Sábado, 26 de enero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › SE REUNIO EN MEDELLIN CON EL PRESIDENTE URIBE
Después de hablar con los ex paramilitares sobre la supuesta pacificación que lleva adelante el gobierno colombiano, Rice habló de comercio con Uribe.
Por Katalina Vásquez Guzmán
desde Medellín
Con una exhibición de caballos y preocupado porque la lluvia empezó a empapar los cabellos planchados de Condoleezza Rice, el presidente colombiano Alvaro Uribe despidió a la comitiva norteamericana que llegó el jueves en la noche a la ciudad de Medellín con el propósito, inicialmente, de convencer al grupo de legisladores demócratas de que Colombia está preparada para el libre comercio con Estados Unidos. La tarea la tuvieron el alcalde de Medellín, un grupo de ex paramilitares, algunos desplazados por la violencia y, por supuesto, la cúpula del gobierno colombiano que acompañó a la comitiva con ministros de Salud, Comercio, Cultura, Defensa y miles de policías y militares.
Los norteamericanos creyeron la historia de la ciudad, que pasó de ser la más temida en el mundo –por ser la casa del capo Pablo Escobar– a la más admirada por superar los días de violencia. El crédito fue de los paramilitares desmovilizados, quienes en la mañana de ayer se reunieron con Rice y los congresistas.
“La idea es contarles cómo fue que logramos pacificar la ciudad entregando las armas y que ellos vean que ahora somos personas de bien trabajando por un país que está saliendo del conflicto”, dijo a Página/12 Nelson Ortega, quien fue combatiente del Bloque Central Bolívar de las Autodefensas hasta 2006. El y otros treinta ex paras hablaron con la comitiva estadounidense en el Parque Explora de Medellín, después de que el alcalde guiara un recorrido por las salas del parque, donde los norteamericanos pudieron reponerse del susto por el estallido que escucharon al llegar al lugar.
Una bomba de estruendo estalló en la Universidad de Antioquia, vecina de Explora, donde desde el jueves se realizan manifestaciones en rechazo a la visita de Rice. Los francotiradores apostados en las edificaciones cercanas escucharon las alarmas del dispositivo de seguridad que empezaron a sonar cuando el humo de la explosión pasaba la malla de la universidad y llegaba hasta el parque. Pero no fue más que eso. Todos se tranquilizaron, recorrieron el parque, sonrieron para la foto y salieron de la ciudad para la visita a un cultivo de flores en el municipio vecino de Rionegro.
No había allí salmón y flan para ofrecerles, como cenaron la noche del jueves en el Hotel Intercontinental, pero sí un plato que no quisieron revelar. Condoleezza Rice, en todo caso, come poco, confesó uno de los voceros de la Presidencia de Colombia. La señora, muy delgada y bien peinada, llegó a las tres de la tarde a la Base de la Fuerza Aérea Militar de Rionegro en medio de un operativo nunca antes visto por esas tierras de Uribe.
“Es sorprendente. En este pueblo jamás había venido una persona tan importante y con una misión tan seria como la señora Rice”, manifestó a este diario Everardo Guzmán, vecino del aeropuerto. Allí, la secretaria de Estado sostuvo una reunión de Estado a Estado con el presidente Uribe y varios ministros de su gabinete –Salud, Comercio, Planificación, Cultura y Defensa– de la que el mandatario salió muy satisfecho y sin negar que tiene bastante prisa para que, por fin, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos se apruebe.
“Tenemos afán porque es un paso importante para que haya más inversión en Colombia (...) Habrá más empleo y con mejores condiciones para los colombianos”, declaró el presidente antes de sacar a pasear los caballos.
Carolina Barco, embajadora de Colombia en Estados Unidos, declaró a Página/12 que con esta visita el TLC avanzó pasos enormes. “El bailadito del TLC sigue firme. Ahí vamos”, manifestó. Por su parte, los congresistas se marcharon sin dar un sí rotundo pero con la confianza de que en Colombia las cosas pueden cambiar. El senador demócrata Ed Perlmutter dijo que se va sin comprometer su voto pero con una visión muy distinta del país. Así, dijo la embajadora Barco, seguramente sucederá en otras cinco visitas de norteamericanos a Colombia para conocer de cerca si las quejas de los sindicalistas siguen en aumento o, por el contrario, el gobierno local actúa para que ya no sean asesinados ni amenazados y se apliquen, por fin, los convenios de la Organización Internacional del Trabajo.
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