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Ningún grupo terrorista llegó a tener tanto poder mortífero como en el 11 de setiembre de 2001. La muerte de más de 3000 personas lleva al punto central para Osama bin Laden: el terrorismo no es simplemente un medio para un fin. Cuanta más gente muera, mejor. “Al-Qaida representa la primera campaña terrorista del mundo para la jihad (guerra santa) universal”, dijo el experto en terrorismo Rohan Gunaratna. “Se ve a sí mismo como la vanguardia o la punta de lanza global. Está interesado solamente en aquellos atentados cuya magnitud inspire a los grupos terroristas islámicos en todo el mundo.” Esto es lo que dirige la búsqueda frenética de Bin Laden y sus hombres, y la que sostiene a la más importante de todas las preguntas: ¿puede Al-Qaida cometer otro atentado de la escala del 11 de setiembre?
Varios expertos antiterroristas están convencidos de que, según la lógica, el próximo paso de Al-Qaida será la utilización de armas de destrucción masiva químicas, biológicas o nucleares. La CNN emitió recientemente los videos de Al-Qaida que mostraban perros muertos por un gas venenoso o un agente nervioso. Los sospechosos de Al-Qaida detenidos en Pakistán y Afganistán les dijeron a sus interrogadores que ya han experimentado con cianuro y con agentes que producen botulismo. En febrero, la policía italiana arrestó a cuatro marroquíes que tenían cianuro junto a mapas de los caños de agua que proveen a la embajada norteamericana en Roma. El envenenamiento del sistema de agua potable de una ciudad preocupa a los agentes occidentales, pero lo que más los alerta es la posibilidad de que algún dispositivo nuclear haya caído en manos de Al-Qaida. Se sabe que Bin Laden se relacionó con científicos nucleares de Pakistán, que simpatizan con su causa, y que estaría buscando una “bomba sucia”: desecho radiactivo mezclado con explosivo convencional y diseñado para desparramar polvo letal. Una bomba de este tipo detonada en el centro de Washington quizás no mate a miles de personas, pero provocará pánico y podría hacer que un edificio simbólicamente importante como la Casa Blanca sea inhabitable por una generación. Vincent Cannistraro, ex jefe de contraterrorismo de la CIA, dijo que “por lo que encontramos en Afganistán, creo que ellos están pensando muy seriamente en una bomba sucia”.
A pesar de trabajar como una red periférica, el liderazgo de Al-Qaida parece haber operado con una rígida cadena de mando que la hace vulnerable. “Al-Qaida siempre funcionó con múltiples niveles operacionales, y sus operaciones más espectaculares siempre tuvieron un alto grado de comando y control”, estimó el investigador en terrorismo Bruce Hoffman. Esto es una buena noticia. La estructura jerárquica responsable de las operaciones realmente grandes de Al-Qaida ha sido gravemente dañada en la guerra en Afganistán. Mohamed Atef, jefe de operaciones de Al-Qaida, está muerto. Bin Laden y su segundo, Ayman al Zawahri, están escondidos, y el jefe de reclutamiento, Abú Zubaida, que probablemente sepa mejor que nadie acerca de la red de agentes de Al-Qaida, está bajo custodia norteamericana. “No creo que ahora mismo sean capaces de hacer otro atentado espectacular”, señaló Cannistraro. De todos modos, hay excepciones para este pronóstico.
Larry Johnson, ex subdirector de contraterrorismo del Departamento de Estado norteamericano, está convencido de que todavía hay células de Al-Qaida en Estados Unidos, pero argumenta que su amenaza está disminuyendo: “Sus habilidades son efímeras. El paso del tiempo les juega en contra”. Según Cannistraro, algunas de las células durmientes involucradas en la concepción de un ataque posterior al del 11 de setiembre dentro de Estados Unidos estaban basadas en Fairfax (Virginia), un suburbio de Washington.”Sabemos que había un escuadrón suicida de 19 o 20 personas en Estados Unidos preparados para alguna acción. Se identificó dónde estaban, pero escaparon. Están en la clandestinidad”, dijo Johnson.
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.