EL MUNDO
Cuando el Tío Sam vigila de cerca a sus sobrinos
Un hombre del Departamento de Estado llegó ayer a Brasilia para ver qué harán los candidatos opositores en caso de ser electos en octubre. En Washington, el gobierno brasileño se aseguró el apoyo de la banca internacional al plan económico.
Primero fue Wall Street, que echó a rodar el terror bursátil ante la eventualidad de un triunfo de Lula en los comicios presidenciales de octubre. Después, el lunes pasado, el presidente brasileño Fernando Cardoso convocó a los candidatos para explicarles que deben hacer bien los deberes luego del acuerdo con el FMI. Y ayer, la Casa Blanca decidió una intervención más directa: envió a Richard Haas, jefe de Planificación Política del Departamento de Estado, para que converse con los asesores de los candidatos sobre qué harán si estos son electos. Haas llegará mañana a Argentina. A su vez, los funcionarios económicos brasileños estuvieron reunidos en la Reserva Federal de Washington con los principales banqueros norteamericanos para pedirles que no corten el crédito para Brasil. La Bolsa de Sao Paulo creció ayer un 4,35 por ciento.
Según publicó ayer el Jornal do Brasil, Haas, director de uno de los principales think tanks de Washington, llegó con una misión muy específica: “el gobierno de George W. Bush está interesado en sondear qué podría pasar si un candidato opositor gana la elección”, algo que parece más bien probable y hace ya un tiempo, si se ha de creer en las encuestas. Además de los compromisos oficiales, Haas tiene entre ayer y hoy un programa paralelo, organizado por la embajada estadounidense en Brasilia, donde se reunió con los asesores de los dos principales candidatos, Luiz Inácio “Lula” Da Silva y Ciro Gomes.
Tanto Lula como Gomes se mostraron con Cardoso “respetuosos” del acuerdo con el FMI y sus asesores también mostraron pulcritud ante el ilustre visitante. Pero ambos despuntaron sus condiciones de opositores. En un debate que reunió ayer a los cuatro principales candidatos a la presidencia en la Confederación Nacional de Agricultura, Lula y Gomes abogaron por subsidiar la producción de algunos sectores agrícolas para contrarrestar las políticas “inaceptables” de la Unión Europea y Estados Unidos. “Brasil es el único país del mundo que no subsidia nada”, declaró Ciro Gomes, quien consideró que, si su país derrumba los precios en los mercados internacionales, a Europa y a Estados Unidos “les será difícil competir”. Según Lula, por sus propias dimensiones, Brasil “no se puede acobardar frente a la ola de proteccionismo mundial” y debe responder “a los subsidios con más subsidios”.
Lula también se permitió a decir esas palabras que causan escozor a los inversionistas, como “reforma agraria”. Se comprometió a realizar una reforma en el campo “sin ocupación de tierras y sin violencia”, en alusión a su vínculo, hoy debilitado, de su Partido de los Trabajadores (PT) con el Movimiento de los Sin Tierra (MST). Y Gomes dijo ayer que si gana la presidencia no se someterá “al mercado internacional” y garantizó que no privatizará al gigante estatal Petrobras. “No existe fuerza humana que me lleve a ser domesticado”, dijo durante una entrevista con la radio Rede Globo, como para que no quedaran dudas.
El ministro de Hacienda brasileña, Pedro Malán, y el titular del Banco Central de Brasil, Arminio Fraga, lograron ayer que un grupo de 16 bancos internacionales, entre ellos Citigroup, JP Morgan Chase y Deustche Bank, acordaran mantener su nivel de negocios en Brasil, incluidas las líneas de crédito para las empresas brasileñas, en el marco de “su apoyo al programa económico del país”, según un comunicado conjunto.