EL MUNDO › UN BOMBARDEO ISRAELI A LA ALDEA LIBANESA QANA MATO A 57 CIVILES, ENTRE ELLOS 37 NIÑOS

Masacre en un sótano con refugiados

Con las decenas de muertos de ayer, son más de 500 los muertos libaneses. La comunidad internacional condenó la ofensiva israelí; como consecuencia, el gobierno de Ehud Olmert suspendió los bombardeos por 48 horas. El premier Fouad Siniora canceló la invitación de Condoleezza Rice al Líbano.

Israel mató a 57 civiles libaneses, entre ellos 37 niños, en el ataque más mortífero de su campaña. El bombardeo, dirigido a un edificio en el que se refugiaban decenas de familias, fue condenado por todo el mundo y quebró la posibilidad de un cese de fuego negociado entre Tel Aviv y Beirut. “No hay espacio hoy para otra discusión que no sea un inmediato e incondicional cese del fuego y una investigación internacional sobre la masacre israelí en Líbano”, aseguró el primer ministro libanés, Fouad Siniora, rechazando cualquier condición por parte del gobierno israelí para suspender los bombardeos. Ante la ola de críticas, Israel anunció un cese de los ataques por 48 horas. Pero la suspensión es sólo parcial. Tel Aviv podrá continuar atacando objetivos de Hezbolá y adelantó que para este miércoles habrá terminado de establecer una zona de seguridad de dos kilómetros de ancho en la frontera con el Líbano.

Beirut rompió su tradicional actitud cautelosa y denunció a Israel de cometer crímenes de guerra. Siniora apeló una vez a la unidad del pueblo libanés y del mundo árabe, que hasta el momento no ha tomado una actitud muy activa en el conflicto. Aunque ningún país apoyó el ataque, la condena de la comunidad internacional fue muy variada. Las potencias europeas rechazaron la matanza de civiles pero repitieron las declaraciones tibias que hicieron fracasar la Cumbre de Roma de la semana pasada. La intervención más fuerte estuvo a cargo de Italia. El canciller Massimo D’Alema advirtió que la “intransigencia” del gobierno israelí hace muy difícil encontrar una solución al actual conflicto con Hezbolá en el Líbano. Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reunió ayer en una sesión de emergencia con la esperanza de consensuar una condena a Israel. Sin embargo, la posición inalterada de Estados Unidos volvió a obstaculizar tal resolución, que se vio reducida a una mera expresión de “conmoción y aflicción” por la muerte de civiles. Una vez más, el Consejo vuelve a contradecir al secretario general Kofi Annan que más temprano había demandado una condena fuerte contra el ataque israelí.

Luego del ataque al edificio de tres pisos en la aldea de Qana, muy cerca de Tiro, Hezbolá había advertido que respondería con fuerza. Horas después comenzaron a sonar las sirenas de alarma de ataque en todo el norte israelí. Haifa, Kiriat Shmona, Acre, Naharia y Rosh Pina fueron las ciudades golpeadas ayer, en la mayor ofensiva de la milicia chiíta desde que comenzó el conflicto a mediados de este mes. Al menos 140 cohetes fueron lanzados desde el sur libanés, dejando sólo siete heridos leves. Tel Aviv lamentó la muerte de civiles libaneses pero advirtió que no terminará con los ataques. La portavoz del gobierno israelí, Miri Eisin, anunció que investigarán las razones de este “error”. Sin embargo, luego justificó ese “error”. “Israel no tiene como objetivo a civiles, por eso Hezbolá se oculta en los lugares donde viven civiles. Israel está profundamente entristecido y lleno de angustia”, explicó Eisin. En su declaración, el ejército israelí aseguró que el ataque fue una reacción directa a los misiles lanzados por Hezbolá desde esa aldea.

Libaneses, palestinos e israelíes, todos protestaron ayer contra el ataque en Qana. Cerca de cinco mil personas se reunieron frente al edificio de la misión de la ONU en Beirut para rechazar la ofensiva de Tel Aviv y la ausencia de una respuesta contundente de la comunidad internacional. Cientos de libaneses consiguieron entrar al edificio y realizaron algunos destrozos. Mientras tanto, la representación de la Unión Europea, cercana al lugar, era evacuada por precaución.

En la Franja de Gaza, cinco palestinos resultaron heridos luego de participar de una protesta similar, que terminó también de forma violenta. En Israel, en tanto, miles de ciudadanos de origen árabe manifestaron en la zona de Galilea, en el norte del país.

Cuando sucedió el ataque en Qana, Rice se encontraba reunida con el ministro de Defensa israelí, el laborista Amir Peretz, discutiendo un posible acuerdo con el Líbano. La masacre de Qana, sin embargo, cambió todo. La negociación que tenía a Estados Unidos como mediador suponía eldesarme y la retirada de Hezbolá de sus posiciones en el sur del Líbano, el establecimiento en la zona de una importante fuerza multinacional que ayudaría al ejército libanés a tomar posiciones en ese territorio, y permitiera la devolución de los soldados israelíes secuestrados.

El pedido de una “tregua inmediata e incondicional”, que hizo el premier libanés luego de conocerse el ataque en Qana, demostró que la negociación se ha quebrado. Por eso, Siniora canceló el viaje que tenía programado ayer Rice al Líbano. La secretaria de Estado se quedará en Israel continuando las negociaciones, aunque sigue sin demandar la suspensión de los ataques israelíes, que Peretz adelantó que durarán al menos dos semanas más. Unilateralmente, Israel anunció un primer cese de los bombardeos por 48 horas, que seguramente no será tal, ya que se reservó el derecho de continuar atacando a los objetivos de Hezbolá que bombardeen Israel. De lo que no cabe duda es de que ayer todas las esperanzas de que se alcance la paz pronto se derrumbaron.

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