EL MUNDO
Limitando la visión de la planta nuclear carioca
Brasil no permitirá que los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica accedan visualmente a la planta de enriquecimiento de uranio en Resende, Río.
Brasil no permitirá un acceso visual a una planta de enriquecimiento de uranio al grupo de inspectores internacionales que arribó ayer a ese país, para preservar sus secretos tecnológicos. Los expertos del organismo dependiente de la ONU buscan verificar que la técnica de enriquecer uranio desarrollada en la planta de Resende, en el estado de Río de Janeiro, no sea utilizable con fines militares.
“Esa tecnología, que costó mucho, no será de ninguna manera revelada”, aseguró el ministro de Ciencia y Técnica brasileño, Eduardo Campos, en una entrevista con el diario Folha de San Pablo, en referencia a la visita que iniciaban hoy a Brasil un grupo de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). La delegación de la AIEA, la tercera que visita Brasil en lo que va del año, tiene previsto reunirse hoy con técnicos brasileños para determinar los detalles de la inspección.
Los técnicos, que quieren cerciorarse de que Brasil acata las normas del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del cual es signatario, no podrán tener acceso visual a la totalidad de las centrifugadoras de la planta, pero podrán recurrir a otros procedimientos de verificación. El ministro considera que los expertos obtendrán las garantías que buscan “si inspeccionan el piso y contabilizan el control de lo que entra y lo que sale”, además de realizar un “control permanente de las tuberías”.
Además insistió en que el programa nuclear, en el que se invirtieron mil millones de dólares, tiene fines energéticos. La inspección sería limitada para proteger un nuevo método de enriquecimiento de uranio para usos pacíficos, el cual es 30 por ciento más eficaz que el de otros países, incluido el utilizado en EE.UU. Se trata de una “tecnología propia, nacional, que economiza mucha energía”, afirmó Campos.
Brasil cuenta con la sexta reserva de uranio del mundo, y el material enriquecido en las instalaciones de Resende será utilizado, según el gobierno, para alimentar las plantas nucleares de generación de electricidad Angra I y Angra II, que producen un 4,3 por ciento de la electricidad del país. El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva está reactivando el programa nuclear, estancado por falta de presupuesto. Antes de fin de año debe pronunciarse sobre la construcción de Angra III, mientras sigue estudiando la construcción de un submarino a propulsión nuclear, declaró Campos. Esos proyectos levantan periódicas sospechas en medios norteamericanos, que señalan que Brasil no firmó hasta ahora el Protocolo Adicional del TNP. Ese protocolo autoriza visitas tanto a centrales en funcionamiento como a reactores apagados, a centros de investigación y a fábricas de productos que pueden servir para programas nucleares. El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, dijo este mes en Brasilia que Estados Unidos no estaba preocupado por el enriquecimiento de uranio de Resende, y que no se podía poner al país sudamericano “en la misma categoría que Irán o Corea del Norte”, sospechosos de tener un programa nuclear militar.
Campos, en otra entrevista con el diario Correio Braziliense, rechazó contundentemente esas comparaciones. “No existe eso del síndrome de Irán. No hay misterio atómico. No tiene sentido imaginar a Brasil como una amenaza nuclear”, afirmó. El gobierno brasileño ya se había negado a una inspección visual completa de la planta en febrero y marzo de este año.