EL MUNDO › EL NUEVO PAPA RECIBIO A LA PRENSA DE MODO CONDESCENDIENTE
Gracias por el servicio prestado
Benedicto XVI se abstuvo de hablar en castellano en su reunión con la prensa ayer, lo que fue visto por algunos como un castigo a España por el matrimonio gay. Y el Papa agradeció a los periodistas por haber mantenido fija la atención del mundo sobre el Vaticano.
Por Peter Popham *
Desde Roma
El papa Benedicto XVI prácticamente saltó a la escena ayer por la mañana, en una sala detrás del Vaticano, para agradecer a los medios del mundo por su cobertura de los hechos recientes. “Gracias por venir –dijo sonriente– y particularmente por el servicio que le han hecho a la Santa Sede y a la Iglesia Católica en estos días... Gracias al trabajo que hicieron, por varias semanas la atención del mundo entero ha permanecido fija en la Basílica (de San Pedro), en la Plaza de San Pedro y en el Palacio Apostólico.”
Los que en la audiencia pensábamos que meramente habíamos estado cubriendo una noticia importante nos vimos corregidos: éramos los sirvientes de la Santa Sede. Pero la mayor parte de los 2000 y pico de periodistas en la sala parecieron felices con esta interpretación de su trabajo, a juzgar por las olas de aplausos con que recibieron al nuevo Pontífice. Viniendo a la zaga de Juan Pablo II, sin duda alguna el Pontífice más hábil con los medios de la historia, Benedicto XVI parece agudamente consciente de cuánto nos necesita. Y no demoró en invitarnos de nuevo: después de recibir a los cardenales que lo habían elegido, este encuentro fue lo que seguía en su lista de deberes, incluso antes de su inauguración de hoy, para la que se espera el arribo de al menos medio millón de peregrinos.
Pero habiendo dado las gracias, no pudo evitar una palabra de admonición. “Para que los medios de comunicación social –esto es, nosotros– presten un servicio positivo al bien común, se necesita una contribución responsable.” Se requería un claro sentido de “responsabilidad ética”, continuó. Sólo por medio de “una búsqueda sincera de la verdad y la salvaguarda de la centralidad y dignidad del ser humano” los medios pueden “cumplir el propósito de Dios, que los ha puesto a nuestra disposición”. De modo que las cosas eran claras. Estábamos reunidos en la sala de Pablo VI –nosotros católicos, protestantes, judíos, musulmanes, sijs, budistas, ns/nc y ninguno de los anteriores– para cumplir el propósito de Dios (si hacíamos nuestro trabajo del modo correcto, claro).
Benedicto no aceptó preguntas, a diferencia de su predecesor, que las respondió por espacio de 40 minutos en su primer encuentro con la prensa. Y el nuevo Papa dejó estupefactos a españoles y latinoamericanos en la audiencia al leer su breve mensaje en italiano, inglés, francés y alemán, pero no en el idioma de la mitad del mundo católico: algunos se preguntaron si no era una oblicua represalia al primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero por conceder a los homosexuales de España el derecho a casarse –lo que fue condenado esta semana por un alto funcionario Vaticano como “una ley malvada”– en una fecha tan dolorosamente próxima a la elección del nuevo Papa.
Pero en su mayor parte la primera aparición de prensa del Pontífice fue una revelación, pese a sus admoniciones. Después de tantos años de ver a un Papa envejeciendo en medio del dolor, fue un alivio tener a esta figura pequeña, dinámica, radiante en medio nuestro, tan fresco como un cordero de primavera pese a sus 78 años. Las palabras de Benedicto pueden haber sido duras, pero su lenguaje corporal sugería un hombre inmensamente cómodo en su nuevo rol.
Los periodistas del Vaticano están acostumbrados al severo cardenal Ratzinger que nunca encontró la adulación, ni a enormes multitudes tratando de verlo, o cientos cantando su nombre. La experiencia parece haber derretido alguna piedra en el hombre. Esa es la razón por la que un nuevo Papa debe tener un nuevo nombre: asumir este trabajo debe ser como renacer.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.