EL MUNDO › LA SALIDA DEL JEFE DEL PT COMPLICA MAS A LULA EN BRASIL

Golpe blanco, renuncia blanca

Después del arresto de un funcionario del PT con dinero de dudoso origen y destino, José Genoino presentó su renuncia indeclinable como jefe del partido. Lula calificó la situación como “una pesadilla”.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

Cayó el presidente del PT. José Genoino presentó ayer su renuncia indeclinable ante el directorio partidario, al fracasar las negociaciones entre las diversas corrientes de una agrupación políticamente fracturada y vapuleada por sospechas de corrupción. El hecho que precipitó su salida fue la detención, el viernes, de un funcionario petista transportando cientos de miles de reales de origen y destino dudosos. José Adalberto Vieira da Silva, apresado en el aeropuerto de Congonhas, San Pablo, cuando ocultaba parte del dinero en su ropa interior, era asesor del hermano de Genoino, un diputado provincial de Ceará. Vieira fue exonerado del PT ayer. Y Tarso Genro, ministro de Educación, fue elegido nuevo presidente del PT.
Esto es una “pesadilla”, admitió Lula al saber de la noticia que acabaría destronando a Genoino, luego de 30 meses en el cargo al que llegó tras la licencia solicitada por José Dirceu. A Dirceu, ex ministro jefe de la casa civil, también lo tumbó la avalancha de acusaciones iniciada por el diputado Roberto Jefferson el 6 de junio. La sola divulgación de una maleta rebosante de billetes, equivalente a 450.000 reales, que fue tapa en la prensa sabatina, hubiera bastado para poner en jaque al ex jefe petista. Pero ése fue sólo el hecho que rebasó sus defensas ya debilitadas por la divulgación, en la última semana, de dos documentos donde aparece su firma junto a la del polémico empresario Marcos Valerio en operaciones por 5,5 millones de reales. Valerio es el lobbista acusado de traficar influencias y articular sobornos con que el gobierno garantizó mayoría parlamentaria.
El fin de Genoino significa otro revés para Luiz Inácio Lula da Silva, quien probablemente deberá convivir con un partido menos dócil a su administración. “Ciertamente cometemos fallas, errores, equívocos, pero en el PT nosotros no practicamos irregularidades, nosotros no practicamos ningún acto ilícito, el PT no compra ni paga diputados”, dijo Genoino. El anuncio ocurrió antes de la reunión extraordinaria de los 83 miembros del directorio nacional del PT, que continuará sus deliberaciones hoy. Emocionado, Genoino comentó que desde el próximo lunes volverá a ser un ciudadano común, pues su mandato parlamentario expiró, y deberá procurarse un empleo para “sobrevivir”.
Algunas corrientes de izquierda, que culpan al “campo mayoritario” de la “degradación” partidaria, según palabras del economista Plínio de Arruda Sampaio, exigen la renuncia inmediata y en pleno de la dirección.
El ex presidente Fernando Henrique Cardoso y el líder sin tierra Joao Pedro Stédile difícilmente defienden posiciones siquiera semejantes.
Curiosamente ambos coinciden en que si no media una solución que reencauce –y pronto– el desmadre originado en las denuncias del diputado Roberto Jefferson, Brasil está amenazado de caer en la barbarie.
Para Stédile esa barbarie será hija del “golpe blanco” urdido por las elites a las que debería enfrentarse, según él, con la movilización del movimiento popular. Una apuesta improbable a estar por la decepción que hoy campea entre los petistas.
Para Cardoso, en cambio, la barbarie estaría gestándose en las temeridades de Jefferson y la comparsa de oportunistas que a caballo del discurso anticorrupción alentarían un populismo con reminicencias del que ensayó el presidente Fernando Collor de Mello entre 1990 y 1992. Esa degradación institucional, advierte Cardoso, debe ser extirpada por un acuerdo entre su partido, el socialdemócrata PSDB y el gobierno. Como condición para llegar a ese pacto el ex mandatario propone que Lula renuncie a la reelección, a cambio de lo cual sus legisladores prometen moderar sus ataques en las comisiones parlamentarias de investigación.
Emisarios oficialistas han mantenido contacto con el propio Cardoso para estudiar una idea que permitiría a Lula evitar un impeachment, antesala del juicio político. Esa hipótesis era descabellada un mes atrás, pero el vértigo de los acontecimientos ya la tornó verosímil. “Esto es una renuncia blanca”, decían ayer dirigentes petistas, aludiendo al deseo de Cardoso de sacar al presidente la posibilidad de volver a postularse para la presidencia el año próximo.
Aunque los índices de Lula aún son llamativamente altos, hay encuestas que detectan un desgaste de su imagen. Ayer la revista Veja publicó una en que el 55 por ciento de los entrevistados supone que el presidente estaba al tanto de los negocios sucios operados en su entorno. “¿El sabía?”, se pregunta el semanario en su tapa.

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José Genoino (izq., al micrófono) en medio de la conmoción que rodeó su renuncia.
 
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