EL MUNDO › LA DERECHA GANO LA PRIMERA VUELTA LEGISLATIVA EN FRANCIA
Chirac se quedó con toda la gloria
La izquierda francesa, que perdió primero con Le Pen pero después ayudó a ganar a Chirac en las presidenciales, volvió a retroceder hasta un 37 por ciento, dejando a la derecha con mayoría en el futuro Parlamento. La extrema derecha también salió derrotada y no pudo transformarse en el árbitro para el ballottage del
domingo próximo.
Página/12, en Francia
Por Eduardo Febbro, desde París
Los electores franceses aspiraron sin miramientos la mayoría progresista que gobernaba Francia desde 1997, colocando a la derecha francesa en una situación ideal con vistas a la segunda vuelta de las elecciones legislativas del próximo domingo. Al cabo de una primera ronda marcada por la tasa de abstención más alta que se haya registrado bajo el régimen de la quinta república francesa, 36 por ciento, la derecha consiguió en las urnas legislativas la continuidad del voto que el pasado 5 de mayo permitió la reelección del presidente Jacques Chirac. Con poco más del 43 por ciento de los votos, el partido presidencial, la UMP (Unión por la Mayoría Presidencial), dio vuelta por completo la composición de la Asamblea Nacional poniendo término a esa “anomalía republicana” que fue la cohabitación entre un presidente de derecha y un premier socialista. La izquierda francesa totalizó cerca del 37 por ciento de los votos y perdió así cerca de la mitad de los diputados que había ganado en 1997. Más que los socialistas, fueron los comunistas y los ecologistas quienes parecen haber provocado la caída de la mayoría rosa-verde-rojo.
Los verdes apenas sacaron 4,5 por ciento, mientras que el Partido Comunista francés, con 4,3, conoció un nuevo capítulo de su constante ocaso. Entre las legislativas de 1997 y estas del domingo, el PCF dejó en el camino más del 5 por ciento del electorado que votaba por él: en las legislativas anticipadas de 1997 los comunistas francesas rozaron el 10 por ciento mientras que ahora ni siquiera llegaron al cinco. Otra de las grandes sorpresas de la consulta fue el claro retroceso de la extrema derecha. El partido de Jean Marie Le Pen, el Frente Nacional, y el otro grupo ultraderechista, MNR, recogieron 12 por ciento de los votos, un porcentaje mucho menor al casi 20 por ciento obtenido durante las elecciones presidenciales de abril y mayo pasado.
Las proyecciones elaboradas anoche mostraban una Asamblea Nacional ampliamente dominada por la derecha presidencial. La UMP puede totalizar entre 380 y 420 escaños, los socialistas entre 135 y 175, los comunistas entre 10 y 14 y la extrema derecha entre 0 y 4. El cambio manifestado en las urnas es por demás rotundo. La Asamblea saliente constaba de 319 escaños de izquierda y 255 de derecha. Si los electores confirman en la segunda vuelta la tendencia de la primera, la derecha tendría más que los escaños ganados por la izquierda en 1997 en medio de un desastroso clima social y político. Las diferencias entre una y otra Asamblea no atañen únicamente a la relación de fuerzas entre la derecha y la izquierda sino en el seno de las mismas fuerzas conservadoras. Disfrazado para esta ocasión con las siglas UMP, el partido fundado por el Presidente Chirac, el RPR, está en condiciones de formar por sí solo una mayoría parlamentaria. Con un 35 por ciento de los votos, la UMP-RPR no necesita de sus aliados del partido de centro UDF para gobernar sin sobresaltos. En la Asamblea anterior, de los 250 escaños de la derecha 140 eran del RPR y 111 de los centristas liberales. Jacques Chirac, reelecto con más del 80 por ciento, asiste ahora a la realización de otro sueño impensable (el primero fue el 82 por ciento de las presidenciales): contar con una mayoría “clara y coherente” compuesta únicamente por quienes les son fieles.
Los resultados de ayer son desastrosos y paradójicos para la izquierda y revelan un comportamiento electoral por demás imprevisible. A pesar de los cinco años limpios de gobierno socialista, los electores no sólo descalificaron al ex jefe de gobierno Lionel Jospin desde la primera vuelta de las elecciones presidenciales sino que, encima, están a punto dedarle la mayoría parlamentaria a un partido político conocido por su verticalismo autoritario y por los incontables casos de corrupción en los que está implicado. Francia parece haber preferido las manos manchadas a la virtud socialista encarnada por el derrotado Lionel Jospin. Sin embargo, el Partido Socialista francés salió reforzado de la consulta de ayer porque en porcentajes absolutos registró un incremento de algo más de un punto. Del 37 por ciento ganado por todos los partidos de izquierda, casi el 27 por ciento corresponde al PS. Los herederos de Jean Jaurès no perdieron ni un ápice de su electorado tradicional, pero tampoco alcanzaron a seducir a los electores que abandonaron el barco comunista, ni a los ecologistas, ni a la extrema izquierda. El PS francés salvó lo esencial sin por ello haber evitado perder el poder. La gran decepción que dejaron las urnas se sitúa en torno a los ecologistas. Los verdes “patinaron” en su intento de arraigarse electoralmente, repitiendo así el escaso margen de votación de las presidenciales. Mucho más costoso resultó el hundimiento del comunismo francés. Comprometido en un cambio profundo y autodenominado “mutación”, los rojos sufrieron una sangría espectacular que los privó incluso de contar en adelante con un grupo parlamentario propio en la Asamblea Nacional.
Además de un rotundo cambio de mayoría, los franceses pusieron igualmente término a la cohabitación. Luego de la victoria de los socialistas en 1982, las fases de cohabitación se sucedieron en Francia, trastornando tanto la acción de los gobiernos como la percepción de las diferencias entre la izquierda y la derecha. Entre 1986 y 1988, la derecha obtuvo la mayoría y el gobierno, pero la presidencia estaba en manos del socialista François Mitterrand. Entre 1993 y 1995, la experiencia volvió a repetirse casi con los mismos protagonistas: en la primera cohabitación, Mitterrand era el presidente y Jacques Chirac el jefe de gobierno; luego, Mitterrand siguió siendo presidente y el gobierno estuvo a cargo del conservador Edouard Balladur. La situación se invirtió en los últimos cinco años. Jacques Chirac ganó las presidenciales en 1995 y luego perdió las legislativas anticipadas organizadas en 1997: él fue presidente y Lionel Jospin premier. La estrepitosa derrota de este último selló el destino de la cohabitación.
A pesar de la evidente falta de estatura de Chirac, Francia restauró la lógica de las instituciones validando la coherencia política entre el presidente y la mayoría que gobierna. El estado de gracia del gobierno de Jean-Pierre Raffarin –nombrado luego del 5 de mayo– quedó expresado en el voto de ayer. Pese a que está a las puertas de recuperar el poder completo que perdió hace 5 años, la derecha continúa actuando con mucha cautela y evita todo triunfalismo agresivo. Todas las declaraciones y discursos escuchados anoche estaban marcados por la “modestia” de su contenido. Con todo, el jefe de gobierno reconoció que “el mensaje de esta noche es favorable”. Los socialistas se habían preparado para la derrota con antelación. La última semana de campaña ya había dado muchos signos de que la victoria era imposible, tanto más cuanto que la dispersión de las listas –más de 8400 candidatos–, el temor a una nueva cohabitación destilado sabiamente por sus rivales de la derecha y la falta de un líder verosímil no permitían presagiar otra victoria sucesiva de la izquierda.
El primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, convocó a los electores a “una toma de conciencia” frente al evidente riesgo de que la Asamblea Nacional esté controlada por la derecha, específicamente por un solo partido, la UMP. Según Hollande, los socialistas “encarnan una garantía de equilibrio”. Los argumentos del líder socialista no carecen de validez. Si la corriente de la primera vuelta llega hasta la segunda, la derecha francesa controlaría el país de manera más que hegemónica. Por lo general, siempre existe una continuidad entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones legislativas, y es poco probable que se denmodificaciones considerables. La derecha tiene por delante cinco años de gobierno y la democracia francesa siete millones de electores menos. Esa es la cantidad de votantes que “faltaron” ayer a la cita con las urnas.