Miércoles, 5 de diciembre de 2007 | Hoy
Por Darío Pignotti
desde Brasilia
El presidente del Senado brasileño Renan Calheiros cayó, pero antes logró salvar su banca. Después de seis meses de la peor crisis que haya sufrido la Cámara en los últimos 20 años, el aliado lulista renunció a la presidencia de la Cámara alta. La noticia significó una derrota para el gobierno, aunque no llegó a hacerlo temblar. En los últimos meses, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva supo moverse para garantizar la continuidad de la alianza con el partido de Calheiros, el Movimiento Democrático de Brasil (PMDB). La figura del senador había sido crucial para la formación del gobierno de coalición hace un año. Ayer, en cambio, su espalda política sólo le alcanzó para evitar un nuevo pedido de desafuero.
Apenas unas horas antes de que empezara la votación por su segundo pedido de desafuero, Calheiros anunció su renuncia a la dirección del Senado. En octubre, el dirigente del PMDB había intentado descomprimir la situación pidiendo una licencia de 45 días, que después se alargó un mes más. En ese tiempo, Calheiros esperaba que las denuncias de corrupción en su contra fueran desgastándose –al supuesto cobro de sobornos a una empresa contratista se le sumaron rápidamente otras acusaciones–. Entonces un bloque de legisladores de derecha e izquierda impulsó un boicot en el Senado contra la aprobación de la prórroga CPMF (Contribución Provisional a los Movimientos Financieros), una suerte de impuesto al cheque que financia gran parte de los millonarios programas sociales del gobierno.
La prórroga del impuesto todavía no ha sido aprobada en la Cámara alta. Si el gobierno no logra convertirlo en ley en este período legislativo tendrá que volver a ingresar el proyecto al Congreso y podría perder hasta dos meses de recaudación. Esta posibilidad ya tiene nervioso a Lula, quien anoche anunció que podría postergar su viaje a Bolivia. La renuncia de Calheiros debería calmar los ánimos en el Senado y aceitar la prórroga del CPMF. Además, también habría servido para que sus compañeros en el Senado inclinaran la balanza a su favor en su segundo pedido de desafuero. Aprovechando la figura del voto secreto, 48 senadores apoyaron la inocencia de Calheiros y salvaron nuevamente su banca. Por segunda vez en menos de tres meses, el pleno de la Cámara alta desoyó el dictamen del Comité de Etica y rescató a Calheiros.
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