La situación se empantanó aún más en Medio Oriente. Primero las fuerzas israelíes detuvieron a 10 dirigentes de Hamas en Cisjordania, provocando la ira del movimiento islámico y fomentando las divisiones entre ese grupo y Fatah, el partido del presidente Mahmud Abbas, quien oficialmente controla el territorio de Cisjordania. Unas horas después, las dos facciones palestinas anunciaban que no habían llegado a un acuerdo y suspendían las negociaciones por un gobierno de unidad nacional. Ninguna de las dos quiso patear el tablero, pero reconocieron que aún no tienen fecha para volver a sentarse a la mesa.

A casi dos meses del fin de la última invasión israelí a la Franja de Gaza, la situación política parece estancada. Israel y Hamas no lograron avanzar en el diálogo para un intercambio de prisioneros, en realidad, la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado en 2006, a cambio de 1400 palestinos detenidos en las prisiones israelíes. Esta semana el movimiento islámico radical anunció que las negociaciones habían fracasado porque Tel Aviv se niega a permitirles que elijan los nombres de 450 de los 1400 detenidos que serán liberados. Según el gobierno de Ehud Olmert, el Estado no puede permitir la liberación de condenados que fueron directamente responsables de atentados en territorio israelí, que dejaron muertos civiles.

Frente a la ruptura de negociaciones, el gobierno israelí respondió retomando las detenciones de dirigentes de Hamas en Cisjordania, una práctica sistemática desde que Hamas tomó el control por las armas en la Franja de Gaza y rompió con Fatah en 2007. En la región de Ramalá, el ejército israelí detuvo a los diputados Abdel Qader Fuqaha y Ayman Daraghmé, al responsable Farhat Assaad y al alcalde de la vecina localidad de El Bireh, Yamal al Tawil. En el norte de Cisjordania arrestó a Nasseredin al Shaer, ex viceprimer ministro, así como a tres altos dirigentes del grupo. En Belén y Hebrón, en el sur, cayeron tres responsables electos.