EL MUNDO

La des-unión hará la fuerza de Ariel

El partido Likud votó en contra de la inclusión del laborismo en el gobierno israelí. Se prevén divisiones.

El partido de Ariel Sharon votó en contra de la reincorporación del Partido Laborista al gobierno israelí. La mayoría de los 3000 delegados votó a favor de la resolución del ala dura del Likud, que se opone a la entrada de los laboristas a la alianza gubernamental –así como al plan de separación de Gaza–, según el recuento oficial de todas las boletas. La convención también rechazó la propuesta del primer ministro de entablar negociaciones con el laborismo.
Supone un fuerte golpe para el premier, pues en su propio partido se impone la tendencia del grupo de “rebeldes”, encabezados por el ministro sin cartera, Uzi Landau, quien no sólo rechaza las negociaciones con los laboristas, sino que además impugna el plan para la “desconexión” de Gaza. Pero los resultados de la votación no tienen un carácter vinculante y por tanto no obligan a Sharon, que preside el Likud, a aceptar la propuesta de sus opositores. Sin embargo, deja al premier en una precaria posición dentro de su propio partido, lo que según analistas políticos podría resultar en una escisión.
Sharon había ratificado horas antes su voluntad de seguir negociando la ampliación de su gobierno de unidad con todos los partidos sionistas.
En una convulsa convención del derechista Likud celebrada anoche en Tel Aviv, Sharon dejó en manos de los 3000 representantes del comité central del partido la decisión de amparar mediante el voto su voluntad.
“Hay momentos en la vida de una nación en los que se deben tomar decisiones difíciles, e Israel está viviendo días difíciles”, refirió Sharon a la multitud, entre gritos de apoyo y silbidos de rechazo.
El primer ministro se refería a la posibilidad de ampliar su reducida coalición de gobierno que, entre el Likud y el anticlerical Shinui, cuenta con 59 de los 120 diputados del Parlamento, y de introducir a otros partidos como el laborista, que cuenta con unos 20 escaños. Sharon pidió el apoyo de los convencionales de su partido para seguir negociando la ampliación de su coalición “con todos los partidos sionistas” y no descartó a aquellos religiosos ortodoxos que no lo son. Asimismo tachó al grupo de rebeldes dentro de su propio partido, encabezados por el ministro Landau, de “oposición extremista e irresponsable”.
Landau, apoyado por el ministro de Exteriores, Silván Shalom, y el responsable de Finanzas, Benjamin Netanyahu, se opone de forma tajante al ingreso del Partido Laborista, que preside Shimon Peres. “El Likud ha tenido que enfrentarse a muchos oponentes en el pasado, (pero ahora) el Likud no se permitirá ningún boicot o sedición entre sus filas, el partido seguirá con sus negociaciones para formar la coalición de gobierno con cualquier partido sionista que siga sus intereses”, aseveró tajante Sharon tras una interrupción de unos minutos originada por sus correligionarios. Por otra parte, el líder de la Autoridad Palestina (AP), Yasser Arafat, admitió ayer en un acto de contrición público en el Consejo Legislativo Palestino (Parlamento) que se cometieron errores “inaceptables” en el seno de la AP y prometió corregirlos. “Nuestras instituciones cometieron errores inaceptables (...) algunos abusaron de sus poderes y se han burlado de la confianza depositada en ellos.” Arafat entonaba así el mea culpa para hablar de la necesidad de reformas y de poner fin a la sangrante corrupción en las instituciones palestinas y que provocaron la ira de sus ciudadanos en los territorios.
También hizo referencia a la oleada de anarquía y caos que se apoderó de Cisjordania y Gaza en el último mes y señaló que no se hicieron “verdaderos esfuerzos para hacer respetar la ley y el orden”, en una clara llamada de atención a los cuerpos de seguridad, entre los que en ocasiones hay disputas internas, debido a las distintas filiaciones de sus responsables y que se dividen mayoritariamente entre Yasser Arafat y Mohamed Dahlán, hombre fuerte de la Franja de Gaza y que representa a los jóvenes frente a la vieja guardia.

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Ariel Sharon (izq.), los ministros de Exterior, Silván Shalom (cent.), y Finanzas, Benjamin Netanyahu.
 
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