Miércoles, 5 de diciembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › AREVALO MENDEZ ROMERO, EMBAJADOR DE VENEZUELA
Por Martín Piqué
“La reforma se planteó a destiempo. Fue un fracaso comunicacional. Nuestra política de comunicación no es ni buena ni mala. No existe.” El embajador de Venezuela, Arévalo Méndez Romero, no elude la autocrítica. La inconfundible tonada caribeña se confunde con un tono castizo, castellano. Es una marca de los dos años que pasó como embajador en España. Ex secretario privado de Hugo Chávez, ex vicecanciller, es general de brigada con una maestría en Seguridad y Defensa. Rodeado por varios periodistas a los que invitó a desayunar, Arévalo hace un análisis de la derrota. “El Movimiento Quinta República estaba desmantelado y aún no se había terminado de organizar el Partido Socialista Unico de Venezuela”, argumenta. Hacia adelante, pronostica que el general Raúl Baduel puede convertirse “en uno de los aglutinadores” de la oposición. “No viene del tronco del poder económico”, lo diferencia del ex candidato presidencial Manuel Rosales y del dirigente de Primero Justicia, Julio Borges.
Méndez Romero debe ser uno de los hombres que mejor conocen a Chávez. Al nombrarlo en Buenos Aires, el mandatario venezolano dejó en claro la importancia que le da a la relación con el gobierno argentino. El diplomático defiende los logros alcanzados por su país en materia social y de crecimiento económico. Muestra estadísticas realizadas a partir de datos corroborados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Sin esquivar ninguna pregunta, responde sobre el escenario político que se imagina para los próximos años. A pesar de los recientes llamados de la oposición a negociar, no oculta su escepticismo. “Hasta ahora la derecha siempre tiró por la borda lo acordado.”
Para justificar su desconfianza, cita casos de la historia venezolana. Recuerda que tras el fracaso del golpe de abril de 2002, Chávez creó una mesa de diálogo con supervisión de la OEA. “Mientras dialogaban con el gobierno preparaban la huelga petrolera”, dice. Sobre los cambios que se impulsaban en la nueva Constitución, repite lo mismo que se le escuchó decir a Chávez. “Varios aspectos se pueden instrumentar por ley. La reforma sigue en pie”, asegura. Cuando le preguntan si es posible que el chavismo presente otro proyecto de reforma, no deja lugar a dudas. “No puede haber un nuevo intento de reforma constitucional durante el actual mandato presidencial. El año que viene hay elecciones de gobernadores.”
–¿Algunos gobernadores y alcaldes del chavismo llamaron a votar por el No? –le pregunta Página/12–. Hay sospechas en ese sentido.
–Hay que ver. Un conductor de televisión aseguró que tiene un video de un gobernador festejando el triunfo del No. Quiero ver ese video.
–En un país que quiere lograr la diversificación de su economía, ¿no fue un error impulsar la jornada laboral de seis horas?
–No. Y vamos a avanzar con la ley de la jornada laboral de seis horas. Según algunos estudios, poner en práctica la jornada de seis horas aumentaría significativamente la ocupación. Nos podría poner en un desempleo del 3,4 por ciento.
–¿Hasta qué punto hubo influencia de los Estados Unidos?
–Tenemos confirmado que el USAID y el National Endowment for Democracy (NED) financiaron la movilización estudiantil. Y eso no es algo nuevo. Después del golpe de Estado de 2002, a mí me tocó presentar documentos en la OEA donde se probaba la participación en el golpe de la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Pero nosotros no vamos a perder energía en condenar a Estados Unidos. Sabemos que los Estados Unidos no son condenables porque no son enjuiciables.
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