EL MUNDO

Totalmente americanos, voluntarios y xenófobos

Cientos de voluntarios se dan cita en las fronteras de Arizona y California para frenar a los indocumentados.

Por Carlos Ramos *
Desde Los Angeles


Han llegado al suroeste de Arizona desde distintos rincones de Estados Unidos. Desde Buffalo, Nueva York, desde el Condado de Orange –conocido por las tareas de los “braceros”, inmigrantes ilegales que se ocupan de la dura tarea de recolección de frutos– en el sur de California, o de ahí cerca en la ciudad de Phoenix. Algunos fueron soldados o policías, otros son funcionarios, directivos de periódicos o gente ya retirada. Todos dicen ser ciento por ciento americanos, patriotas hasta la médula y estar haciendo una labor necesaria en la que el gobierno y los políticos de Washington han fallado.

“Al reunirnos aquí pacíficamente estamos expresando nuestro malestar con el gobierno y los funcionarios locales, quienes tienen la obligación de hacer cumplir las leyes de inmigración, y que al no hacerlo han dejado la puerta abierta para un ataque terrorista”, señaló James Gilchrist, de 56 años y uno de los organizadores del llamado Proyecto Minutemen, o Patrulla Fronteriza Ciudadana. Gilchrist, un ex infante de marina residente de California, no terminaba de creer lo que ha sucedido en los últimos días en varios de los pueblos perdidos del desierto de Arizona que hacen frontera con México. Los más de 200 voluntarios que logró reunir consiguieron tal atención de la prensa que el tema de la inmigración ilegal ha sido catalputada a las primeras planas de la discusión pública.

No es la primera ocasión en que Gilchrist y Chris Simcox –el otro líder del grupo y también de California– organizan voluntarios para patrullar la frontera. Es la primera vez, sin embargo, que tanta gente se apunta para patrullar por todo un mes. Según Simcox, que publica el periódico Tombstone Tumbleweed, en el pueblo de Tombstone, justo a unos pasos del borde fronterizo, hay cerca de 1000 voluntarios en lista de espera. “No importa lo que cueste, así es como debería ser la seguridad interior”, explicó Simcox, citado por el diario Los Angeles Times, durante una de sus rondas en vehículos todoterreno junto a un grupo de voluntarios por el llamado Corredor de Naco, la franja de unos 40 kilómetros en el sureste de Arizona escogida por los minutemen para el patrullaje. Por esta área cruzan la frontera decenas de miles de inmigrantes, en su gran mayoría mexicanos. Según estimaciones de la propia Patrulla Fronteriza estadounidense, aunque cada año se detiene a cerca de un millón de inmigrantes frustrados, por lo menos otro medio millón logra entrar con éxito a Estados Unidos. El desierto de Arizona se ha convertido en el principal punto de cruce debido a que en sitios como California y Texas el gobierno ha construido barreras, vallas y utilizado todo un aparataje tecnológico para detectar seres humanos, que hacen muy difícil el cruce.

Lo de los voluntarios no es exclusivo de Arizona. El pasado noviembre los votantes pasaron una ley mediante la cual se prohíbe dar beneficios públicos –sanitarios, por ejemplo– a los inmigrantes indocumentados. Según los expertos, ambos fenómenos son debidos a la frustración del ciudadano común con lo que percibe como una crisis del sistema migratorio. “Lo que el presidente Bush está haciendo en Irak es magnífico, pero en esto ha fallado”, señaló Jack Treese, otro de los voluntarios. “Si no se hace nada, (los inmigrantes) seguirán llegando”, advierte. Y el fenómeno se ha expandido al mismo estado de California, uno de los principales receptores de la inmigración ilegal, donde incluso el gobernador Arnold Schwarzenegger, considerado un moderado para los patrones de la política republicana contemporánea, ha salido públicamente a defender las patrullas, desatando la ira y las críticas de las organizaciones de derechos humanos y civiles.


* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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