Lunes, 26 de junio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE DE BRASIL OFICIALIZO SU CANDIDATURA
Comenzó la campaña presidencial en Brasil y con ellas el cruce de acusaciones entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el de la Social Democracia Brasileña (PSDB). El ex presidente Fernando Henrique Cardoso le contestó ayer al actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva, por las críticas que hizo en la presentación de su candidatura a la reelección. “Sigue cacareando sobre los huevos ajenos”, cuestionó el ex presidente, que aseguró que el gobierno petista había copiado algunas de sus políticas, especialmente en el plano económico. Las palabras de Cardoso buscaban poner en duda uno de los elementos centrales del discurso de Lula del sábado: sus diferencias con la gestión anterior.
Algún distraído podría llegar a pensar que los candidatos para las elecciones del próximo 1º de octubre son Lula y Cardoso. Esto no es casual. En la convención nacional del PT del sábado pasado, Lula forzó una identificación entre su verdadero rival, el ex gobernador de San Pablo, Geraldo Alckwin, y su correligionario Cardoso. “Yo quiero quedarme y los tucanos (como se conoce a los socialdemócratas) quieren volver”, afirmó Lula frente a 4 mil militantes que no paraban de ovacionarlo. Cardoso aprovechó que ayer se oficializó la candidatura de José Serra –el rival de Lula en las elecciones pasadas– para el gobierno del estado de San Pablo para devolverle el ataque al gobierno, al que calificó de “corrupto e incompetente.”
Lula dilató lo más posible la oficialización de su candidatura. Su estrategia, seguramente, fue intentar despegarse lo más posible del momento más caliente de la crisis de corrupción que atormentó a su gobierno y a su partido por meses, pero hoy ya no ocupa las portadas de los diarios. Pasada la crisis, las encuestas lo presentan como el vencedor, casi intocable, de las próximas elecciones. En este nuevo escenario, el presidente brasileño decidió por fin lanzar su candidatura para ser reelecto.
A pesar de los buenos presagios de las encuestas, los brasileños no parecen haber exonerado del todo al gobierno petista. Según un sondeo realizado por una organización vinculada al PT, la gestión de Lula es vista como la segunda más corrupta, superada sólo por la de Fernando Collor de Mello, que fue destituido por escándalos de corrupción. El sondeo realizado por la Fundación Perseu Abramo muestra que el 71 por ciento eligió al gobierno de Collor, frente al 39 por ciento que optó por el de Lula, y el 32 por ciento que eligió al de Cardoso.
La socialdemocracia también tiene sus puntos débiles. La violencia desatada en San Pablo el mes pasado, impulsada por el Primer Comando de la Capital –un grupo armado de narcotraficantes– deslegitimó fuertemente al PSDB en uno de sus propios bastiones. Lula es consciente de ello y por eso eligió el tema de seguridad como una de las columnas vertebrales de su campaña. Tanto en este caso como en la resaltación de los logros económicos y sociales, el objetivo será legitimarse por medio de la comparación con un pasado que se resume en la figura de Fernando Henrique Cardoso.
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