Miércoles, 22 de octubre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL CANDIDATO REPUBLICANO ENDURECE EL DISCURSO EN PENNSYLVANIA
Por David Alandete *
Desde Filadelfia
El estado de Pennsylvania es un ejemplo de la tozudez de John McCain, un candidato que se ha definido a sí mismo como el último rebelde de la política estadounidense. Aquí las cosas no pueden pintar peor para el senador por Arizona. La encuesta más benevolente con los republicanos le da a Barack Obama 12 puntos de ventaja. Desde 1992, Pennsylvania ha votado invariablemente por el candidato demócrata. Pero McCain y sus allegados siguen organizando actos electorales en este estado casi a diario.
En un principio, el candidato republicano pensaba que Pennsylvania sería un objetivo fácil. En las primarias de abril, Hillary Clinton ganó gracias al voto de las zonas industriales y rurales, procedente de familias de moderados recursos y socialmente conservadoras. McCain pensó que estos ciudadanos jamás votarían a Obama.
A tenor de las encuestas, se equivocó. Ahora, McCain se aferra a los suburbios de Filadelfia y al oeste del estado como a una tabla tras un naufragio. Hasta aquí han viajado Sarah Palin; su amigo el senador Joe Lieberman; su mujer, Cindy, e incluso su madre, Roberta, que tiene 96 años. “¿Saben qué hizo mi madre cuando fue a Francia y le dijeron que era demasiado mayor para alquilarse un coche?”, dijo McCain recientemente en un mitin en Downington, en el condado de Chester. “¡Se compró uno y se fue de viaje por Francia! Así es mi madre y así soy yo.”
Puede que Pennsylvania no le deje conducir su coche a McCain, pero él sigue en campaña como si no sucediera nada. “¿Y por qué no debería?”, dice Jerry Childers, arquitecto de 61 años de Malvern. “Las encuestas engañan. Y Obama está haciendo una campaña negativa, ocultando de forma deshonesta su relación con personajes como el terrorista Bill Ayers.”
El último argumento contra Obama, que McCain ha tomado literalmente de los seguidores que acuden a sus encuentros, es el de que el senador por Illinois es un socialista. Esta palabra recuerda a los largos años de antagonismo con la Unión Soviética. En un acto en Carolina del Norte, el candidato republicano dijo: “Al menos, en Europa, los líderes socialistas que tanto admira mi oponente son honestos sobre sus objetivos... Y deberíamos pedirle la misma sinceridad al senador Obama”.
Los republicanos de Pennsylvania han aprendido bien qué argumentos utilizar en sus conversaciones políticas gracias, en parte, al adiestramiento de una maestra de excepción: Sarah Palin. En un encuentro en Lancaster celebrado el pasado fin de semana, la gobernadora de Alaska pidió a los asistentes que convirtieran “al rebelde en campeón”. “Ahora tienen la oportunidad de elegir entre un político que tiene fe en vosotros y en el país, y un político que sólo tiene fe en llegar al gobierno”, añadió. Luego habló, como es habitual, de Ayers, del supuesto fraude en el registro de votantes y de la falta de escrúpulos de Obama, calificado de frío y cerebral.
Sus seguidores no ven defecto alguno en Palin. Mary Lou Williford, de 65 años y residente en West Bradford, dice tener el honor de compartir algo muy especial con ella. Su hijo, de 33 años, se va a servir en Irak en enero. ¿No teme por lo que le pueda pasar? “Estoy orgullosa. Por primera vez veo a dos candidatos que tienen hijos de servicio en el campo de batalla. Me siento muy identificada con Palin como madre. En estos casos, el servicio al país está por encima de la familia.”
Sin embargo, en los muchos mitines de la campaña de McCain en Pennsylvania no todo es honor y buena voluntad. “Obama es como Hitler y como Stalin”, dice Frank Demianczuk, de 47 años y criador de perros. “Quiere que el Estado lo controle todo, como los dictadores.” En su camiseta ha estampado la cara de Obama y le ha dibujado el número del diablo, 666, en la frente. En esta estrategia de demonización de Obama, el campo de McCain ha contado con la proverbial ayuda de una fantasmagórica mano amiga. Residentes de la zona de Pittsburgh han estado recibiendo últimamente una serie de mensajes anónimos en sus teléfonos en los que se dice: “Barack Obama ha trabajado codo con codo con el terrorista Bill Ayers, cuya organización ha bombardeado el Capitolio, el Pentágono, la casa de un juez y ha asesinado a varios estadounidenses”. Cuando se trata de ganar unas elecciones en terreno hostil, todo vale. Incluso las tácticas más deshonestas.
* De El País de Madrid. Especial para PáginaI12.
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