Miércoles, 22 de noviembre de 2006 | Hoy
Los países acordaron cooperar en seguridad y Damasco aceptó la presencia de las tropas estadounidenses en Irak mientras hagan falta. Saddam Hussein rompió relaciones con Siria en 1980, acusándolo de haber enviado armas a Irán, con el que acababa de entrar en guerra.
Por Angeles Espinosa *
Desde Teherán
Irak y Siria restablecieron ayer relaciones diplomáticas plenas, tras casi un cuarto de siglo de ruptura. El acuerdo, anunciado por sus respectivos ministros de Exteriores, incluye un pacto de cooperación en materia de seguridad y el entendimiento de que las tropas de Estados Unidos permanecerán en Irak mientras sea necesario. La noticia coincide con el intento iraní de reunir en Teherán a los presidentes iraquí y sirio para buscar una salida a la violencia en Irak. Ambos pasos constituyen un importante cambio en la política de Damasco hacia su vecino del Este. También ayer, tras el asesinato del ministro libanés antisirio, Estados Unidos volvió a acusar a Siria e Irán de buscar la desestabilización del Líbano.
“Acabamos de alcanzar un acuerdo para restablecer completamente las relaciones diplomáticas rotas hace un cuarto de siglo”, anunció el ministro iraquí de Exteriores, Hoshyar Zebari, durante una rueda de prensa en Bagdad. Zebari, al que acompañaba su homólogo sirio, Walid al Moallem, añadió que las dos partes habían acordado “cooperar en materia de seguridad”. El Irak de Saddam Hussein rompió relaciones con Siria en 1980, tras acusar al régimen de Hafez el Asad de haber enviado armas a Irán, con el que Bagdad acababa de entrar en guerra. No fue una sorpresa, ya que la rivalidad ideológica entre las dos ramas del Partido Baaz que gobernaban ambos países se había profundizado ante las ambiciones hegemónicas de Saddam. “Lo que daña a Irak daña a Siria”, declaró Al Moallem. El lunes, tras entrevistarse con el primer ministro, el enviado sirio había condenado “el terrorismo que afecta al pueblo y a las instituciones iraquíes”.
Más llamativa, si cabe, es la aceptación siria de la presencia de las fuerzas estadounidenses en Irak mientras hagan falta. El documento firmado por Moallem establece que los soldados “deben retirarse de forma gradual cuando ya no se los necesite”. Hasta ahora la política de Damasco era exigir la retirada inmediata de todas las fuerzas extranjeras. Irak espera que el compromiso sirio lo ayude a contener el paso de yihadistas y armas en apoyo a los insurgentes sunnitas.
El pasado septiembre, el presidente sirio, Bachar el Asad, explicó a este diario que su país no podía sellar los 600 kilómetros de frontera común. Fuentes militares estadounidenses estiman que entre 50 y 70 yihadistas entran cada mes en Irak desde Siria. Además, el 20 por ciento de los extranjeros detenidos en aquel país son sirios. Para Siria, a quien Occidente hace el vacío desde el asesinato del primer ministro libanés Rafik Hariri, en febrero de 2005, el restablecimiento de relaciones con Irak supone un éxito diplomático. Pero, además, fuentes diplomáticas en Damasco aseguran que Siria tiene todo el interés del mundo en la estabilidad de Irak. “Teme que las divisiones se contagien a este lado de la frontera”, apunta un interlocutor. El redactor jefe del diario Al Baaz, órgano del partido gobernante en Siria, declaró a la agencia France Presse que los contactos se habían iniciado “hace casi un año”, pero que habían chocado con las presiones estadounidenses y de un sector del Gobierno iraquí. En su opinión, ahora se ha producido un cambio en el mundo y la región.
En efecto, tras la derrota republicana en las elecciones estadounidenses del pasado 7 de noviembre, analistas y políticos esperan que EE.UU. revise su papel en Irak, y los países vecinos se han apresurado a tomar posiciones desplegando una inusitada actividad diplomática. Hasta el punto de que algunos observadores temen que las cosas se estén moviendo a mayor velocidad de lo que Washington y Londres habrían deseado.
Un portavoz iraní confirmó ayer que el presidente Mahmud Ahmadinejad ha invitado a Teherán a su homólogo sirio, Bachar el Asad. Si éste acepta la invitación, podría unirse a la cumbre que Ahmadinejad va a celebrar con el presidente iraquí, Yalal Talabani.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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