente del PSD. El político conservador insistió en que la fuerza política que ganó las elecciones es la que tiene que formar gobierno. Sin un pacto previo entre el centroderecha de la coalición que encabeza y el PS, la estabilidad del gobierno en Portugal puede pender de un hilo.

Si Cavaco Silva nombra a Passos Coelho primer ministro, el nuevo Ejecutivo tendrá que contar con la aprobación del Parlamento. En la Asamblea portuguesa, la alianza centroderechista del PSD y el Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP) suma 107 escaños, frente a los 86 de la izquierda moderada del PS, que, unida al Bloque (19) y a los comunistas (17), podría impedir que el nuevo gobierno tomase posesión al contar con 122 parlamentarios, 6 más de los de la mayoría absoluta (116). Si una eventual moción de rechazo contra el PSD y el CDS-PP prosperase, se convocarán nuevas elecciones que deberían realizarse en julio.

A la sede presidencial del Palacio de Belém también acudió ayer Catarina Martins, portavoz del Bloque de Izquierda (BE, por sus siglas en portugués), partido hermanado con Syriza y Podemos, que consideró una pérdida de tiempo nombrar a Passos Coelho jefe de gobierno.

En caso de que se cierre este pacto de izquierda, sería un hecho inédito en los 40 años de democracia portuguesa.

El PS, que se ha alternado en el poder en Portugal con el centroderechista PSD de Passos Coelho, estuvo históricamente enfrentado con el Bloque y, sobre todo, con el Partido Comunista de Portugal (PCP), por cuestiones como la pertenencia al euro o a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los tres partidos adelantaron que se centrarán en cuestiones domésticas, como la protección de los salarios, las pensiones y el trabajo, antes que de asuntos macroeconómicos o internacionales, en los que tienen profundas discrepancias. El moderado PS de Costa insistió en que, si lidera un Ejecutivo con la izquierda marxista, mantendrá el compromiso con Bruselas de controlar el déficit portugués.