Domingo, 8 de noviembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › HABLA PABLO GENTILI, SECRETARIO EJECUTIVO DEL CONSEJO LATINOAMERICANO DE CIENCIAS SOCIALES
Más allá de los fuegos de artificio lanzados por la oposición, lo cierto es que fracasó el impeachment contra Dilma, al menos en 2015, pero el problema de fondo es cómo desmontar el ajuste neoliberal, dice el académico.
Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
Cuando se sale de la coyuntura sin fin impuesta por la crisis brasileña y se observa la situación en perspectiva surgen dos constataciones.
La primera es que más allá de los fuegos de artificio lanzados por la oposición, lo cierto es que fracasó el impeachment contra Dilma, al menos en 2015. Y la segunda es que el problema de fondo es cómo desmontar el ajuste neoliberal en curso antes de que estalle en la forma de una derrota del PT en las elecciones de octubre del año próximo.
Las tesis citadas arriba pertenecen a Pablo Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales e investigador de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
–¿Por qué es improbable el impeachment?
–El gobierno de Dilma hizo una reforma de gabinete acertada, siguiendo recomendaciones de Lula, lo que permitió al gobierno tener más capacidad de negociación, más presencia, favoreciendo la gobernabilidad, y permitiendo que se gane tiempo, que es algo muy importante en esta crisis.
Cuando se habla del impeachment se pierden algunas cosas de vista por la urgencia, por la presión que imponen la derecha. Ahora, si se ve más allá de la coyuntura no parece que la oposición tenga tiempo y condiciones de lograr el impeachment este año que prácticamente ya terminó.
Lo que ellos intentan es que el impeachment sea ya, criminalizando al PT a toda costa, y quieren que sea un proceso rápido para esconder sus propios casos de corrupción. Y vemos como la justicia persigue con métodos muy discutibles a familiares de Lula solo por ser familiares, y mira para otro lado en casos evidentes que comprometen a la derecha. ¿Qué es lo que pasa en realidad? Que si no logran de inmediato el impeachment de Dilma, las investigaciones de la Justicia tarde o temprano van llegar a la derecha, porque hay casos evidentes contra ellos, como ocurre ahora con el presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha (impulsor impeachment) con sus cuentas en Suiza comprobadas. Eso no se puede ocultar. Pero no sólo Cunha, también hay sospechas sobre Aécio Neves (ex candidato presidencial socialdemócrata), que nadie quiere investigar, pero en algún momento habrá que hacerlo. O investigar como se llegó la reelección de Fernando Henrique Cardoso en 1998 (soborno de diputados para reformar Constitución). Ahora, también hay que decir que hubo algunas prácticas ilícitas en los gobiernos del PT, y no tengo duda que esto es algo que debe preocupar a la izquierda. No hay que eximir al PT por sus errores, hay que investigarlo.
–¿Y el ajuste del ministro Joaquim Levy?
–Se está aplicando una muy rigurosa política de ajuste, el problema que esto nos plantea es: o se continúa avanzando o retrocedemos. Este programa económico es bastante parecido a lo que hubiera hecho la oposición del PSDB (Partido Socialdemócrata de Neves y Cardoso) si hubiera ganado.
El año pasado el PT ganó con un margen apretado y después implementó una rigurosa política de ajuste que bloqueó la posibilidad de profundizar y radicalizar las reformas. Es un ajuste que podrá tener consecuencias electorales muy negativas para la izquierda brasileña en las elecciones municipales del año que viene. Este ajuste expone una fragilidad muy grave, una profunda crisis política de un gobierno incapaz de responder a los desafíos de la salud, la educación. Ya no alcanza con tener los mismos recursos que había hace 10 años para políticas sociales, ahora hace falta más dinero para más políticas públicas.
–¿Como impacta este ejemplo en la región?
–Con la llegada de Lula (2003) Brasil marcó el inicio de un proceso de reformas en la región a través de políticas del Estado muy activas, efectiva. Claro que esas políticas pueden haber defraudado a los que esperaban una revolución socialista. Pero en realidad fueron políticas muy importantes para revertir exclusión y miseria que sufrían millones.
Fue una verdadera revolución democrática. Esto que se logró no es el socialismo pero es muchísimo mejor que lo que había antes. Y fue una referencia vista por los otros países.
–Acaban de cumplirse diez años de la Cumbre de las Américas en la que Kirchner, Lula y Chávez pusieron freno al ALCA.
–Se trata de un hito en la política externa común que merece ser revisado a la luz de cierta parálisis diplomática regional. El no al ALCA fue una demostración concreta de integración, se le dijo a Estados Unidos “aquí estamos”, nos juntamos, avanzamos, definimos una agenda con varios temas que incluyó hasta un programa educativo común que fueron las metas para tener un educación más democrática, más justa. Si uno acompaña estos 10 años desde el No al ALCA, ve la evolución de nuestros debates, cómo cambió la realidad regional. En 2005 hubo un golpe de esperanza , en esa época los gobiernos populares y de izquierda no tenían grandes logros conquistados, todavía no había resultados. Había pocas evidencias.
–¿Observa una cierta parálisis?
–Diez años más tarde tenemos evidencias de que los gobiernos posneoliberales dejaron un saldo importantísimo en Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia...pero hay incertidumbre enorme sobre el futuro. Una incertidumbre que nos carcome. Las crisis en las que están muchos de nuestros países impidieron dar continuidad y profundizar a la integración. Porque los presidentes están muy absorbidos en sus asuntos internos y no pueden dar atención a la región.
–Es un problema de proyecto o de liderazgos?
–Usted menciona liderazgos, permítame que hable sobre el papel de Lula en este proceso. Lula hizo una transformación de política externa impresionante que seguramente va a ser estudiada. Por su carisma y liderazgo regional, hay un elemento que influyó fue la capacidad de Lula para que las relaciones con sus colegas tengan un carácter personal y de confianza. El llamaba por teléfono a Néstor, a Chávez, a Evo, incluso a los no progresistas, los llamaba por su nombre de pila, rompió la frialdad con que se comunicaban nuestros presidentes. No se olvide que los brasileños siempre quisieron hegemonizar los espacios diplomáticos de América latina, como lo hizo Fernando Henrique Cardoso con el Mercosur mientras tenía un alineamiento directo con Estados Unidos. Esto fue así en la política externa de Brasil hasta que llegó Lula. Y el No al Alca también debe ser entendido como una victoria de Lula y una derrota de Cardoso. Lula entendió que las cancillerías son espacios a ser conquistados por los políticos. Y él logró seducir a una parte de la estructura de los diplomáticos que aceptaron trabajar a favor de una nueva política internacional. Durante unos años Itamaraty se enamoró de Lula, porque la política externa dejó de ser aquella que ubicaba a Brasil como gendarme de Estados Unidos. Lula devolvió protagonismo a la diplomacia, le restituyó un sentimiento más patriótico y nacional.
–Qué opina sobre el actual momento diplomático?
–Cristina y Dilma no tiene diferencias ideológicas con Néstor y Lula sobre la integración, sobre el No al ALCA. Pero ellas dos tienen otras prioridades, urgencias y otros estilos ante una integración que se está enfriando. Maduro también es diferente a Chávez. Y luego debemos considerar al resto de América del Sur donde Colombia es como Chile, dos países que necesitan ser empujados a la integración, porque tienen otras posibilidades como las dadas por la Alianza para el Pacífico que tiene capacidad de seducirlos con negocios.
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