EL MUNDO
Cuando la esperanza de paz fue dinamitada en el día de Navidad
Israel mató a cinco dirigentes del grupo radical palestino Jihad Islámica y un suicida palestino causó cuatro muertes (y la suya) en la parada de un colectivo, cerca de Tel Aviv.
Por Ferrán Sales *
Desde Belén
Las últimas esperanzas de paz quedaron dinamitadas el día de Navidad, como consecuencia de la reanudación por parte de Israel de la política de asesinatos selectivos, que ayer ocasionó la muerte de cinco dirigentes de Jihad Islámica en Gaza, y la reactivación de los atentados suicidas palestinos, que provocaron en Tel Aviv cuatro muertos y una veintena de heridos. Los dos incidentes en su conjunto suponen una andanada al proceso de diálogo que la comunidad árabe y el primer ministro palestino, Ahmed Qureia, tratan de impulsar y cuyos primeros pasos debían ser la proclamación de una tregua de los movimientos radicales que impulsan la Intifada y a continuación el establecimiento de unas negociaciones directas entre los dos jefes de gobierno.
Un helicóptero de combate Apache lanzó ayer por la tarde un misil contra un turismo, cuando circulaba por el barrio del jeque Raduan en el centro de Gaza, matando a cinco de sus viajeros, militantes todos ellos de la organización fundamentalista Jihad Islámica. Con esta operación el gobierno de Israel reanudó inesperadamente a la política de asesinatos selectivos, que mantenía congelada desde el pasado 20 de octubre, fecha en que llevó a término un ataque con un arma aún desconocida, presumiblemente un proyectil inteligente, contra el campo de refugiados de Nuseira, también en Gaza, provocando 14 muertos y decenas de heridos.
Pocas horas más tarde del asesinato de los cinco miembros de Jihad, llegaba la respuesta de los radicales palestinos con un atentado suicida perpetrado en una parada de autobús en el cinturón industrial y residencial de Tel Aviv, cerca de Petah Tikva. El atentado ocasionó al menos cuatro muertos y una veintena de heridos. Con esta acción los islamistas volvían también ayer a la política de atentados suicidas, que parecía ya archivada tras el ataque de un suicida bomba contra un restaurante de Haifa, el pasado 4 de octubre, que dejó como saldo 22 muertos y decenas de heridos.
La reanudación por una parte de los asesinatos selectivos israelíes y por otra de los atentados suicidas palestinos supone en la práctica el fin del proceso de paz, que trataba de impulsar la comunidad internacional capitaneada por Egipto, en coordinación con Estados Unidos, y que tenía como principal misión proteger los esfuerzos que desde hace dos meses hacía Qureia para que los grupos radicales declararan una tregua en la Intifada. El premier palestino pretendía a continuación establecer un diálogo al más alto nivel entre Israel y la Autoridad Palestina, para planificar en este contexto el plan de pacificación establecido en la Hoja de Ruta.
La semana pasada en un intento de reactivar el proceso de diálogo había visitado Israel el ministro de Asuntos Exteriores de Egipto, Ahmed Maher, quien había trasmitido al primer ministro Ariel Sharon una carta del presidente Hosni Mubarak, en la que le pedía que aceptara y respetara el principio de tregua de los 13 grupos radicales palestinos, que se estaba fraguando con la complicidad de Estados Unidos. El jefe de la diplomacia egipcia ofrecía como contrapartida la reanudación de las relaciones diplomáticas plenas entre los dos países, interrumpidas al inicio de la Intifada cuando el embajador cairota fue llamado a consultas. Se aseguraba además que en un contexto de diálogo el presidente egipcio Hosni Mubarak podría visitar Israel, en un acto similar al que efectuó Anuar El Sadat, cuando viajó por “sorpresa” a Jerusalén, poco antes de que los dos países firmaran el acuerdo de paz.
A última hora de la tarde, mientras el Frente Popular para la Liberación de Palestina, una organización protegida por el régimen de Damasco, reivindicaba el doble atentado de Tel Aviv, las autoridades de Israel decretaban el cierre hermético de los territorios palestinos. La orden ponía fin de un tajo a la política de puertas entreabiertas que había decretado el premier Sharon, bajo las presiones de Estados Unidos, y coincidiendo con la celebración de las fiestas de Navidad. La orden de puertas entreabiertas sin embargo no había alcanzado al presidente Yasser Arafat, a quien por tercer año consecutivo se le denegó el permiso para asistir a la misa de Nochebuena (ver nota aparte), que se celebra en la Basílica de la Natividad.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.