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Desde Asunción

Mujeres con niños en mano, jóvenes y ancianos se juntan de a grupitos para hablar en guaraní en el gran espacio verde del Consejo Nacional de Deportes, uno de los clubes más grandes de Asunción, en el popular barrio Hipódromo. Aquí el gran espectro de movimientos sociales –campesinos, Sin Tierra, indígenas– vino a un Congreso a tratar los grandes temas pendientes en Paraguay: la pobreza, la tierra, la igualdad de oportunidades que esperan sean comunicados en vivo y directo al electo presidente Fernando Lugo.

“Pedimos justicia para el guaraní”, se lee en un cartel que llevan dos chicas vestidas con ropa de gimnasia y gorras con visera. La palabra en español “frente” es repetida por cada uno de los consultados: las agrupaciones sociales decidieron aunarse en el Frente Social y Popular, dejando de lado las demandas sectoriales.

Hasta el 20 de abril, cuando ganó Lugo, los grupos campesinos se dividían en dos grandes grupos –además de otras organizaciones pequeñas–: la Federación Nacional Campesina y la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas. La FNC llamó a votar en blanco en la elección presidencial y se diferencia de las otras en que sus propuestas tienen más que ver con pedir subvenciones para los pequeños productores de algodón, maíz o sésamo que con la reforma agraria. En cambio, la Mesa Coordinadora promueve las ocupaciones de tierra para presionar al gobierno para que realice su gran bandera de campaña.

Mezclado entre la gente se encuentra uno de los líderes campesinos, Luis Aguayo, él es de la línea de la Mesa Coordinadora. Aguayo explica que a partir de la victoria del ex obispo Fernando Lugo, los movimientos decidieron articularse “con el objetivo de fortalecer el poder popular”.

–¿Cree que se pondrá en marcha una reforma agraria?, y si no sucediera, ¿qué medidas tomarían?

–Como primera medida elaboramos una propuesta de emergencia agrícola. Y la entregamos al nuevo gabinete. El segundo paso es acompañar una reforma agraria de redistribución de las tierras sobre todo en el oriente del país; de recuperación de las tierras mal adjudicadas. Por otro lado, los campos comunales deberían estar para la comunidad, pero fueron vendidos a políticos corruptos de la zona. El presidente habla de realizar un catastro nacional, a lo que adherimos. Hemos reivindicado una política de saneamiento y reestructuración de las entidades relacionadas a la cuestión de la tierra. En ese marco reclamamos la soberanía energética, con la renegociación de Itaipú.

–Si no sucede en el mediano plazo, ¿ocuparían tierras?

–Es una herramienta de lucha que no descartamos. Estamos impulsando los canales institucionales.

No piensa lo mismo Pascual Duarte, un miembro de los Sin Tierra. “Si no conseguimos la reforma agraria paralizaremos el país con cierres de ruta e invasión masiva de tierras.” Pero para la pelota: “Hoy le entregamos los reclamos al presidente y yo creo que habrá un pacto”.

De repente el cielo se cierra y la lluvia provoca una huida general hacia el estadio de básquet. Ya en el estadio, unos muchachos miran de reojo a un hombre bajo, vestido muy informal. Es el ex candidato a senador, Belarmino Balbuena. El también dirigente campesino señala que por un lado ve con buenos ojos a Lugo, pero que lo van a vigilar, dado que él lidera una heterogénea Alianza Patriótica para el Cambio. “Vemos peligro cuando se plantean medidas antipopulares, y puede haberlas con este gobierno porque están los liberales en la cúpula. Va a haber contradicciones, porque la burguesía querrá sacar ventaja.”

Bajo un árbol, sentada y con la cabeza inclinada como rezando está Elisea Ribarola, vestida con un jean gastado. Cuenta que vive en un asentamiento, pero que aún no tiene vivienda. Tiene tres hijos y trabaja en un almacencito.

–¿Por qué vino?

–Porque Lugo es nuestra esperanza, él va a estar más con los pobres.