Jueves, 10 de enero de 2008 | Hoy
La mandataria chilena modificó el equipo de gobierno por uno más heterogéneo. Así aplacó las críticas dentro de su coalición.
Por Christian Palma
desde Santiago de Chile
En Chile ya se habla del segundo tiempo de Michelle Bachelet. En efecto, terminada la primera mitad de su período –con una sensación popular más de fracasos que de aciertos–, el martes, la mandataria modificó por tercera vez su equipo de ministros, apostando a terminar con ellos los dos años que le quedan como inquilina principal de La Moneda. Pero la tarea no es fácil: los pingüinos, el Transantiago, ministros ideológicamente divididos, crisis en el principal partido de la Concertación: la Democracia Cristiana versus logros que no acaparan tantos flashes como desea el gobierno; antidelincuencia y la reforma educacional: 4 a 2 va el score y la hinchada está nerviosa.
Si bien el cambio en el gabinete dejó contentos a moros y cristianos –la DC mantuvo a sus ministros y acomodó al potente Edmundo Pérez Yoma en la cartera del Interior y el Partido Radical ganó la importante plaza de Minería, por ejemplo–, la pregunta que busca respuesta es si la jefa de Estado socialista podrá gobernar con un equipo tan disímil en cuanto al paladar político de cada uno. El Ministerio del Interior ya ha cobrado dos víctimas: los antiguos demócrata cristianos Andrés Zaldívar y Belisario Velasco. Ambos políticos de la vieja guardia no cumplieron cabalmente con el trabajo encomendado por Bachelet y tampoco lograron una sintonía fina con la mandataria. Así no más les fue. Ambos partieron a casa sepultando una carrera de décadas.
Habrá que ver cómo Pérez Yoma –ex ministro de Defensa y ex embajador en Argentina de Eduardo Frei– toma el timón de un ministerio que en lo que va de gobierno ha recibido más críticas que aplausos por su escasa incidencia en la coyuntura. A esto se debe agregar que tampoco pertenece al círculo de hierro de la presidenta, tal como sus antecesores despachados.
También, en esta segunda etapa, Bachelet deberá lidiar con el sistemático fustigamiento que la derecha hace a su estilo de gobernar. Su afán de formar equipos, de consultar antes de actuar le ha granjeado el mote de “escaso liderazgo”. Entonces, su relación con Pérez Yoma y la capacidad de éste para alinear a los ministros será clave para afrontar los dos años que restan para que la primera mujer presidenta de Chile termine bien su mandato y prolongue la posta concertacionista.
Los nuevos jugadores ya están en la cancha conscientes de que la tarea será dura. Sin embargo, la apuesta de Bachelet también apunta a las próximas elecciones municipales y legislativas, por ello decidió remover ministros más técnicos por otros más políticos y en carteras sensibles.
La DC María Ariadna Hornkhol en Agricultura, el habilidoso y experimentado PPD Sergio Bitar en Obras Públicas, el economista DC Hugo Lavados en Economía y el radical Santiago González en Minería, aseguran no sólo experiencia, sino que también una mejor muñeca política.
La derecha no dejó pasar la oportunidad y criticó los nombramientos. Uno a uno los nuevos secretarios de Estado respondieron. El gusto en la boca fue más dulce que agraz. La experiencia se impuso esta vez.
Esta noche se votaba en el Congreso uno de los proyectos estrella de Michelle Bachelet: la reforma previsional, que dará cobertura asistencial completa a los más desposeídos. De aprobarse esta iniciativa el marcador se acortará a menos de un tanto.
La economía sigue robusta, el Banco Central está de cabeza parando la inflación, la inversión sigue creciendo y las exportaciones en 2007 rompieron todos los records. Para los analistas, los elementos para revertir el pobre primer tiempo están dados. Sólo falta que el equipo juegue para adelante y que el capitán, en este caso la “jefa”, lo haga para la galería, gambetee a la oposición y aproveche lo que le queda de partido para salir del estadio en andas.
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