SOCIEDAD › COMO FUE LA TRAGEDIA DE MAGDALENA SEGUN LOS PRESOS DEL PENAL
“Los pibes estaban como cocinados”
Los detenidos que ayudaron a sus compañeros del pabellón incendiado brindaron su relato ante la Comisión de la Memoria que ayer los visitó en la cárcel. Negaron la versión oficial: contaron que no hubo motín y que la puerta fue cerrada por un guardia con el fuego ya desatado.
Por Horacio Cecchi
La Comisión Provincial por la Memoria y el defensor general de San Nicolás, Gabriel Ganon, presentarán hoy ante la Justicia un habeas corpus por las condiciones de desatención sanitaria y psicológica en que quedaron los presos del Módulo 15, después de socorrer a sus compañeros, víctimas del incendio en el penal de Magdalena. También pedirán incorporar a la causa penal las declaraciones de esos detenidos. El acta que contiene esos testimonios, recogidos ayer por la Comisión, es una extensa exposición de cómo fueron los hechos que provocaron la muerte de 33 internos. El relato –al que tuvo acceso Página/12– desmiente la existencia de un motín y deja en el absurdo la versión oficial: las puertas no fueron bloqueadas con camas por el simple hecho de que se abren hacia fuera y las camas están clavadas al piso. Además, los guardias cerraron la puerta con el fuego ya desatado. El agua jamás salió de las bocas de incendio porque el motor de la bomba extractora estaba desconectado desde hacía un mes (ver aparte). Los presos del 15 denunciaron que no sólo fueron abandonados por guardias y bomberos, sino que llevaban a sus compañeros hasta el puesto sanitario, a unos 60 metros, donde ellos mismos les colocaban una mascarilla para darles oxígeno del único tubo existente en el penal.
De acuerdo con el relato, el horario de inicio del incendio en el Módulo 16 de Autodisciplina, a las 22, es lo único que medianamente coincide con la versión oficial de los hechos. A esa hora, los presos del 15, que se encontraban mirando televisión, “empezaron a escuchar ruidos en el pabellón 16 –señala el relato de los internos–. Vieron ingresar a más o menos 20 agentes de la guardia armada que comienzan a disparar tiros (más de 20)”. Los módulos 15 y 16 se encuentran separados por un muro de ladrillos de fibrocemento, bajo un mismo techo a dos aguas del mismo material. Los del 15 no pudieron ser testigos de los motivos del incendio, pero según la secuencia de los hechos, sugirieron una versión creíble: algunos internos se trabaron en una pelea (los ruidos que escucharon). La pelea provocó la reacción de la guardia de escopeteros, que intentó calmar los ánimos de la forma más habitual con que han aprendido a calmarlos: disparando balas de goma con sus Itakas desde el lado exterior de la reja. Dicen que no saben cómo se inició el fuego, pero que lo empezaron a percibir en el humo que se colaba por el techo.
Los del 15 alcanzaron a ver a la guardia, que había retirado a más de una decena de presos del 16, vieron que los obligaban a tirarse al piso y los esposaban. Pero también vieron cómo el encargado de los dos módulos, de apellido Santamaría, volvía a cerrar la puerta con candado, dejando encerrados en un horno a entre 40 y 50 internos; 33 de ellos murieron.
“En el pabellón 15 –continúa el relato– empiezan a intoxicarse y varios detenidos no podían respirar. Entonces les piden a los penitenciarios que los saquen y les abren la puerta trasera”, del módulo que da al terreno que separa la construcción del muro perimetral, donde se encuentra la guardia de escopeteros. Desde allí empiezan a disparar y a amenazarlos para que se echen al piso, cosa que los presos obedecen. Pero los gritos, el humo y el olor a carne quemada seguía en aumento, por lo que empezaron a levantarse, mientras que la guardia se iba retirando del penal hasta más allá de la última reja, en el sector de administración.
Los presos, entretanto, intentaban desesperadamente rescatar a sus compañeros todavía encerrados. “El único guardiacárcel que ayuda es (Cristian) Núñez –cita la declaración–, que, saben, se cayó cuando caminaba por el techo porque se enganchó con el alambre de púa, que nadie le pegó un palazo en la cabeza.” La historia oficial, en cambio, dice que Núñez fue golpeado por los presos. Según los detenidos, Núñez intentó disparar contra el candado del 16 con su escopeta, pero tenía balas de goma; subió al techo y a gritos pedía balas de plomo a la guardia del muro. Fue en ese momento que se enganchó y cayó.
Un grupo del 15, finalmente, logró saltar al patio del 16. “Empiezan a romper la pared junto a las ventanas para sacar a los internos –dice elrelato–. Esto lo hacen con los bancos que sacaron del 15 y con matafuegos que estaban en su pabellón pero que no funcionaban (eran del año 2003). Recuerdan que se escuchaba el ruido del fuego, que todo se quema, se rompe y se cae. Logran sacar pibes y algunos todavía estaban vivos. El calor era insoportable, se había formado como un horno con el fuego. Algunos de los pibes estaban como cocinados por el calor. Cuando los agarraban de los brazos que tenían duros se quedaban con la piel en sus manos. Que encontraron internos muertos en el piletón y la ducha, algunos ya duros de quemados, como en posición fetal y los llevaron en las mantas a Sanidad.” Allí es donde se completa el cuadro de abandono: los mismos presos les tienen que suministrar oxígeno a los sobrevivientes.
Agregaron también que las bocas de agua no funcionaba desde hacía 20 días, porque la empresa G y C había desconectado el motor para separar el agua corriente del agua para las bocas de incendio y no lo había vuelto a conectar. Ayer, mientras la Comisión y los abogados realizaban las entrevistas, la empresa volvía a conectar la bomba. También corrigieron la versión oficial con respecto a los bomberos: el primer vehículo que llegó no fue una autobomba, sino una camioneta F-350 sin agua. El resto llegó cuando todo había terminado. Agregaron que la guardia recibía a los muertos en la puerta y los llevaba a la capilla, pero que a los familiares les decían que “estaba todo bien, que no había heridos, que no pasaba nada”. Agregaron que en la noche del domingo hubo 150 traslados. Y que temen por su seguridad, pero declaran lo que vieron porque necesitan que se haga justicia.
Ayer, un grupo de peritos de Gendarmería levantaba rastros del módulo fatídico.