Lunes, 8 de enero de 2007 | Hoy
Estados Unidos e Irak se distrajeron –al parecer– y un guardia grabó con su celular el momento del ahorcamiento del ex líder iraquí, que luego apareció en un sitio en la web. Tuvo más de un millón de visitas en días y fue retransmitido por TV. Expertos analizan el fenómeno.
Por Mercedes López San Miguel
Saddam Hussein vivo y al momento siguiente ya es un despojo. La ejecución se hace en un ambiente oscuro, como en una especie de sótano, la secuencia se abre con los verdugos poniéndole la soga al cuello, mofándose del dictador, y cierra con el piso que se abre para que caiga el cuerpo. No se necesita estar en primera fila, nada más hacer click en la computadora y allí está la noticia fragmentada y para todo el que la quiera ver, las veces que quiera. Alguien se encargó de que el ahorcamiento del ex dictador iraquí ocupara un espacio simbólico en el universo mediático.
Las cadenas de televisión habían mostrado el sábado pasado “el antes” y “el después” del ahorcamiento del depuesto líder iraquí. Pero la nueva tecnología captó el “durante” y con esto ya no había duda de que efectivamente ocurrió. Hay que ver para creer. El semiólogo Oscar Steimberg, de la Universidad de Buenos Aires, señaló a Página/12 que esa información no se transmite por los canales que se utilizan habitualmente para difundir noticias, sino por “una suerte de escudriñamiento universal”. La cinta pirata, grabada con un teléfono celular por un guardia que se encontraba supervisando la condena, alcanzó en pocos días más de un millón de visitas en YouTube y posteriormente fue difundida por las cadenas árabes. El servidor de videos YouTube, lanzado en febrero de 2005, es actualmente “el” fenómeno de la red. Muestra más de 100 millones de videos al día, tiene 72 millones de usuarios registrados (hasta agosto del 2006) y sus visitantes suben algo así como 70.000 nuevos videos cada 24 horas, según datos suministrados por la medidora Comscore World Metrix. Millones de usuarios de Internet mostraron avidez por verlo morir. Laura Siri, investigadora de la Universidad de Buenos Aires, especialista en Internet y nuevas tecnologías, explicó a este diario que “hay muchos indicios de que la búsqueda y disfrute de imágenes de tortura y muerte sigue tan lamentablemente vigente como en siglos pasados. Cada vez que ejecutan a alguien en Estados Unidos, siempre hay un nutrido grupo de personas tratando de verlo con el mayor lujo de detalles. Quizá sea una cruel reedición del juego de los chicos en el que un objeto se esconde y se dice ‘no está’, y luego se lo hace aparecer y se dice ‘está’”. El soporte técnico aporta, según la experta. “El cambio que introducen sistemas como YouTube es que no hace falta estar en primera fila para asistir a la ejecución, se la puede ver una y otra vez vía Internet, desde cualquier parte del mundo”. Steimberg agrega: “Los recursos actuales y el uso de la tecnología contemporánea hacen que en la lectura de cada noticia se haga una fragmentación de un acontecimiento y se lo prive de sentido”.
¿Por qué los gobiernos de Irak y de Estados Unidos dejaron que se filtraran esas imágenes, que se asemejan más a un cuadro en la clandestinidad que a una ejecución hecha por un estado de derecho? Siri elabora un respuesta: “El hecho concreto es que esas imágenes recorrieron el globo, lo cual es como si Estados Unidos y el gobierno que lo apoya en Irak estuvieran diciendo al mundo ‘esto es lo que les pasa a quienes no se doblegan a nuestro poder’. Por lo tanto, ¿se trató de una fuga incontrolada de información, o más bien de una deliberada táctica de manipulación?”.
En las imágenes globalizadas, justo antes de que sea ejecutado Saddam Hussein, los testigos le gritan el nombre de un líder rival chiíta, Moqtada al Sadr, en medio de burlas e insultos. Eso provocó la ira de los sunnitas, facción a la que pertenece Saddam, y la de los árabes de otros países.
Los primeros efectos de video no se hicieron esperar. En los barrios chiítas salieron a comprar la cinta y en los de minoría sunnita, a protestar por el insulto. En lo inmediato, la grabación deja en una incómoda situación al gobierno de coalición chiíta –ya arrestó a tres personas en el marco de la investigación– y polariza más al país, que se ha vuelto un callejón sin salida para la administración Bush.
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