EL MUNDO
La guerra chino-japonesa vuelve en forma de marchas y libros de texto
China y Japón, dos de las economías más poderosas del mundo, están en una escalada de tensión por el pasado imperial de Tokio.
Por David McNeill *
Desde Tokio
China dijo a Japón que “enfrente su historia” y Tokio le respondió que Beijing era “intimidatorio” a raíz de una disputa que comenzó sobre los manuales de historia que los retrotrajo 30 años a ambos. El premier chino, Wen Jiabao, rechazó ayer pedir disculpas luego de que miles de chinos participaran durante el fin de semana en protestas contra lo que muchos ven en Asia como la falta de un mea culpa de Japón respecto de las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial.
“La fuerte respuesta de la gente de Asia debería llevar al gobierno japonés a reflexionar profundamente”, dijo a la prensa Jiabao en Nueva Delhi, luego de ser preguntado sobre los ataques a los edificios de negocios y propiedades de Japón en China por parte de manifestantes enojados con los libros de texto que –según ellos– blanquean el poder colonial de Japón. Los manifestantes quemaron banderas japonesas, arrojaron una lluvia de piedras y botellas contra restaurantes y supermercados de propietarios japoneses y golpearon a estudiantes de intercambio. “Sólo un país que respeta la historia, se responsabiliza de ella y gana la confianza de los asiáticos y el mundo en general puede tomar una responsabilidad mayor ante la comunidad internacional”, declaró.
El gobierno de Corea del Norte se sumó a las críticas, describiendo ayer a Japón como un “enano político”, denunciando grandes distorsiones en los nuevos manuales escolares de Japón y uniéndose a Corea del Sur y China en la lucha contra Tokio. La falta de condena a los ataques, incluso luego de que docenas de grupos de acercamiento cultural se encontraron en Tokio para aplacar la pelea, fue recibida con decepción por Japón, que cuenta con miles de millones de dólares invertidos en la economía de mayor crecimiento en el mundo y contempla con inquietud el aumento de la confianza y el patriotismo de China. Las empresas japonesas invirtieron más de 9000 millones en China, el año pasado solamente, cuando sobrepasó a EE.UU. para volverse en el mayor socio comercial de Tokio; un boicot liderado por Internet sobre los productos japoneses amenaza con dañar seriamente una de las relaciones comerciales más importantes del mundo. El ministro de Comercio de Japón, Shoichi Nakagawa, señaló ayer su “preocupación” sobre el impacto del sentimiento antijaponés. “Es un país que busca volverse una economía de mercado y los necesitamos para tener una respuesta apropiada”, dijo. Agregó que “es un país intimidante”. China condenó la actuación abusiva de “algunos individuos” pero se negó a una compensación.
Varios comentaristas en Japón advirtieron que las manifestaciones del fin de semana estaban aprobadas tácitamente, si no organizadas por las autoridades chinas con el propósito de oponerse a la obtención por Tokio de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Las crónicas de los diarios dieron cuenta de que estudiantes fueron trasladados a las protestas y las cámaras de televisión mostraban que los policías chinos miraban para otro lado cuando los manifestantes atacaban la embajada de Japón en Beijing. Yomiuri, el mayor diario de Japón, de ideología de derecha, dijo que fue una actitud “imperdonable” en cualquier “país basado en la ley”. Incluso el izquierdista Asahi editorializó que la violencia había llevado las relaciones chino-japonesas al punto más bajo desde que las relaciones diplomáticas fueron normalizadas en 1972.
Los manuales de la polémica minimizaron crímenes de guerra tales como la masacre de Nanjing de 1937, de la que generaciones de chinos aprendieron que representó la violación y asesinato de más de 300.000 civiles inocentes por parte del ejército imperialista de Japón. En la versión japonesa el delito es calificado de “incidente” y el número de muertes es drásticamente menor. Tokio le ha dado a China miles de millones de yenes en Asistencia para el Desarrollo de Ultramar desde que comenzaron las reformas capitalistas allí, a comienzo de 1980, y en un clima interno cadavez más a la derecha cree que representa una disculpa suficiente por los pecados del pasado.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.