Jueves, 15 de febrero de 2007 | Hoy
Del encuentro entre Evo Morales y Lula da Silva resultó la disposición de Brasil de pagar por el gas en Cuiabá lo mismo que en San Pablo (4,3 dólares). No reviste costos para Petrobras.
Por Pablo Ortiz
Desde Sucre
Brasil acepta pagar más por el gas boliviano, pero sólo por el 5 por ciento de los 28,5 millones de BTU (unidad térmica británica) que exporta Bolivia a su gigantesco vecino. Ayer, durante la cumbre entre Evo Morales y Luiz Inácio Lula da Silva, los técnicos brasileños reconocieron que pagan muy poco por el gas natural que llega desde el Chaco boliviano hasta Cuiabá, 1,5 millón de BTU, que es ínfimo si se lo compara con los 27 millones que mantienen gran parte de la industria de San Pablo en marcha. Actualmente, el país más industrializado del subcontinente paga al más pobre un precio “solidario” por el gas a Cuiabá: 1,9 dólar por millar de pies cúbicos. También abona 4,3 dólares por el energético que llega al mercado paulista, 70 centavos menos de lo que paga Argentina desde el 1° de enero de 2007.
Brasil es el mayor comprador del gas boliviano, pero desde octubre pasado ya no es el único. Desde que Morales y Néstor Kirchner firmaron el acuerdo de compraventa de gas en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia tiene un gran mercado asegurado, lo que le permite negociar en mejores condiciones con Brasil. Desde Petrobras, se pide que Bolivia cumpla con el contrato que liga a ambos países hasta 2017 y que le asegura a Brasil controlar el precio con una serie de fórmulas en las que influyen los precios internacionales del petróleo y las condiciones del mercado regional. Gracias a ello, Brasil ha logrado pagar sólo la mitad del precio del gas, que en los mercados internacionales fluctúa sobre los ocho dólares. Según lo explicado ayer por el canciller brasileño, Celso Amorim, Brasil está dispuesto a igualar el precio de Cuiabá al de San Pablo, pero no a subir a cinco dólares por millar de pies cúbicos, como pretendía Bolivia.
Esta concesión del gobierno brasileño no afectó ni en una décima los costos de Petrobras. El gas que Bolivia vende a Cuiabá, en el Mato Grosso, no es comercializado por la gigantesca empresa pública. Las transnacionales Shell y Prisma –la primera holandesa y la segunda heredera de la estadounidense Enron– son las encargadas de transportar el gas a la termoeléctrica de Gobernador Mario Covas y serán ellas las que asuman los costos del acuerdo de ayer entre Morales y Lula.
Para aislar a los presidentes de esta discusión, la negociación continuará entre ambas empresas internacionales, Petrobras y Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Mientras el principal tema de la visita de Morales a Brasil naufragaba entre los técnicos encargados de la negociación, Morales y Da Silva se encargaban de otros temas. Firmaron acuerdos para el control de la fiebre aftosa en la provincia de Santa Cruz y el apoyo de Brasil a la “revolución agraria” de Morales. También algunos convenios para controlar el tráfico de drogas entre ambos países, ya que el oriente boliviano se ha convertido en zona de tránsito para la cocaína peruana.
Pero hay otros temas energéticos en discusión, además del precio del gas. Más allá de la hidroeléctrica que se pretende instalar sobre el río Madeira que comparten ambos países, Bolivia tiene intereses estratégicos sobre dos posesiones de Petrobras en Bolivia. Actualmente, Brasil controla las dos refinerías más importantes del país y administra el gasoducto hacia San Pablo y Cuiabá. Según el decreto de nacionalización de los hidrocarburos promulgado por Morales el 1° de mayo de 2006, Bolivia debe monopolizar la producción, industrialización y comercialización del petróleo, gas y sus derivados, por lo que debe recuperar las refinerías y la operación de los ductos. Esta negociación será tan difícil como la del precio del gas y no ha avanzado un milímetro desde mayo pasado.
También Brasil tiene atado a Bolivia en la negociación de la instalación de un polo gasquímico en Puerto Suárez, ciudad fronteriza entre ambos países. Se trata de una inversión que bordea los mil millones de dólares y que uniría a Petrobras y YPFB, posibilitando que Bolivia retire los líquidos que actualmente regala a Brasil con su gas y los transforme en plásticos y abonos. Desde el inicio de la negociación, la empresa brasileña amenaza con detener sus inversiones en Bolivia si no se alcanza un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Eso, para el país andino, sería catastrófico, ya que las operaciones de Petrobras significaban un 20 por ciento del Producto Bruto Interno en 2005.
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