EL MUNDO › A TRES AÑOS, LOS ATENTADOS DE NUEVA
YORK Y WASHINGTON SIGUEN EN PRIMER PLANO
Un vacío que nadie ha podido llenar
En el tramo final de una campaña electoral dominada por los temas gemelos de la seguridad y la guerra, los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y el Pentágono siguen dominando la escena social y política de Estados Unidos. En estas páginas, el panorama norteamericano y mundial a tres años de los ataques.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
EE.UU. conmemora hoy el tercer aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington con una fuerte sensación de inmediatez, de proximidad de lo ocurrido. La memoria no se ha difuminado, por la dimensión de la catástrofe y la profundidad del trauma y porque este país y el mundo han vivido en situación de alerta desde entonces. La investigación de la comisión independiente del 11-S ha reavivado hasta tal punto el relato de lo que pasó –y de por qué pasó– que su informe es número uno de ventas desde que se publicó. Y las próximas elecciones generales no hacen sino afianzar la presencia de aquellos atentados en la vida política y personal de los estadounidenses y en su futuro.
La afirmación tantas veces repetida de que el mundo cambió después del 11-S es más verdad en EE.UU. Es un factor de la realidad que afecta a la vida cotidiana de sus habitantes y que determina sus opciones personales, sociales y políticas. La seguridad es la primera preocupación del país, y por si no hubiera sido suficiente con lo que pasó aquí, y con la situación de alerta en la que se vive, las informaciones que llegan desde el exterior no han hecho sino confirmar que el mundo es un lugar peligroso en el que, sólo por mencionar algunos casos, hubo atentados como el del 12 de octubre de 2002 en Bali (con 202 muertos), el del 16 de mayo de 2003 en Casablanca (41 muertos), los de Estambul de noviembre del mismo año (81 muertos) y el de Madrid del 11-M (191 muertos).
El desenlace de la crisis del colegio de Beslán, en Osetia del Norte, no ha sido menor a la hora de reforzar esa sensación, que no entra en matices ni diferencias sino que almacena impresiones y consolida la percepción de la amenaza. No se sabe aún todo, pero se sabe mucho más que hace un año y, desde luego, mucho más que hace dos años, y eso, para Philip J. Crowley, que fue asesor de la Casa Blanca de Clinton para asuntos de Seguridad Nacional, es una de las grandes novedades del tercer aniversario, un dato que no mueve precisamente al optimismo: “Hace un año estábamos empezando a tener las primeras claves de las incertidumbres y de los peligros que existen. Ahora tenemos una comprensión mucho más amplia de las dificultades, en Irak y en el resto del mundo. Y en este tercer aniversario somos más conscientes del significado del atentado de Madrid del mes de marzo, porque demuestra que Al Qaida se ha recuperado en buena medida de su derrota militar en Afganistán y mantiene la capacidad de golpear con gran precisión y poder en cualquier parte del mundo”.
En el contexto de la campaña electoral estadounidense, el 11-S ocupa un papel protagónico. Hay escasas diferencias entre George W. Bush y John Kerry en cuanto a su compromiso antiterrorista, pero un presidente siempre tiene más capacidad de maniobra que un candidato para rentabilizar esta situación. En opinión de Crowley, que se ocupa de seguridad en el Centro Americano para el Progreso, un think tank cercano al Partido Demócrata, “el gobierno ha intentado incluir elementos diversos en la llamada ‘guerra contra el terrorismo’, sin establecer distinciones entre grupos y razones”. Crowley espera que los electores sepan discriminar y juzguen al gobierno “por las respuestas que han dado y por la credibilidad que merecen unas políticas que no dijeron la verdad sobre las razones de la guerra y las dificultades de la misión”.
Por ahora, la estrategia le es eficaz a Bush, según el último sondeo de Gallup: el 59 por ciento de los estadounidenses cree que “tiene la personalidad y la capacidad de liderazgo que un presidente debería tener”. El 51 por ciento piensa eso de Kerry. Cuando se pregunta sobre el preferido para luchar contra el terrorismo, Bush incrementa su ventaja –61 contra 34 por ciento–, e incluso las visiones negativas que había sobre Irak se han suavizado tras la Convención de Nueva York. Los efectos de la convención se disiparán, y la cifra de los 1000 soldados muertos volverá a poner en cuestión las decisiones de la Casa Blanca, pero Bush mantiene una cómoda ventaja –60 contra 32 por ciento– en la imagen de “líder fuerte que toma decisiones”.
Además de la política, el 11-S está muy presente porque las víctimas lo están. Según la última actualización –aunque hay alguna discrepancia– en los atentados murieron 3020 personas y 2337 resultaron heridas. El porcentaje mayor corresponde a las Torres Gemelas (2792 muertos, en total), que se desplomaron después de haber recibido el impacto de los dos aviones: contra la Torre Norte, el vuelo 11 de American Airlines, con 92 personas a bordo, y contra la Torre Sur, el vuelo 175 de United, en el que iban 65 personas. En un sondeo que acaba de hacer The New York Times con 339 familiares y amigos de fallecidos, la mayoría ha recibido ayuda psicológica, pero cree que nunca –o todavía no, en cualquier caso– su vida volverá a la normalidad. La mayoría también ha acudido a diversas conmemoraciones en la Zona Cero en la que estaban las Torres y está de acuerdo en el diseño del monumento elegido para el lugar y también la mayoría cree que son útiles los alertas del gobierno sobre posibles nuevos atentados.
La vida sigue, Nueva York derrocha energía y la economía de la ciudad vive un nuevo boom, pero pasarán muchos años y el recuerdo seguirá presente, porque nadie que sepa que la mitad de los familiares de las víctimas aún no consiguen tener una noche de sueño completa desde hace tres años, que la tercera parte ha dejado su trabajo, que el 20 por ciento ha cambiado de casa y que otro 20 por ciento cambiaría si pudiera, nadie que sepa esto se olvidará de aquella mañana del 11 de septiembre de 2001.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.