Lunes, 25 de enero de 2016 | Hoy
EL MUNDO › DESCENSO DEL TURISMO EXTERIOR, CAíDA DE LAS VENTAS DE AUTOS Y ESCASEZ DE CAPITALES
El primer viceprimer ministro ruso, Igor Shuvalov, afirmó que están considerando “un ambicioso plan de privatizaciones”. Otros funcionarios pugnan por que el gobierno dé créditos a bajo costo. Críticas a la dependencia de los hidrocarburos.
Por Agustín Fontenla
Página/12 En Rusia
Desde Moscú
Esta semana, las pantallas que reflejan la cotización del dólar y el euro versus el rublo ruso en las calles de Moscú volvieron a arder, como sucedió a finales del 2014, cuando la moneda nacional alcanzó su peor cotización en años. El jueves, la divisa estadounidense se cotizó a ochenta y tres rublos por dólar, excediendo en tres rublos aquella marca que significó el inicio de la crisis en la Federación Rusa. La principal razón de esta recaída es el precio del barril del petróleo, que este jueves se cotizó a su precio más bajo en los últimos 13 años, 27,72 (en el mercado de Londres).
La crisis llegó para quedarse en Rusia y aquella declaración optimista del presidente Putin ante la prensa extranjera en diciembre de 2014 cuando pronosticó que en un máximo de dos años la economía se recuperaría, parece imposible de realizarse. El ministro de Finanzas del país, Antón Siluanov, declaró en una entrevista a la televisión de la agencia Bloomberg que Rusia afrontará un déficit de treinta y siete mil millones de dólares si el barril del petróleo continúa por debajo de los treinta dólares durante el 2016. En efecto, el presupuesto del país se proyectó en base a un promedio de cincuenta dólares por barril.
Las señales de la crisis ya no se reflejan solo en las pantallas de las casas de cambio, sino también en los bolsillos de los propios ciudadanos. Un ejemplo de ello son las vacaciones navideñas –generalmente los primeros diez días de enero; el 7 se celebra la Navidad ortodoxa–, en el que muchos rusos aprovechan para viajar al exterior, preferentemente en busca de sol y calor, con Tailandia, Egipto y Turquía como destinos favoritos. Este año, la cantidad de rusos que viajó al exterior cayó en un veinte por ciento. En enero del 2015, la caída había sido del veinticinco por ciento. Los pocos que pudieron hacerlo, se dirigieron a destinos más cercanos como Bielorrusia, Ucrania o Finlandia entre otros, según publicó el periódico nacional RBC Daily. El descenso del turismo al exterior, se explica también que en el 2015 las solicitudes de pasaportes disminuyeron en un cuarenta por ciento. En otros rubros, se puede citar el mal desempeño de los cines, que experimentaron una reducción del treinta por ciento de audiencia en el período vacacional, y las ventas de autos que cayeron en un 36 por ciento en todo el año.
Ante este escenario, el gobierno ruso parece ir en busca de otra solución que no sean los recortes o el uso de los dólares atesorados durante los años dorados del petróleo. En el foro económico de Davos, el viceprimer ministro del país, Yury Trutnev, afirmó que “la crisis llama primero de todo a realizar reformas”. Días atrás, el primer viceprimer ministro, Igor Shuvalov, afirmó que el “gobierno está considerando un ambicioso plan de privatizaciones”. Y ya en diciembre, Vladimir Putin había encargado a sus funcionarios un plan que evaluara los efectos de privatizar capitales del Estado en las principales compañías rusas, como las gigantes Gazprom y Rosneft, dedicadas a los hidrocarburos, y los dos mayores bancos rusos, VTB y Sberbank.
Consultado sobre este asunto, el profesor de la High School of Economy dependiente del gobierno ruso, Alexei Maslov, afirma que dos grupos asesoran a Putin. Uno, encabezado por el ex ministro de Finanzas Alexey Kudrin, y otro, compuesto principalmente por el círculo de empresarios afines al presidente ruso.
El primero, apunta Maslov, propone “liberalización” y “la privatización de las grandes empresas que han mostrado inefectividad durante la crisis” (principalmente las que exportan gas y petróleo). Además, promueve un plan para ayudar con “créditos y beneficios impositivos a las pequeñas y medianas empresas”.
En cuanto a las relaciones comerciales con otras naciones, este grupo sostiene que se debe “romper el aislamiento” que sufre Rusia (producto de las sanciones cruzadas con Occidente a raíz de la guerra en Ucrania) y señala que el giro hacia el este, principalmente hacia China, “no fue satisfactorio”. Maslov explica que China se percibe como un país alineado a Moscú en términos políticos pero que “no es confiable respecto a lo económico”. Prueba de ello es que Pekín, después de impulsar sendos negocios con Rusia, esté probando vías para transportar mercadería hacia Europa siguiendo dos vías de ferrocarril que atraviesan Kazajistán, Azerbaiján y Georgia, y culminan en dos naciones enemigas del Kremlin, Turquía en un caso, y Ucrania en el otro. En cuanto a este último, el quince de este mes partió desde la ciudad ucraniana de Illichivsk, el primer cargamento que probará la ruta conocida como Transporte Internacional del Trans-Caspio.
El otro grupo (formado por allegados del líder ruso que dirigen grandes empresas de hidrocarburos), afirma Maslov, pugna por que la salida sea a través de “créditos del gobierno a bajo costo para reponerse de la crisis”. Rosneft y Gazprom sufrieron sanciones de Occidente por Ucrania. Contrariamente a los que dirige Kudrin, este sector propone que se “estrechen los lazos con China” en busca de inversiones.
Igor Mijailovich, ex presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio ruso, y actual asesor del director de Sberbank para la región del norte, asegura que Rusia “necesita una reforma estructural” para terminar con la dependencia de los hidrocarburos. Afirma que “lamentablemente” el gobierno ruso no entendió en los años 90 y 2000, cuando el petróleo dejaba grandes ganancias, que era necesario desarrollar otros sectores y no sobre el de los hidrocarburos, “el beneficio que recibía el gobierno fue el dinero simple y fácil de ganar por eso no necesitaba realizar inversiones, ni desarrollar la ciencia, solo tenían que extraer el petróleo y venderlo”.
Ahora, Mijailovich asegura que “el gobierno empieza a entender ese desequilibrio y va a trabajar en ese sentido, buscando un desarrollo proporcional”. En su opinión, el futuro está en el impulso de “las tecnologías IT, la producción automotriz, la industria farmacéutica y la tecnología en agricultura”, entre otros. Respecto a los hidrocarburos, se debe invertir y desarrollar la petroquímica y el refinamiento del crudo.
El problema en cualquier caso es la escasez de capitales. El 2015 finalizó con una fuga de divisas de 59 mil millones de dólares. Sin embargo, Mijailovich encuentra al menos dos soluciones. Una, utilizar “las divisas que genera la venta de armas” (Rusia es el segundo vendedor de armamento del mundo, y totaliza ventas anuales superiores a los diez mil millones de dólares), y otra, con una reducción de impuestos para las empresas, que impulse a los “hombres de negocios del mercado interno a invertir más dinero en el país”.
A pesar de las malas estadísticas y los menores viajes al exterior en vacaciones, Maslov afirma que la “crisis real todavía no empezó a verse”, y que a mediados de agosto “se empezará a observar más el desempleo o el subempleo”.
El sábado a la noche en un restaurante de una cadena conocida en Moscú, dos mujeres rusas afirman que “han subido los precios, y a todos nos han bajado los salarios”. Consultada sobre si cambiaron la frecuencia con que salen a un restaurante, Anya Vakhrusheva, asistente personal, dice que “ahora cenan afuera una vez a la semana y antes lo hacían dos veces”. Además, ahora se fijan los precios y eligen “sitios más baratos”. Con su amiga Marina Rakhinzyanova, secretaria, tienen estimado gastar en la cena cada una entre mil quinientos y dos mil rublos cada una (entre veinte y veinticinco dólares).
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