EL MUNDO › KARL ROVE, ASESOR DE BUSH, SE CONTRADICE EN EL CIA-GATE

El sospechoso hizo memoria

El principal asesor del presidente George Bush, Karl Rove, habría confesado ante el gran jurado que él y el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Libby, discutieron sobre la identidad de la agente de la CIA Valeria Plame –a partir de informaciones obtenidas de periodistas–, antes de que lo filtrara la prensa. Esta declaración llegó a sólo ocho días de que finalice la investigación por la filtración del nombre de Plame. Aunque en sí esta declaración no supone un delito, sí contradice la primera aseveración de Rove en la que aseguró que no había discutido el nombre de la agente en las entrevistas que tuvo en el 2003 con el periodista de la revista Time, Matt Cooper.
Según publicó ayer el diario The Washington Post, una fuente con acceso a la declaración de Rove frente al gran jurado afirmó que el asesor de Bush había testificado que la conversación con Libby, en la Casa Blanca, dos años atrás, se basó exclusivamente en la información que ambos habían obtenido de periodistas. No obstante, Rove habría confesado que otra persona también le dio el nombre de Plame, aunque declaró que no recuerda quién fue. Incluso, admitió que el columnista Robert Novak –el primero en filtrar el nombre de Plame– le había contado una semana antes que publicaría un artículo exponiendo la identidad de la agente de la CIA. Rove se limitó a confirmarle que él había escuchado información similar.
El caso, que cada vez involucra más al mando superior de Washington, no se trata sólo de la divulgación de la identidad de una agente secreta de la CIA –acción considerada una violación a la seguridad nacional– sino que además entraña, posiblemente, una campaña desde los más altos niveles de la Casa Blanca para silenciar a uno de los principales opositores a la invasión a Irak en el 2003: el diplomático retirado y esposo de Plame, Joseph Wilson. Esta es la dirección que, en este último tramo, eligió el fiscal especial que dirige el caso, Patrick Fitzgerald, que el próximo 28 de octubre puede o no entregar un informe o, incluso, presentar cargos contra algún funcionario.
Un tercer nombre de la Casa Blanca que empezó a circular esta semana es el de John Hannah, un asesor de Cheney. Según el Post, dos funcionarios estadounidenses aseguraron que Hannah les habría confiado a sus amigos cercanos que temía quedar involucrado en la investigación de Fitzgerald. Sin embargo, todavía no hay pruebas que indiquen qué rol habría tenido Hannah en la campaña para exponer a Plame.
Quedan muchas preguntas por contestar y es casi evidente que ocho días no serán suficientes. Sin embargo, la participación –aunque sea por omisión– de altos funcionarios de la confianza del presidente y el vicepresidente estadounidenses parece innegable. Como también lo es que, después de dos años, todavía no se ha podido responder a la pregunta que subyace a este caso: ¿por qué se invadió Irak?

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