Jueves, 10 de mayo de 2007 | Hoy
Los jóvenes franceses cuestionan que haya ganado los comicios presidenciales el candidato de la derecha. Los estudiantes de la universidad de Tolbiac organizaron piquetes.
Por Eduardo Febbro
Desde París
El primer acto protagonizado por Nicolas Sarkozy apenas electo presidente de la República provocó una ola de críticas y de incontenible hilaridad en la sociedad francesa. Sarkozy había prometido ser “el candidato del pueblo”, pero optó por unas cortas vacaciones en un yate de lujo propiedad de un rico industrial francés que, según sus propias afirmaciones, habría invitado a Sarkozy “a título personal” al yate La Paloma, anclado en Malta, e incluso pagado el alquiler del avión privado que condujo al presidente electo y a su esposa hacia la isla –9000 dólares por hora–. El desfasaje entre candidato del pueblo y las vacaciones de millonario desató la ironía de la izquierda y provocó malestar en el seno del partido oficialista, UMP. Paralelamente a este primer acto polémico, las reacciones a la elección de Sarkozy seguían siendo violentas, sobre todo en los medios estudiantiles. Luego de tres días de disturbios con más de 1500 autos quemados, centenas de detenidos y violentas escaramuzas con la policía, la tensión bajó un poco anoche, pero aún persisten focos antagónicos. Ochocientos estudiantes de la universidad de París Uno votaron una huelga y bloquearon la Universidad Tolbiac Sorbona Panteón en signo de protesta contra las reformas educativas anunciadas por Sarkozy.
El crucero del presidente electo es objeto de una lluvia de comentarios y de bromas de todo calibre. El yate de lujo La Paloma reemplazó a lo que su entorno había anunciado como una suerte de retiro, en principio en un monasterio, a fin de “ocupar la función de presidente y medir la gravedad del cargo”. Pero el monasterio se convirtió en un palacio flotante que cuesta 200 mil dólares por semana. Ante los persistentes interrogantes de la prensa y los socialistas, el propietario del barco, Vincent Bolloré, salió al paso. El primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, preguntó si el viaje mediterráneo había sido pagado por la República. Sarkozy respondió que “no les costó un céntimo a los contribuyentes”. El industrial que cursó la generosa invitación aclaró luego: “Desde luego, no es ni la República ni el grupo Bolloré, sino Vincent Bolloré, a título personal”, quien invitó al señor Sarkozy y su familia. Los socialistas sacaron las espinas de la rosa y calificaron de “arrogante” y “de mal gusto” el crucero presidencial.
Fiel a su conducta y a lo que hizo su imagen de marca, un hombre sin complejos, Sarkozy explicó: “No entiendo de dónde viene esta polémica. No tengo intención de esconderme, de mentir o de pedir disculpas. No voy a tomarme ocho días, sino dos y medio. Creo que nadie puede negármelo. Necesitaba reencontrarme con mi familia (... ) Con todo lo que han sufrido, tengo derecho a estar con ellos lo más tranquilamente posible”. Los comunistas denunciaron el “lazo directo” entre el presidente y “los medios de negocios”. Sarkozy llegó anoche a París y hoy asistirá, junto a Jacques Chirac, a la ceremonia que conmemora la abolición de la esclavitud. Chirac, que era uno de los enemigos más punzantes de Sarkozy, se retira de la función presidencial sin haber intervenido de manera alguna en la campaña. Ni en contra ni realmente a favor.
El ministro francés de Interior, François Baroin, adjudicó a la extrema izquierda los incidentes que se vienen produciendo en el país desde la elección de Sarkozy. Se trata, en realidad, de un inédito movimiento de nerviosismo y protesta porque, más que contra una medida precisa –Sarkozy recién asume el próximo 16 de mayo–, los jóvenes salen a la calle en rechazo de lo que eligieron las urnas. Ayer, los estudiantes que votaron la huelga y el bloqueo en la universidad de Tolbiac aprovecharon la arquitectura del edificio para organizar los piquetes. Tolbiac es una torre de 22 pisos cuya columna vertebral son los ascensores. Los elevadores tornan la universidad perfectamente vulnerable a los bloqueos. Hervé, un estudiante de 23 años, explicó a Página/12: “No es totalmente Sarkozy quien nos moviliza. Son sus medidas, sus proyectos, que harán de nosotros espectros sociales”. Los estudiantes decidieron permanecer toda la noche en la universidad y organizar otra reunión hoy para decidir nuevas acciones. Había una suerte de clima delirante en el seno de las asambleas. Muchos estudiantes proponían la anulación directa de la elección presidencial. Sarkozy propuso una autonomía real en las universidades y criterios de selección más restrictivos. “Unidos contra la política liberal, autoritaria y racista de Sarkozy!”, gritaban los jóvenes de Tolbiac, que es una de las universidades de París más combativas.
Anoche, en el barrio latino, 500 estudiantes manifestaron contra Sarkozy. La policía, desplegada masivamente, se llevó a poco más de cien a las comisarías del barrio. Un crucero de lujo y la juventud agitada, dos tropiezos en un camino que el presidente aún no comenzó a transitar. Nicolas Sarkozy recoge hoy en las aulas y en las calles el fruto de las incontables provocaciones que sembró cuando era ministro de Interior y durante la campaña electoral.
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