Tras ser expulsado de Bolivia, a punto de volver a Washington, el ex embajador estadounidense en La Paz, Philip Goldberg, rechazó las denuncias del presidente Evo Morales. “Las acusaciones que se hicieron contra mí, contra la embajada, contra la Usaid, contra mi país y contra mi pueblo son completamente falsas e injustificadas”, dijo. Y advirtió que su salida podría tener “efectos serios”.

La lectura de un comunicado ante la prensa fue su última acción oficial en Bolivia. “Estoy saliendo del país con el honor de haber sido parte de un esfuerzo loable. Trabajé para apoyar la democracia y el desarrollo de Bolivia respaldando la lucha contra la pobreza y a favor de la inclusión de todos los bolivianos”, expresó el diplomático.

Goldberg fue expulsado el miércoles pasado por el presidente Morales, quien lo acusó de formar parte de una conspiración para derrocarlo, junto a dirigentes opositores.

En su despedida el diplomático señaló que la decisión de Morales de bajar el nivel de la relación bilateral constituye un grave error. “Esta decisión podría tener efectos serios en muchas formas que al parecer no se han evaluado apropiadamente”, dijo, y se refirió en particular a la lucha contra el narcotráfico. “Es un problema que tiene que ser enfrentado con determinación, antes que esta plaga se expanda aún más en nuestras sociedades”, agregó. En concepto de ayuda económica y logística en la lucha contra el tráfico de drogas, Estados Unidos le aporta a Bolivia un promedio anual superior a los 100 millones de dólares.

Goldberg llegó a Bolivia en octubre de 2006 y desde entonces su relación con el gobierno de La Paz transitó entre roces periódicos. El miércoles Morales lo declaró persona no grata. Tras la expulsión de Goldberg, Washington dispuso una medida similar con el embajador boliviano en Estados Unidos, Gustavo Guzmán.